Sotiria, quien estaba muy agradecida con Garrison, caminó hacia el costado del coche, abrió la puerta del coche y se lanzó a los brazos del hombre: “¡Gracias, marido!”.

“¿Marido?”. Un tono indiferente escapó de los labios delgados y los dientes blancos como perlas del hombre. “Incluso si piensas aceptarme como tu marido clandestino, ¿no deberías evitar las demostraciones públicas de afecto?”.

Al escuchar esta voz, un zumbido resonó en la mente de Sotiria. “¿¡Zachary!?”.

“Aunque no me importa que me llames por mi nombre, creo que el término “marido” suena más cordial”. Zachary, que se veía tan majestuoso como un rey, emitió un toque de gracia en las comisuras perfectamente curvadas de sus labios.

Un gran vacío apareció en el cráneo de Sotiria, y su mente se quedó en blanco por una fracción de segundo.

En el segundo siguiente, la voz clara volvió a sonar en sus oídos. “Puedes continuar abrazándome así… Si sientes que esto no es lo suficientemente íntimo para ti, también puedes besar