Charlotte sacó su teléfono del estanque.

Por suerte, su teléfono era resistente al agua. Todavía podría usarlo después de encenderlo.

Ella llamó a Rufus.

“Hola, qué tal, princesa del barrio. ¿Me extrañaste?”. Rufus, que estaba descansando en un yate de lujo, entrecerró sus ojos violetas extremadamente únicos.

Charlotte suspiró.

“¡Mmm! ¿Por qué suenas tan relajado? ¿Acaso no me prometiste que seguirías a Lorraine y a Jebediah? Ha pasado mucho tiempo. ¿Por qué no ha habido ningún avance?”.

“¡Querida, me has malinterpretado!”.

Rufus parecía ofendido.

“No he podido descansar desde que accedí a ayudarte. ¡Ejem! Excepto hoy… Sin embargo, tampoco estoy holgazaneando exactamente. Es porque Lorraine y Jebediah están en el mismo hospital que tú. ¿Por qué debo hacer un esfuerzo adicional para seguirlos? Mmm… Hablando de acosar, ¿has enviado a alguien más para que los siga?”.

Charlotte sacudió la cabeza.

“No”.

“¡Mmm! Eso significa que no eres lo suficientemente estúpida como para enviar