No puedo creer la historia de Elsa. Ingresamos a la sala después que la abracé al verla, tantos años desaparecida. La veía diferente, lo último fue que me iba a contar lo que en verdad le pasaba, luego vino mi parto. Ella no pudo visitarnos, después mi segundo embarazo y desde ahí perdimos contacto, a ninguna de nosotros nos dieron información.—Parece una novela, ¿verdad?Se acarició su barriga de cuatro meses. Su hijo mayor tiene seis años, la segunda tres y el que viene en camino no sabe aún su sexo.—¿Así de miedo le tienes a tu papá?Sus ojos se llenaron de lágrimas. Los niños fueron invitados a jugar con mis hijos, sobrino y hermana. Dylan se fue a montar caballo con José Luis, el resto de la gente seguía dormida, después de ese sancocho quedaron noqueados más de uno.—Cata mi marido me espera en nuestra casa, mientras se calma la tormenta con mi padre y él pueda volver a trabajar con don Gerardo, enemigo de mi padre, el cual se parece mucho a mi marido. ¡Pero hoy me encontró!,
Parecía una película, Lucas se había puesto a mi lado por si pasaba algo, amaba esa manera de protegerme. Las niñas seguían en el carro.—Todo lo que diga puede ser utilizado en su contra. —Le recalcó Sofía—. Mi representada también le sumará a la demanda otros cargos por todo el daño psicológico ocasionado.—¡No hice nada en esta casa!—Mi representada es Elsa Sierra. —El hombre se quedó callado—. Se le va a ir muy hondo señor, si logro que su esposa confiese o sus secretarias no solo se le acusará de asesinato, si no de maltrato familiar y acoso laboral. Tenga un buen día.Esperamos a que todos los agentes se fueran con la abogada, quien tomó las firmas de Elsa para poder tener poder de representarla, la vi partir sin decirle nada a Megan. Parece que la vaina va de mal en peor entre ellas. Una vez en el interior de la casa, solo era una algarabía.—Ya tengo que irme.—Nada de eso. —dijo Catalina.—Don Gerardo llamó a Milton, él ya viene en camino. Hoy se quedan aquí. —Me acerqué a E
Nos mirábamos, la vi respirar antes de continuar hablando.—La sociedad nos estigmatiza, nos condena, apenas decimos que somos lesbianas, es peor que decir pedófilo, asesino, ratero o maltratador. La sociedad prefiere a una persona que aparenta ser normal, pero a escondidas hacen daño. Cabe decir que nuestra inclinación sexual es diferente, y automáticamente nos tildan de personas sin corazón, sin sentimiento y nos tachan de depravados.—No veo la necesidad de amargarte cuando puedes ser feliz. Sigo sin ver el motivo Megan. ¿Cuál es el motivo real?, porque si has batallado tanto, abandonas todo—Megan arrugó la frente.—Ya te lo dije, somos lesbianas.—¡A pues! Ni siquiera lo había notado. —Me encogí de hombros ante el sarcasmo—. He visto respeto de tu parte para con nosotros, no das espectáculos delante de los niños, han mantenido ese respeto decoroso. Cuando hacemos paseos con los adultos si muestran su amor. Pero respetan ante los abuelos y los niños. —Suficiente tenemos con la pr
Era el grado de Cadie. Toda la familia nos encontrábamos en la recepción realizada por mi hermana Betty, para celebrar que ya dejaba el colegio y en un par de meses ingresaba a su vida universitaria. Quería estudiar derecho, y con lo peleonera que era, le queda al pelo la profesión.Por motivos de invitación a la celebración de grado solo fueron sus padres, mis padres y nuestros abuelos. Al resto de la familia nos tocó esperarla en el restaurante reservado para todos y algunos amigos que se sumaran luego de su graduación.Desde ese beso dado en la finca de mi hermana no nos hemos vuelto a hablar, y extraño a mi amiga, extraño el abrazarla, el montar a caballo, su risa y esa constante búsqueda de sacarme de quicio.Teníamos tres meses de no dirigirnos la palabra más allá a un saludo, unos buenos días o unas buenas noches. Solo le escucho decir a mi hermana cuando habla con mi madre, informando que Cadie se encuentra en la edad de creerse libre. Quiere salir de fiesta en fiesta y a Bett
Me aceptaron en todas las universidades en las que me presente. Ahora con las cartas de admisión me sentaré con mis padres a definir cuál sería la mejor para salir egresado. Salí de mi cuarto, Catalina y Dylan llegaron con mis sobrinos.—Hola, tío.Saludó Rayan, no sé de dónde sacaron ese nombre, pero bueno, Hadassa corrió a abrazarme, le di un beso en el cachete.—Familia necesito hablar con ustedes.—Eso se escuchó serio. —comentó Cata, le di un beso en la frente—. ¿Debemos de llamar a Betty?Negué. Mi padre me miró. Caminé a la sala, los niños se fueron a jugar con la loca de Viviana, nos quedamos mis padres, Dylan y mi hermana mayor.» Pingüino me estás asustando.—Ese apodo ya no deberías usarlo, estoy más grande que mi papá y el viejo mide un metro con ochenta y ocho.—Si fuera así mi marido no me dijera, Bodoque.—Habla, hijo.—Ya falta un mes para graduarme, como siempre se los he hecho saber, seguiré la profesión de mi padre porque amo la medicina, deseo continuar con la dina
Cabalgaba con Rigoberto, pasamos por el oasis de mi Bodoque, ya había árboles con más de diez años, ahora es que comienza a verse los logros de mi mujer.—Rigoberto, te vienes conmigo a Montería.—¿Y eso patrón?—Quiero comprar varias bancas blancas para ponerlas en ciertos lugares donde hay árboles, en el oasis de mi esposa, en unos años será un gran lugar para tomar sombra.—¿Le va a decir a la niña, Cata? —detuvimos los caballos, ya eran las seis de la mañana.—¡No!, quiero que sea una sorpresa.La piel se me erizó. Al escuchar el bendito canto, una vez más, ese bendito pájaro.—¡Aléjate, ave de mal agüero! En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo te reprendo con el poder de la Santa Trinidad.Rigoberto que dice eso, y la opresión en mi pecho se intensifica, miré hacia el árbol, no veía ningún pájaro, pero se escucha el canto completo…—Bodoque…Eché a correr el caballo, Rigo galopaba a la par. ¡Odiaba a ese bendito pájaro! Menos mal estaba cerca de la casa. Dejé el ca
«Volvemos a estar en ceros». Esa ¡maldita frase!, me jodió el alma, no me había movido del mismo lugar, la gente hablaba y seguía mudo, era consciente que tenía a Hadassa a un lado y a Rayan del otro. Otra vez a lo mismo y con el miedo de… En cualquier momento se puede morir Bodoque. Mi mente regresó a esa conversación de hace varios años cuando plantábamos una bonga.—Bodoque, ¿Cuál es tu afán por sembrar tantos árboles? —sonrió.—No se te pasa nada, Monito. —suspiró—. Dylan, somos aves de paso, no tenemos la inmortalidad en este plano astral. Por eso quiero dejarte un lugar donde me sientas. —dejé lo que hacía y acuné su rostro. —No te puedes morir. —Dylan, tenemos dos hijos, debes velar por ellos, cuando quieras sentirme, ven a este lugar, una parte de mí se va a quedar aquí, en esta tierra, te juro que no te voy a jalar las patas ni nada de esas vainas. Pero mira el misterio, por muchos meses se escuchó de cuatro a cinco de la tarde la rocola de Chila.—Catalina no hables de esa
Ingresamos, mamá, papá y yo a la habitación. Catalina seguía con sus hijos a sus costados, Dylan sonreía por algo, al mirarnos vio el rostro de mi padre. En ese momento lo que se estaba conteniendo por dentro lo soltó, apoyó sus manos sobre sus rodillas, quedó inclinado, como agradeciéndole a Dios, y llorando al mismo tiempo que reía, se limpió las lágrimas, nos miró con un rostro más tranquilo.—¿Quién de los dos?—Rayan, y tiene más compatibilidad que la sangre de José Luis. —Se fue a abrazar a su familia, Cata seguía llorando—. Haremos todo con calma. Por ahora estamos tranquilo en el tema de la enfermedad, en un par de semanas comenzamos con el proceso de nuevo.—¿Y mi abuelo?—Ya fue llevado a la funeraria, debemos ir a cambiarnos. Mañana es el sepelio.—¿Cómo quería morir el abuelo, mami?Mamá se sentó al borde de la cama, acarició y besó la mano de Cata.—Dijo que por nada del mundo le echáramos candela, nos quiere ver de vez en cuando en el cementerio, nada de llevarle flores,