“¡Tiria, no puedes irte con él!”. Garrison agarró la mano de Sotiria con fuerza, su voz llena de ansiedad.

Sotiria le dedicó una sonrisa tranquilizadora y dijo: “Garrison, no quiero deberle nada. Después de devolverle estos tres favores, cortaré lazos con él y nunca lo volveré a ver. Como tal, tienes que dejarme ir”.

“¡No! No confío en él. Dijo que quiere que veas una película con él, pero ¿y si vuelve a hacer lo mismo que hizo en nuestra boda? ¿Y si aprovecha la oportunidad para tomarte como rehén y obligarte a divorciarte de mí? ¡Tiria, no puedo quedarme de brazos cruzados mientras caes en su trampa!”.

Cuanto más decía Garrison, más preocupado se sentía. Su mano derecha se apretó hasta el punto de que sus dedos se hundieron profundamente en la carne de Sotiria.

Sotiria, sin embargo, no gritó de dolor. En cambio, le dio unas palmaditas en el dorso de la mano a Garrison y lo consoló: “No te preocupes, Garrison. Seré honesta contigo, la persona con la que almorcé hoy fue Zachary. Él