El año pasado, después de pasar una noche con Zachary, Charlotte había quedado embarazada del hijo de Zachary.

Ella recordó claramente que casi se había desmayado de tanto llorar en el baño cuando se enteró de que estaba embarazada.

Sin embargo, esta vez, cuando se enteró de que estaba embarazada de nuevo, se regocijó y sonrió con lágrimas en los ojos.

¡Zachary!

Se sentía como si hubiera un sol dentro de ella, podía sentir una oleada de calor recorriendo cada fibra de su cuerpo.

La primera persona a la que quería informar era a Zachary. Ella lo llamó, y cuando se conectó la llamada, su voz apática y regia llegó a su oído.

“¿Sí?”.

“Eh, yo…”.

El júbilo abandonó a Charlotte, y de repente se le hizo un nudo en la garganta. Al principio, quería compartir la gran noticia con Zachary, pero ahora estaba tan avergonzada que no sabía qué decir. Al final, sacó la lengua y respondió: “Bueno, no importa. Ve a hacer tus cosas. Te lo haré saber después de que me decida”.

Luego, sin esperar a