“Métete en tus propios asuntos”.

Lorraine se congeló en su lugar mientras estaba de pie frente a Zachary con sus manos extendidas, lista para ofrecerle su apoyo. Ella sintió como si le hubieran tirado un balde de agua helada en la cabeza. Sus ojos límpidos y hermosos se volvieron vacíos, como si hubieran perdido el enfoque.

“Mis asuntos no son de tu incumbencia”.

La fría voz de Zachary se dirigió a ella de nuevo.

La figura elegante de Lorraine se estremeció. Luego, las comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa amarga. “Zachary, siempre supe que eras despiadado, pero nunca pensé que lo serías conmigo”.

Las palabras que habían salido de los labios delgados de Zachary se habían pronunciado en un tono sublime, frío y determinado.

“¿Por qué desperdiciar tu labor emocional en alguien que ni siquiera te importa?”.

Esas palabras fueron como un rayo que golpeó a Lorraine.

Las palabras “desperdiciar tu labor emocional” eran como picos de hielo que le perforaban el corazón.

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