Nadie se movió de su lugar, yo esperaba golpes, insultos o que saliera con una retahíla de frases muy de ellas, pero no, para colmo se fue con ese, todo lo que he hecho por ella le valió mierda, «recuerda ella no lo sabe». —Suspiré—. Las manos me temblaban.—Te lo tienes merecido. —Esa fue Betty—. Por mí estoy feliz, ya era hora que te pusiera remplazo.—Betty, No digas eso. —Le dijo Ricky.—¡¿Te pondrás de su lado?!Mi amigo se apresuró a tomarla de la mano, pero ella se la quitó de un manotón, tomó su bolso y las llaves de su carro.—¡Qué! ¿Tú también te vas a buscar a otro?—Mira Ricky, yo te hice un juramento, haré como si no hubieras dicho tal babosada. La verdad no quiero quedarme aquí, donde es evidente que todos actuaron en complot contra Catalina. Por si se les olvida —me señaló—. Este la humilló delante de todo el salón después de haber obtenido lo que los hombres tanto buscan en una mujer. ¡Eso fue lo que le hizo a Catalina! Y si me voy a ir, ¡no con nadie!, ¡si no me tiene
Lo vi ingresar a la casa, me dejó viendo un chispero. No sé si llorar o sentirme feliz; llorar porque no podré darle celos, así se muerda el codo no va a realizarme una escena de esas. Debía ser más inteligente, por ahora no podía descartar el salir con mis amigos.Y feliz porque muy en el fondo me alegra que a pesar de esta separación seguimos conociéndonos como si fuéramos uno solo. —ingresé a la casa, con la frente en alto, él me reparó de pies a cabeza, le picaba la lengua por hablarme. Como estaba enojada con todos, me fui a la cocina a buscar mis medicinas, saqué el agua de la nevera.—¿Se te perdió algo?Dije al verlo ingresar a la cocina. Esos preciosos ojos verdes me miraban, me guiñaron un ojo dejándome noqueada, menos mal tenía el vaso con agua pegado a la boca y fue el que se tragó el suspiro.—Nada Bodoque, hace calor.—Ajá.Se acercó a mí y vi la cadena, a él le queda casi de gargantilla. Sentí algo en mi estómago al saber que la conservó. Se percató de mi mirada.—Esper
¡Linda tu abuela! Puse mi expresión, dé una palabra más, y te romperé la cara. El tipo se alejó, ella soltó la mano. Cerré mis ojos, con lo bella que estaba, me gustó mucho el no verla flaca. Me gustan rellenita con carnes donde debe tenerlas para tocarlas y ella estaba más que perfecta… deja de pensar o se te va a parar de nuevo. No me dirigió la palabra en el resto de la cena, íbamos de regreso a la casa y Bodoque no dijo ni púdrete. Mientras en el trayecto me deleité mirándola, cada parte de mi cuerpo vibraba al verla, la necesita, la reclama, he guardado celibato y al no verla era más fácil. No obstante, ahora, cuando la tenía cerca, la veía más bella que nunca, su aroma era una droga, una vez más volvía a hacer mi afrodisiaco. ¡Me va a quedar muy difícil! Necesito besarla, acariciarla, y romper la abstinencia, estaba sediento por fundirme en ella. Me acomodé el pantalón, la tenía al lado, Ricky iba conduciendo el auto de Betty, Catalina miraba por la ventana, Cadie en la mitad
Me levanté temprano, no sé a qué horas nos íbamos para la finca, ojalá Cata se anime a ir con nosotros, si me quedo sería muy evidente y no quiero perder, vamos empatados. Saqué mis abarcas, jean, camiseta, desodorante, perfume y listo. Bajé las escaleras, los abuelos desayunaban plátano maduro con huevo cocido, queso y suero. Mi abuela ya compartía con ellos. José Luis extendió los brazos y lo cargué mientras Mayo servía mi desayuno, estábamos en el quiosco. —¿Cómo estás cuñadito? —Ahora si amarraste el burro en mala parte, sigue soñando. —respondió Catalina, quien llegaba de hacer ejercicios. —Te acaban de operar, ¿y ya estás corriendo? —No te preocupes tanto, te tenían muy informado, solo hice tonificación de piernas, no abdomen. En ese momento la reparé, tenía un short, el color de sus piernas era lindo, un bronceado precioso. Rafael me quitó al niño para sentarme, lo hice a su lado. La mano me picaba para tocarle la piel. —Nunca habías mostrado las piernas. —Le dije cerca a
Estaba que me llevaba el diablo, Ricky y Betty no habían querido hablar conmigo, ¿me terminó? «Ella no sabe nada recuérdalo».—Dylan…—Ahora no, Ricky.—Viejo, si no te desahogas se te reventará la úlcera.—Dylan, perdona por lo que te diré, pero eres muy descarado en llegar ayer y ya querer que Catalina te perdone porque ahora eres Dylan Miller. —Se me saltó el genio.—¡Detén el auto Ricky! —menos mal la niña se quiso ir con los bisabuelos.—Dylan…—¡Detén el carro! —Se hizo a un lado de la carretera, bajé y tiré la puerta. —¡Grosero! —Betty se bajó y vi cómo los abuelos también se detenían.—¿Eso es lo que crees? —La encaré—. Crees que para mí fue fácil insultar y tratar a Catalina de esa manera cuando ella, ¡es mi vida! —Betty se quedó mirándome—. ¡Necesitábamos hacerla vomitar para darle más años de vida! ¡Y ESO FUE LO QUE HICE! ¡Darle años de vida! —Se tapó la boca.—Lo sabes…—Desde la muerte del señor Luis, el evento de la moto fue con la intensión para eso, pero no lo conseg
Pasé un rato a la academia, para ver cómo iban las cosas, la llamada de Betty contándome lo que había escuchado me dejó peor. Dylan se equivocó, pero ahora todos dicen que él… Dios independiente a lo ocurrido, ya no voy a pelear con el amor que tengo en mi alma.Pa’ masoquista… depende, en este caso no lo seré, vuelvo a tener la certeza de tener días de vida contados, para que amargarme, cuando deseo estar tranquila. Dos de mis compañeras bailaban con los niños. José Luis comenzó a correr por todo el salón.Los niños apenas me vieron, y corrieron a abrazarme, felices me mostraron sus avances, no paré de felicitarlos y llenarlos de besos. Pasada las dos horas vi a mi hermanito haciendo movimientos raros, se estaba aguantando las ganas de hacer pipí.Lo llevé corriendo al baño, pero, ¡qué va!, hoy andaba mirando si había pájaros preñados. M pobre pelaíto se orinó en los pantaloncillos y el jean puesto, le cambié de ropa.—Ya estás muy grande, debes decir, ¡Cata tengo ganas de hacer pipí
A las cinco salimos a la finca, me encontraba con los nervios a mil, imaginándome las diferentes maneras de abordar a Dylan. Si corro y le zampo un beso era una posibilidad, anda y si se encuentra muy enojado y mi me mira… ¡Anda me muero!Por favor Rafael métele la chancleta a ese pedal, quiero llegar rápido. Llegamos a las seis pasadas, por el raspao que le di a mi pingüino, ahora mi pelaíto tenía daño de estómago, cada que deteníamos el carro para cambiarle el pañal mamá me miraba con los ojitos chiquitos.Rafael solo se reía, ya le habían dado el medicamento para aliviarlo, me sentía arrepentida. Sin embargo, mi pelaíto apenas lo cambiaba, se venía a mis brazos. Lo llenaba de besos, él solo reía.Mis abuelos y la señora María se encontraban en el quiosco cuando llegamos, esperaban la cena. Cadie jugaba con sus juguetes, José Luis corrió a jugar o más bien a patear los chocoritos, y fue en busca de su baúl de juegos colocado en una esquina del lugar, de dónde sacó sus carros.Pero C
No era la primera vez que hagamos el amor, pero estaba asustada. Apenas ingresamos a la habitación, él se fue al baño, luego salió bañado y en bóxer e ingresé yo. Y aquí estaba, mirándome en el espejo con la salida de baño del hotel, la cual cubría mi desnudez. La última vez que estuvimos fue aquella vez cuando le hice creer que habíamos vuelto, pero a la semana en una fiesta, bajo la mirada de Vicky y las chicas, lo hice llamar para que me viera haciéndole la paja a otro. Nadie entienda su miedo más que yo, Ahora tenía una nueva oportunidad y no la desperdiciaré por nada del mundo. Respiré profundo, salí del baño. Había realizado una reservación en un hotel elegante y la habitación era de lujo, el aire acondicionado estaba encendido, era pasada las dos de la mañana. Y ahí, de pie en la ventana, dando la espalda, se encontraba el amor de mi vida. Lo abracé y le besé por la espalda, ya no era tan flaco, tomó mis manos y se abrazó pegándome más a su espalda. —Betty, hace un par de dí