CAPÍTULO DIECISIETEEl juicio de Livia se había realizado una semana después.A la Señora Harper el juez del tribunal le había dado una condena de un año de cárcel y orden de alejamiento por dos años hacia su hija menor, por lo que durante ese tiempo debía estar a un kilometro lejos de Emily. Una vez que saliera de prisión, no podría frecuentar los mismos lugares que su hija, por lo que el odio de Livia cada día que pasaba crecía más.Pero Livia nada podía hacer, ya que los medios probatorios que había presentado el abogado de Em y las declaraciones de los testigos que se atrevieron a contar la verdad, eran pruebas irrefutables de aquel maltrato sufrido por años de la joven, y con el acuerdo millonario firmado por Daphne, ahora Aiden estaba más tranquilo, porque ninguna de las dos molestaría más a Emily por un buen tiempo.Daphne se quedó con el maletín lleno de dinero, ya que tampoco pagó las deudas que ella y su madre habían contraído, y por consiguiente remataron todos los bienes m
CAPÍTULO DIECIOCHOA la mañana siguiente Aiden se excusó de no ir a la compañía de su familia a trabajar, canceló algunas de sus reuniones que tenía agendada con el directorio y decidió que en la tarde trabajaría en los contratos pendientes que le quedaban por analizar y firmar para dar paso a las nuevas exportaciones e importaciones que sus clientes le estaban pidiendo. Luego de desayunar huevo, tocino, fruta fresca y café, su comida favorita, se montó en su bugatti negro junto a Emily y condujo por la calle principal dirigiéndose a la pequeña sucursal que estaba ubicada en el lado Este de Sídney.Hoy le mostraría el lugar que había construido para ella.El sol de medio día estaba en su punto más alto y Aiden apretó un botón en el panel eléctrico para esconder el techo de su vehículo que era un lujoso modelo descapotable.Los rayos solares impactaron en la piel de los jóvenes enamorados calentando cada fibra de su ser, y la brisa marina fría y salada les movió el cabello, sobre tod
CAPÍTULO DIECINUEVEAiden sonrío por aquella declaración. Era todo lo que necesitaba saber para embarcarse en esta aventura.En esta necesidad de tenerla, de poseerla y de hacerla suya para siempre.Puso su palma en la nuca de Emily y la volvió a besar, pero esta vez duro y rápido. La tocó por sobre la tela de su vestido rojo y encajó sus dedos en la cintura, la arrastró hasta el borde para que su intimidad chocará con su erección prominente. Luego subió y cerró sus dedos en su cuello y la inclinó hacia atrás para follarla, pero Emily no se lo permitió.—Cariño alguien puede vernos.Ella se asustó poniendo sus palmas en el pecho del joven deteniéndolo. Emily tenía miedo de que alguien los viera a través de la puerta de cristal. Aiden sonrío con esa aura lujuriosa y maliciosa. Buscó debajo del escritorio de madera que tenía un panel con botones, y apretó uno de ellos. Luego la puerta de cristal se volvió negra, al igual que los ventanales dejándolos aislados del exterior.Emily abrió
CAPÍTULO VEINTE Después de la mañana agitada que tuvieron, Aiden y Emily se ducharon en el baño personal de la oficina principal, en este tenían todo lo necesario. El joven empresario se había encargado de poner toallas, jabón y shampoo con olor a jazmín. Bajaron las escaleras y todos se dieron vuelta a mirarlos, ya que ambos venían con el cabello húmedo y la ropa arrugada, que para ninguno de los empleados pasó desapercibido el encuentro pasional de sus actuales jefes. Él se había arremangado la camisa blanca, que en sus antebrazos lucían aquellas marcas rojas de las uñas de Em, y en ella el cuello lo tenía lleno de chupones que eran imposible de disimular. —¿Lo ves? —susurró cerca de Aiden, que llevaban sus dedos entrelazados—. Todo mundo se dio cuenta. Él se encogió de hombros y reunió a todos los empleados en la entrada principal. —Por el día de hoy —comenzó hablar Aiden con un desplante que hizo sentir pequeñita a Emily, porque ella estaba segura de que todos sabían que habí
CAPÍTULO VEINTIUNOEl atardecer nuevamente les alcanzó en medio del cielo anaranjado y rosado, pero esta vez a la orilla de la playa que estaba casi vacía, ya que aquella playa no era apta para el baño, sino más bien era conocida por los paseos matutinos o por las personas que iban y se ejercitaban en las tardes junto a sus mascotas.Pero hoy no había tanto movimiento ya que era un día de semana en donde la mayoría de las personas trabajaban, salvo por los pequeños grupos de adolescentes que estaban haciendo una especie de fogata y cánticos a guitarra, y algunas parejas que disfrutaban el atardecer, al igual que Emily y Aiden. Ambos estaban con los pies descalzo, llevaban sus zapatos y sus tacones en la mano, y caminaban por la arena húmeda y helada dejando sus huellas marcadas, que de vez en cuando algunas olas pequeñas rompían en sus pies, el agua helada adormecía su piel, y a la vez borraba el rastro que dejaban atrás con cada caminar. Caminaban uno al lado del otro, entrelaza
SEGUNDA PARTE: "DÓNDE TODO SE DERRUMBÓ DOS AÑOS DESPÚES CAPÍTULO VEINTIDÓS El ambiente en el cual se movían tenía un aura extraña. Era principio del frio y desolado invierno. Las lluvias torrenciales no tardarían en aparecer, ya que el cielo gris lo decía todo, pronto tendríamos una tormenta incontrolable de aquellas que se necesita un refugio seguro y fuerte para no caer, para no temblar. Corría una fuerte brisa marina y el mar a lo lejos rugían con un poder sobrehumano golpeando en el roquerío, que todos los presentes que rodeaban aquella tumba, se ajustaban los abrigos negros para refugiarse del frio. La familia Preston Cox el día de hoy lloraba una muerte, una persona que había sido muy querida para toda la familia había dejado de respirar. Uno de los pilares fundamentales había partido hacia la otra vida, por lo que ahora solo quedaba afrontar con la frente en alto la última petición de aquel que forjó un imperio de grandes ganancias. Pronto se decidiría el futuro de las
CAPÍTULO VEINTITRÉS Aiden llegó a las diez de la noche en un taxi a su departamento, ya que Emily se había traído su bugatti negro. Emily había aprendido a manejar una tarde de otoño, por lo que tenia licencia de conducir. También estaba aprendiendo hablar español y alemán, por lo que a veces se pasaba entre libros estudiando para ser una persona a la altura de Aiden. Los libros y la cocina eran su mayor pasión. Sin embargo, ese día del funeral, ella no tenía muchas ganas de hacer nada ya que todo fue muy triste. Sentía una punzada en medio del pecho, como un vacío, pero solo era porque los funerales le recordaban a su difunto padre. El abuelo Preston era un ser tan generoso, pero Emily solo conocía la parte buena de él, porque la parte egoísta y mala nunca la presenció, por eso ella creía que Antony era un rayito de sol que siempre daba calor a los más necesitados. Aun no tenía idea de la cláusula descabellada que había puesto en el testamento, aunque la idea nunca fue del abuel
CAPÍTULO VEINTICUATROEmily estaba en el tocador peinándose el cabello largo y negro que le llegaba a la cintura. Usaba un sencillo camisón de seda de color rojo, ya se había aplicado su clásica crema con olor a jazmín y se había cepillado los dientes con pasta dental, que su boca tenía aquel sabor a menta.Pensativa, se miraba en el espejo viendo aquel reflejo que ya no reconocía. Sus ojos oscuros lucían tristes y abatidos por todo el estrés que estaba llevando su marido y que no quería confiar en ella.Por eso le dolía que hoy seria un día más en donde Aiden nuevamente llegaba tarde.Un día más en donde tenía que guardar la pena en su marchito corazón, sin embargo, esa sensación se esfumó cuando su esposo cruzó por el umbral de la habitación matrimonial, ella se sobresaltó al verlo a través del espejo, ya que nunca lo oyó llegar.—Aiden…Se levantó del tocador blanco y se giró, pero apenas le dio tiempo de reaccionar, ya que los labios de la joven fueron silenciados con un apasionad