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Su cliente se detuvo en la puerta y resopló con frustración. Aquella joven no tenía para nada la culpa de que fuese un día pésimo, de que la universidad no marchase como quería y de que la idiota con la que salía y la pasaba bien, de pronto quisiera ponerse seria—de ahí las flores con una nota de Gracias, la pasé bien pero no busco nada serio.

Volteó para mirarla y se sintió apenado, ella estaba con el rostro enrojecido.

—Lo lamento, he tenido un día de mierda.

—Yo también tengo una vida de mierda pero no me desquito con los que me rodean.

—Lo siento.

—Le pido que se marche, en la ciudad hay cientos de tiendas como la mía, no regrese por favor.

El cliente salió sonriendo ante el descaro de aquella chiquilla. No era mucho más mayor que ella y le sorprendía las agallas qu

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