Sotiria no pudo dar ni un paso más. Era como si sus pies estuvieran pegados al suelo. No supo cómo, pero cuando se dio cuenta, las palabras ya habían salido de sus labios. “¿Lo dices en serio, Señor Connor?”.

Zachary, de pie, alto y robusto, respondió: “Sí. Lo digo en serio”.

“No te entiendo…”.

Sotiria sintió como si tuviera un conejo en sus brazos.

“Yo sé cómo soy. No te gusto. ¡No! No hay forma de que pudiera gustarte. Probablemente te desagrado y me desprecies hasta la médula. ¿Cuánto odio sientes por Garrison que estás dispuesto a amarrarte a una mujer que desprecias por el resto de tu vida solo para vengarte de él?”.

“Mi deseo de casarme contigo no tiene nada que ver con la enemistad entre Garrison y yo”.

A medida que su voz seductora y clara se hacía más y más fuerte, Zachary finalmente apareció frente a Sotiria.

El hombre que tenía delante era el hombre más majestuoso y apuesto que jamás había visto. Tenía un aura imponente que enviaría un escalofrío por la columna verteb