Zachary continuó en ese momento. “Niñita, nunca te obligaría, y mucho menos te haría sufrir si este no fuera el último recurso, así que no me culpes”.

Charlotte quería decirle que no lo culpaba. Sin embargo, tampoco pudo decir nada. Ella sentía como si tuviera una espina de pescado atorada en su garganta, y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos sin control.

Zachary, que estaba tan ocupado como el emperador de un reino, estaba ocupado diariamente con muchos asuntos importantes. Sin embargo, en realidad se sentía inquieto por tener que obligarla a casarse con él y causarle sufrimiento.

En ese momento, Charlotte se dijo a sí misma que no estaba sufriendo en absoluto, ya que sabía que Zachary solo estaba haciendo esto porque quería envejecer con ella.

Además, nunca había tenido la oportunidad de decirle a Zachary que no quería volver a separarse de él por el resto de su vida…

Para Charlotte, cuyo rostro estaba cubierto como una momia, los días pasaban como años.

Afortunadament