Lorraine miró a Jebediah descuidadamente. Su voz era tan tranquila como una tarde de verano.

“No me importan ese tipo de cosas. Solo no las traigas a casa".

"¿Casa? Si no lo hubieras dicho hoy, nunca hubiera sabido que consideras esta como tu casa". Jebediah arqueó las cejas con deleite. "Hablando de eso, ¿por qué puedes traer a Zachary a pasar la noche en nuestra casa y, sin embargo, no puedo traer a mis estrellas para pasar un buen rato?".

Lorraine se burló. “Tú también fuiste responsable de traer a Zachary a nuestra casa. Y sabes que no pasó nada entre nosotros".

"¡Ja, si claro!", Jebediah se burló. "Estabas desesperada por que sucediera algo. Desafortunadamente, se negó a ceder ante ti, incluso en su estado inconsciente".

"¿Cómo te atreves…?".

La herida más dolorosa en el corazón de Lorraine se había abierto. Su rostro estaba pálido. Temblaba como un cachorro asustado.

Justo cuando estaba a punto de perder el equilibrio, Jebediah la atrapó por detrás, presionando sus labios