CAPÍTULO DOSCIENTOS DIECINUEVEEl joven empresario bufó y Emily se separó del cuerpo de su marido.Ella se limpió las lágrimas rebeldes que rodaron por sus mejillas rojas y Aiden sacó su celular del bolsillo de su pantalón y se fijó en la pantalla que quien llamaba era un número desconocido, por lo que contestó de inmediato, ya que últimamente todas las noticias e informes venían de números de teléfonos que él no tenía agendado en su celular. —¿Bueno? —preguntó Aiden en un tono un tanto cargado, ya que igual le parecía algo desubicado llamar a las tantas de la noche.—Señor Preston —saludó el fiscal con la voz ronca—. Soy el fiscal Cooper. Disculpe que lo llame a estas horas, pero necesito hablar con usted.Aiden alzó una ceja al escuchar al fiscal a cargo de la investigación de Daphne. Todos sus sentidos se pusieron en alerta máxima.—Por favor dígame. Soy todo oídos Fiscal Cooper.—Bueno…le comento Señor Preston que… —El fiscal Cooper carraspeó y volvió a fijar sus ojos en la pant
CAPÍTULO DOSCIENTOS VEINTEA la mañana siguiente Emily y Aiden ya estaban en la oficina del fiscal a la hora justa.Los jóvenes estaban tensos y nerviosos, ya que podían presentir de quien se trataba. No era sorpresa para nadie que todo apuntaba a una sola persona, pero el confirmarlo solo lo hacía peor.El fiscal Cooper salió de su oficina central y les pidió que los acompañara hasta el fondo del pasillo, luego tomaron un ascensor, y finalmente bajaron a un subterráneo oscuro, frio y desolado. En esa parte del edificio solo había tres salas insonoras que se utilizaban de interrogatorios para los sospechosos de homicidio.El fiscal Cooper se detuvo en la última puerta de metal, pero antes de abrir, se giró para mirar a los jóvenes que lucían ansiosos y preocupados. Sus facciones los delataban y no era para menos, ya que por fin podrían conocer el plan macabro que había detrás. —Antes de ver las grabaciones, —dijo él—. Necesito que puedan identificar a una persona que tenemos detenid
Capítulo Doscientos Veintiuno El fiscal Cooper observó a Aiden con cierto recelo. En su cabeza estaba armando un rompecabezas de como Charles Ritter se relacionaba con Daphne, ya que los videos y las pruebas lo incriminaban a él, pero aún no sabía si era un hecho aislado o por encargo de alguien más. Y aunque los jóvenes le habían contado sobre Lucca, pero como el fiscal Cooper creía que estaba en la cárcel, no le tomo mucho asunto a la relación que podría tener Charles con Lucca.Contrario a Aiden, que le hacía todo el sentido del mundo.Emily no dejaba de abrazarse a sí misma. Sus ojos no se apartaban del doctor que una vez trató de coquetearle. A ella le parecía tan surreal la situación, porque siendo Charle un cirujano guapo y exitoso, se estaba ensuciando las manos y arruinando su futuro ¿Por qué? Ella aun no lo sabía, aunque pensaba que el dinero podía ser una opción y tampoco descartaba la relación de Charles con Lucca. —Señor Preston —dijo el Fiscal Cooper—. ¿A qué se refi
Capítulo Doscientos VeintidósEl fiscal Cooper corrió por las escaleras y luego subió al ascensor. Entró a su despacho y cerró la puerta con seguro, ya que no deseaba que nadie escuchara ni tampoco que nadie lo molestara.Luego tomó el teléfono que estaba sobre su escritorio y digitó el número personal de su colega que estaba a cargo del caso de la cárcel de Sídney.El colega llamado fiscal Smith, estaba trabajando en terreno. Aquel hombre estaba recopilando antecedentes de los reos que habían muerto en el incendio y también estaba haciendo la lista oficial de los reos fugados. Necesitaba la identidad de cada uno de ellos para poder avisar por televisión, que, si veían a estas personas, entonces llamaran a la policía, ya que eran un peligro para la sociedad.El fiscal Smith estaba en la sala de operaciones de la cárcel central. Un lugar donde estaban las cámaras de monitorio y las carpetas de identidad de cada uno de los presos. Él estaba ojeando estas carpetas cuando su celular sonó.
Capítulo Doscientos VeintitrésEmily y Aiden seguía en la sala de interrogatorios. Sentados en aquellas sillas tan incomodas de metal.—¿Deberíamos irnos o esperar a que vuelva? —preguntó Em ante la repentina salida del Fiscal Cooper.Aiden se encogió de hombros y observó al individuo que seguía esposado. Desde el principio le había caído como patada en el estómago.—Algo que le dijimos le debió hacer sentido —dijo el Joven Ceo.—Eso está claro, si no, no hubiera salido como un loco —contestó Em.Aiden miró a Emily de reojos. En la voz dulce de su esposa había una gota de amargura y rencor. —¿Estas más tranquila? Digo… —Aiden dudó un segundo—. Sé que es imposible estarlo del todo, pero saber esto ¿Te ha ayudado en algo?—¿El saber que Charles es el asesino de mi hermana?Aiden asintió con un sutil movimiento de cabeza y Emily suspiró con pesar. Sus manos jugaron entre sí un poco nerviosa y sus ojos negros como la noche nuevamente se fijaron en el doctor que alguna vez le coqueteó.
Capítulo Doscientos VeinticuatroEl fiscal Cooper prendió el computador que estaba sobre la superficie de madera y les pidió a los jóvenes que tomaran asiento frente a su escritorio de roble.Emily miró todo con atención ya que la oficina estaba algo descuidada. El fiscal tenía un montón de papeles y archivos sobre la mesa. Una taza de café a medio terminar y en sus facciones el agotamiento físico y mental era claro.Ella también estaba agotada.—¿Deseas ver el video? —cuestionó el fiscal.Emily negó con la cabeza, ya que le parecía horrible la sensación de presenciar el asesinato de su hermana. Ella no quería contaminar su mente ni su alma de rencor.—Le creo.El fiscal Cooper cruzo una mirada con Aiden.—Tampoco deseo verlo —dijo Aiden.—Bien, pero deben saber que será presentado en el juicio que se le hará a este individuo.Emily ya sabía eso y Aiden también. Ella sentía que el fiscal Cooper se estaba alargando en la conversación de forma innecesaria, cuando solo quería que se apur
Capítulo Doscientos VeinticincoEmily y Aiden esperaron en la cafetería. Sentados uno frente al otro. Ya eran las una de la tarde y Emily estaba totalmente frustrada con la situación.—¿Cuánto tiempo más vamos a esperar?Aiden se encogió de hombros.—No lo sé pequeña rosa —dijo y siguió tecleando en su celular.Él tenía mucho trabajo pendiente, y también estaba coordinando un anillo de seguridad privada para Emily y para los niños. Se frotó el cuello tratando de aliviar los nudos que le comenzaban a doler, mientras Emily estaba de brazos cruzados y no dejaba de mover su pierna derecha.El fiscal Smith estaba recopilando en la cárcel información sobre Lucca Preston. Sin embargo, su trabajo se estaba dificultando, ya que aún no podían hacer un conteo formal de reos. Luego de hablar con el director general de la cárcel, había conseguido poder revisar la sala de archivos, en donde la policía de custodia guardaba los libros de visitas de cada reo.Smith buscó nuevamente en las grandes hile
Capítulo Doscientos VeintiséisEmily suspiró con pesadez y decidió llamar a los niños para saber si estaban bien. Marie le contestó de inmediato y le comentó que los niños seguían jugando en la sala de estar. También les preguntó si llegarían al almuerzo, pero Emily dijo que no, ya que el fiscal Cooper aun no llegaba a informarles eso tan importante que estaba averiguando.Luego ella se despidió y cortó la llamada. Volvió a observar a Aiden, que seguía con el rostro pegado en el celular. Tenia el ceño fruncido y estaba levemente cabreado.—Estas enojado —comentó Em.Aiden levantó su rostro y se reflejo en aquellos ojos negros de su esposa que brillaban con una luz especial.—¿Eh?—Algo te está molestando.Aiden torció los labios y dejó el celular sobre la mesa de la cafetería.—Si —contestó—. Es que estoy coordinando un anillo de seguridad, pero… —Aiden bufó—. Al parecer la seguridad privada esta saturada.—No creo que sea necesario contratar guardaespaldas —dijo Em con resignación.E