DanteHabía decidido dejar de esconderme, no podía seguir aquí, estaba muy lejos de Fiorella, la extrañaba mucho, apenas y la había recuperado y ya nos separamos.—¡Me voy! —le digo a mi madre al aparecer en la sala de su casa con maleta en mano.—¿Estás seguro? —me acerco hasta ella y me siento al frente suyo en el otro sofá.—Tú lo dijiste siempre, estamos con la soga al cuello, no puedo renunciar a lo que soy y mucho menos a Fiorella.—Entonces, ¿Qué vas a hacer?—Seguiré en la organización, ya hablé con Nicolás, es la única forma de que siga con mi vida, no puedo esconderme, si entrego la organización a las autoridades, me perjudicaré también, tengo las manos manchadas.—¿Y Fiorella?—Ella tendrá que entender que esto es lo que soy.—No puedo retenerte, eres grande y sabes lo que haces, solo te pediré que nunca olvides lo que ella pasó a causa de tu hermano, quisiera no tener que decirte esto, ambos son mis hijos, pero si ya lo decidiste, solo quiero que tengas eso en cuenta.—Lo
Fiorella—No lo puedo creer —dije emocionada hasta las lágrimas, era un sueño hecho realidad, me había casado con Lautaro, pero esto era diferente, amaba con mi vida entera a Dante y su propuesta calo profundo dentro de mi corazón.—Solo di que si —me dice él con su cara de preocupación y me rio de lo nerviosa que estaba.—¡Claro que sí! —me abrazo con fuerza y luego me soltó para colocarme el anillo, mis lágrimas no tardaron en llegar mojando mis mejillas por completo.—Acabas de hacerme el hombre más feliz del mundo —me dijo y lo besé al instante.—Tú haces que yo sea feliz, creí que te había perdido, aunque muy adentro mío tenía la esperanza de volverte a ver y aquí estás.—Nunca me fui, siempre estuve, sé que pareció lo contrario, pero hay algo que debes saber.—¿Qué paso?—No fue como tú pensaste —me suelto de él y hago dos pasos para atrás, ya que choque con la pared.—¡De que hablas!—Por favor, solo escúchame —se acercó hasta mí y tomo de nuevo mis manos.—¡Dante! No hagas que
Fiorella—Cinthia ¡Habla! ¿Qué paso? Por favor no me preocupes más —me acerque hasta ella y tome asiento al lado suyo.—No fue nada grave —tras cada segundo que pasaba y que ella no me decía lo que sucedía, mi preocupación crecía aún más.—Se más específica ¿Qué no entiendo? ¿Qué no fue grave? —Bruno se levantó y se acerca hasta mí, odiaba que me traten como si fuera un cristal a punto de romperse.—Lautaro sufrió un accidente ¡Fue intencional!—¿Qué? No, pero ¿Y Pedrito? ¿Estaba con él?—Tranquila, estaba solo, pero eso no es lo grave.—¿Y qué sí? —me desesperé aún más.—Como te dijo Bruno, el accidente fue provocado, cortaron los frenos, pero antes de ese suceso lo habían golpeado, él está grave —trate de no vincular todo esto con la familia Ponzio, pero todo me conducía a ellos.—Necesito estar a solas —me levanté de mi asiento y fui a mi habitación, al llegar cerré la puerta y luego me senté en la cama, lleve mis manos a mi rostro y desee desde lo más profundo de mi ser que todo e
Fiorella Esta noche me había quedado en el departamento de Dante, me desperté a la madrugada, ya que me dio sed, al levantarme fui directo a la cocina y verme en esta casa me dio satisfacción, sentía que era mi lugar, recorrí la cocina y luego salí al balcón, la noche estaba cálida y me atreví a quedarme un momento sentada en el sofá que había allí, al mirar las estrellas sentí tranquilidad, puesto que la noche estaba calma.Esto era lo que necesitaba, paz, y la había encontrado al fin, después de muchas batallas, estaba feliz, mi futuro no me preocupaba, porque me veía feliz con mi familia, mi hijo que nacerá dentro de poco no podía pedir más a la vida.Me quedé apenas unos minutos más, hasta que el sueño me invadió nuevamente, entonces volví a la cama al lado de mi amado.Al día siguiente me desperté pasadas las nueve de la mañana., me senté en la cama y tomé mi móvil, tenía un texto de Dante, en donde me decía que se fue a trabajar. Al lado de mi cama encontré una rosa roja con un
Dante—Buenas tardes, señor Ponzio —me reciben en la clínica psiquiátrica en donde estaba internada Beatriz.—Buenas tardes, vine a ver a Beatriz Ponzio.—¿Tiene cita para hoy?—No, pero su psiquiatra me autorizo una visita con ella.—Lo siento, no podrá verla, sin antes pasar con su médico.—¿Él está hoy?—Si, ya le saco cita, ahora se encuentra desocupado —me informa, mientras teclea en su computadora— ¡Listo! Suba al primer piso, allí lo llaman del consultorio 5.—¡Gracias! —salgo hacia donde me indicaron, al llegar tomo asiento en la sala de espera y minutos después me llaman.—Buenas tardes, Dante, me informo la secretaria que vienes a ver a Beatriz.—¡Si! Quiero hablar con ella, creo que es importante que ya sepa que será abuela, mi hija la necesita mucho, no sé si será buena idea decírselo.—Es una bendición, un hijo, me imagino que un nieto lo es aún más, no creo que la noticia sea perjudicial, eso no quiere decir que sea lo contrario, no lo sabremos hasta no decirle.—Qué bue
Fiorella —Debo decir que fue una cena exquisita —alabe la comida preparada por Mariza, ya que había salido deliciosa.—¡Muchas gracias! Papá también ayudó a cocinar.—El crédito es todo de Mariza —responde Dante y me gustaba estar aquí, ver la familia que él tenía y como me recibieron fue maravilloso.—Tendrás que pasarnos la receta para poder hacerla junto con Dante, admito no ser buena cocinera.—Te pasaré unos tips y un libro de cocina casera que hay en casa, mi abuela me lo obsequio y quiero dártelo, así mí papi sigue degustando aquellas recetas.—Me parece perfecto —responde Dante y toma mí mano, me sentía tan feliz que no podía describir la sensación tan inmensa que habita en mí alma.Conversamos hasta muy tarde, pedimos un postre al delivery y luego de ello, sus hijos se fueron a su casa.—¡Deja eso! —me sorprende Dante al volver, ya que había bajado a acompañar a sus hijos.—Me gusta hacerlo, además tú cocinaste, es justo que lave la losa —señale mis manos con jabón y el solo
Fiorella—Fiorella, solo faltas tú —me informa al ingresar en mi oficina Eugenia.—Ya voy, hago esto y estoy con ustedes —termine de redactar un pedido, lo guarde en borrador y fui hacia la sala de juntas, en donde mis compañeros me esperaban.—Perdonen la demora —me excuse y tome asiento en mi lugar.—No te preocupes, apenas iniciamos —me dice Laura e inicio la reunión.—Convoque esta junta porque necesitamos integrar dos colegas nuevos, y quería consultar con ustedes que secciones debemos tocar que aún no estamos trabajando.—Puedo —levanta su mano Marina para pedir la palabra.—¡Si! Por favor.—Gracias, primero que nada, agradezco que me tengan en cuenta para tomar decisiones, por eso mi aporte es incorporar un nuevo especialista, agregar la sección salud, más bien temas relacionados a los niños.—Es una magnifica idea, ya que tú te dedicas a la parte de la mujer con tus aportes, estaría bueno iniciar con un pediatra y alternar entre mes una ginecóloga.—No lo había pensado así, pe
Fiorella—¡¿Segura que estás bien Fiorella?! —me consulta Melanie al llegar a casa, al salir de la consulta sentí miedo y no quise hablar con Dante de lo sucedido, ya que podría generar problemas y ya estoy cansada de ello, sabía que la provocación de Lautaro fue para eso.—¡Si! No te preocupes — traté de evadir sus preguntas mintiendo, pero era muy perceptible, ya que mi humor me delataba.—¿Fue Dante? ¿O qué paso? No me mientas Fiorella, que te conozco —respire profundo y hable.—¡Está bien! Te voy a contar, pero de aquí no sale ¿Lo prometes? —ella besó sus dedos en cruz y se sentó cerca de mí.—En mi cita con mi obstetra se apareció Lautaro, no sé cómo hizo para saber de mi consulta, pero ahí estaba, ni siquiera se recuperó de la golpiza.—¿Pero? ¿Qué fue a hacer? No entiendo.—Ni yo Mel, pero logro su cometido.—¿Qué te hizo?—¡Nada! Solo me amenazo, pero no creo en sus mierdas.—Que mal nacido, no entiendo porque te sigue haciendo daño, él fue quien te dejo y por otra, aunque eso