Capítulo 2 parte 2

POV ZAHIRA 

—¿Te puedo ayudar en algo Zahira? —inquiere de forma amable.

—¿Aún iran a la playa? —le cuestiono ignorando su anterior pregunta.

—Si, precisamente ya nos íbamos —responde calmado—. ¿Quieres venir con nosotros?

—Sí —respondo de forma tajante y comienzo a bajar por las escaleras.

—Zahira, yo te hacia dormida —habla mi hermana un poco extrañada al verme.

—Quiero ir a la playa a despejar mi mente  —respondo y ella achica más sus ojos pero no hace más preguntas al respecto.

—Muy bien cariño. ¿Y tú traje de baño?

¿TRAJE DE BAÑO? OH...M****A.

—No tengo —confieso—, no vi la necesidad de empacarlo si solo me voy a quedar un mes y en mis planes no estaba ir a la playa.

—Entiendo —pronuncia detallandome—. ¿Sigues teniendo la misma talla?

—Si.

—Tengo uno que sé que te quedará estupendo —pronuncia emocionada mientras comienza a subir por las escaleras.

—¿A dónde vas?

—A buscar el traje de baño a mi habitación —vocifera—, si quieres ve subiendo al auto con Daniel —agrega y veo como Daniel me hace una señal con la cabeza para que salgamos.

Su look es despreocupado, jeans negros y una playera del mismo color, su cabello un poco largo que mantiene con un corte moderno, está alborotado y lo hace lucir muy atractivo.

—¿A que te dedicas Daniel? —le pregunto para romper el silencio que se ha instalando en el auto.

Daniel quita la vista de su móvil y la desplaza a mi dedicandome una mirada amable.

—Soy artista —responde encogiéndose de hombros.

—¿Artista? —inquiero algo sorprendida.

—¿Alguna vez haz escuchado de la galería Renacimento?

—Si —contesto algo emocionada.

Si hay algo que ame más que los negocios es el arte y aspiro a ir a muchas de las galerías de la ciudad para apreciarlo.

—Quisiera poder ir a la próxima exposición de arte, tengo entendido que es un poco difícil conseguir invitaciones —agrego.

A pesar de ser una princesa árabe hay cosas que ni el dinero pueden comprar, podría decirle a mi padre que arregle que habrán la galería solo para mi, pero sería muy aburrido estar sola.

—Si quieres yo te puedo dar un pase premium por todo un mes para que vayas las veces que tu quieras.

—¿Así nada más?

—Claro....yo soy el dueño.

Mis ojos se abren desmesuradamente por la noticia y una muy amplia sonrisa se expande en mi boca.

—¿Eres  Daniel Moccino?

—Así es —confirma y no puedo de la emoción.

—Soy fan número uno de tu arte —chillo emocionada.

Como fui tan estupida de no haberlo reconocido antes.

—¿Por qué tanto escándalo? —me pregunta mi hermana al percibir mi emoción.

—Nada solo le acabo de decir a tu hermana que soy Daniel Moccino.

Mi hermana sonríe ampliamente mientras niega con su cabeza mientras yo la miro mal por haberme ocultado la identidad de su novio.

—Ten —me tiende un bolsita con el traje de baño dentro.

La recibo y saco el contenido.

—Ni de coña me pondré esto —me quejo.

—Si lo harás —replica mi hermana y yo niego con mi cabeza—, Zayi —apoya su mano sobre la mía dirigiéndose a mi por el apodo con que ella me llama de cariño—. Eres una chica joven y muy hermosa, no entiendo por qué te empeñas en ocultar lo preciosa que eres.

—¿Te tengo que recordar de dónde provengo?

—Lo sé, pero esas son puras excusas, aquí estamos en Mónaco no en Talat kabira.

—Mi padre...

—Nuestro padre, nada —me interrumpe—, sé que él no te impediría vestirte como una chica de tu edad —me regaña.

Es cierto...mi padre nunca me prohibiría vestirme o hacer las cosas que yo quiero,  aunque no corre por las venas de mi hermana la sangre Moftafard ella fue criada con las misma costumbres, solo que siempre fue más liberal y no tenía que ajustarse tanto a los protocolos del palacio como mi hermano Zahel y yo.

—Esta bien, pero si no me gusta como me queda me lo quitaré de inmediato —le advierto y ella asiente.

Daniel pone en marcha la lujosa camioneta con vidrios polarizados y me recuesto de forma relajada en el espaldar de la silla, se siente tan bien no tener encima a la guardia real observando cada paso que doy y es refrescante el ambiente del lugar.

Pasa aproximadamente media hora cuando llegamos a un lugar exclusivo, el sitio está repleto pero se puede notar el lujo y la alcurnia de las personas que lo frecuentan, bajamos del auto y Daniel muestra un pase VIP, mi hermana me arrastra a uno de los vestidores mientras Daniel busca un lugar en donde ubicarnos.

—Sal de ahí Zahira, quiero ver como te queda el bikini.

—No lo usaré en publico —me niego.

—déjate de tonterías y sal ya.

Abro la puerta del cubículo y mi hermana queda boquiabierta al verme.

—Pareces una reina de belleza Zayi —me halaga y siento como mis mejillas arden por la vergüenza.

—¿Segura que no me veo ridícula ni vulgar?

—Para nada —responde.

Me toma por uno de mis brazos y me arrastra al gran espejo que es de cuerpo completo, miro mi reflejo y ni yo misma reconozco mi cuerpo.

El traje de baño me queda sencillamente espectacular, es de un color azul turqui, el bikini tapa todo mi trasero pero en la parte delantera hay cinco aberturas en forma de tirantes que van desde la mitad mi cintura, dejando al descubierto parte de mi zona íntima y mi ingle, el resto se ajusta perfectamente a mi silueta, la parte superior es un sujetador que cumple muy bien su función de cubrie mis senos.

—¿Estas lista?

—¿Si? —pronuncio dudosa pero sin darme tiempo de pronunciar algo más, mi queridísima hermana me saca del baño de un solo tiro.

Varias miradas curiosas de algunos hombres se cruzan por mi camino pero yo los ignoro.

—Voy a meterme al agua —anuncio para evitar que me sigan mirando y así lo hago.

Suelto mi melena rubia y me sumerjo en el mar, el sabor salado del agua inunda mi boca y el delicioso olor del sodio se impregna en mi cuerpo, mi piel se enrojece un poco por el sol y después de unos minutos que se me a tojam gloriosos me veo obligada a salir del agua para no aumentar las quemaduras en mi piel.

Entrar al mar es como una terapia relajante, el agua tiene la capacidad de hacerme olvidar los problemas, sacudo mi cabello varias veces y me coloco mis sandalias, quiero beber algo y no quiero que Daniel me lo pague así que decido ir a la barra a comprar algo de tomar, de camino a la barra una de mis sandalias se desabrocha y me agacho para evitar tropesar, me percato de que un hombre se a parado en frente de mi y cuando me levanto para preguntarle que es lo que quiere. El muy imbecil derrama todo el contenido de su vaso sobre mi, mi cuerpo arde un poco y debe ser por la bebida alcohólica que el tipo estaba tomando.

—¡¿Pero eres imbecil o solo te haces?! —chillo enojada mientras me trato de limpiar.

—Lo siento señorita...—extiende la última palabra para que le diga mi nombre pero no lo hago. No le daré el gusto de saberlo.

—No te interesa —le grito enojada.

El hombre me lanza una mirada llena de diversión, deslizo mi mirada por su torso desnudo que parece esculpido por el mismo señor de los infiernos y aunque debo admitir que el tipo es guapo eso no le quita lo imbecil.

—Si quieres los dos nos podemos dar un chapuzón en el mar y así te puedo ayudar a quitarte toda la suciedad —pronuncia de manera insinuosa mientras se atreve a pasar de forma descarada uno de sus dedos por algunas de las gotas que se desliza por mi piel.

Poso mi mirada en sus intensos ojos color miel y sin pensarlo dos veces estampo mi mano en la mejilla del sujeto propinandole una bofetada, no solo le basta con regarme su bebida encima, sino que ahora pretende que me le abra de piernas ¿Solo por qué el lo insinúa?

No sabe con quien esta tratando. Se ha topado con la chica equivocada, el hombre se lleva su mano a la mejilla que le abofeteé y posa su mirada llena de furia sobre la mía, miro de soslayo y observo como un grupo de personas se ha detenido a ver la escena y por la expresión en sus rostros deduzco que el tipo al que le acabo de pegar le debe pesar mucho el culo en este lugar, pero ¡Oh...sorpresa! A mi también querido.

—Eres un idiota —grito enojada— ¿Quién te crees para tocarme? ¿Quién te ha dado el derecho de hacerlo? —pronuncio entre dientes.

Me sujeta con fuerza por una de mis muñecas y me la aprieta para luego acercarme un poco a el.

No solo le basta con ser un imbecil...sino que ahora  también compite por el premio para el troglodita del año.

—¿Como te atreves tú a tocarme a mi? —sisea molesto—. ¿Es que acaso no sabes quién soy? —dice tratando de amedrentarme con sus palabras, pero en su lugar solo obtiene burla de mi parte.

Hace falta más que unas cuantas palabritas por parte de un imbecil con ínfulas de superioridad para poder asustarme, de verdad no se imagina con que clase de mujer trata, deslizo mi mirada por su torso desnudo y debo admitir que el hombre es un bombón pero cuando mi mirada viaja más allá de su abdomen maldigo mentalmente por lo que veo, un bulto de gran tamaño se hace notable en el pantalón del tipo, el hombre está excitado y tiene una de esas  erecciones de los mil demonios.

Lo que me faltaba...

Un hombre que tiene complejo de excitación post insulto...los hombre de hoy en día y sus malditos fetiches extraños.

Levanto mi mirada y tengo que empinar mucho mi cabeza para que mis ojos den con los suyos, el tipo es bastante alto a duras penas mi cabeza alcanza la altura de sus hombros.

—No. No sé quién eres y tampoco me importa una m****a —grito mientras me zafo de su agarre y lo empujo.

Lo miro con altanería mientras elevo más mi mentón en señal de orgullo.

—Zahira...—la voz de mi hermana llega hasta mis oídos en forma de regaño, me toma por uno de mis brazos y me jala acercandome a ella.

—No creo que este sea el mejor lugar para llevar a cabo una discusión y menos con el hombre que lo haces —susurra a mi oído mirando a nuestro alrededor—, recuerda que tienes que guardar tu reputación, ahora vámonos —agrega y yo asiento.

Es cierto lo que dice mi hermana debo de guardar la compostura y comportarme como la dama que soy. No me debo igualar como cierto neandertal que no da señales de tener cerebro, comienzo a caminar con mi hermana dando por zanjada la discusión, pero creo que el hombre no está dispuesto a dejarme ir.

—Zahira —me llama y siento como el enojo regresa.

¿CÓMO SE ATREVE A LLAMARME POR MI NOMBRE? ¿QUIÉN LE A DADO ESE PERMISO?...IMBECIL...Mil VECES IMBECIL.

El hombre el cual no se su nombre y tampoco tengo mucho interés en saberlo, se acerca a nosotras y siento como todo mi cuerpo se tensa por su presencia imponente pero me mantengo firme para no demostrárselo.

—Lo siento —pronuncia en forma de disculpa pero mi sexto sentido me dice que esto no vendrá solo—. Quiero remediarlo. ¿Qué tal si me dejas invitarte algo? —agrega seguro de que voy a aceptar pero la realidad está muy lejos de eso.

Sabia que diría algo así...

Me giró completamente para quedar frente a frente y esbozo una sonrisa sarcástica, mi hermana aprieta más el agarre que mantiene en mi brazo y me impide acercarme más a él pero de todos modos esa distancia es suficiente para decirle lo que le pienso decir.

—Ni en tus sueños —pronuncio con burla—, primero se tendrá que congelar todo el mar Mediterráneo antes que yo acepte algo que venga de ti —agrego llena de cólera.

El hombre enarca una de sus cejas y puedo ver algo de molestia por haberlo rechazado, se nota que no le gusta que le den un "no" por respuesta.

¡Vete acostumbrando cariño..!

Mi hermana me jala antes que el hombre pueda pronunciar insulto alguno y nos perdemos entre la gente, Daniel ya nos está esperando en el auto y lo enciende en cuanto subimos.

Todo el camino lo pasamos en silencio, me gusta más cuando nadie habla y me hace sentir más cómoda, llegamos  a la mansión en poco más de una hora y en cuando me bajo, entro a toda prisa a la casa.

—No te entiendo Zahira —habla mi hermana negando con su cabeza— acabas de rechazar al soltero más codiciado de todo Mónaco y eso sin contar la nación de donde proviene.

—Me importa una m****a quien sea, ahora no estoy para estupideces —le digo con dureza mientras me giro para encararla.

—Zayi...tienes que avanzar, no te puedes quedar estancada negándote la oportunidad de volver a amar —me toma por los hombros—, no puedes acribillar a punta de insultos y bofetadas a cada hombre que se te acerca.

—¿Para qué quiero que se me acerquen? —suelto a punto de estallar en llanto— ¿Para que vuelvan a romperme el corazón? 

—El amor es como una ruleta Zayi a veces se gana y a veces se pierde —puntualiza— y si te sigues negando la oportunidad de seguir adelante nunca sabrás que sorpresas te tiene preparada la vida.

—No me intereza saberlo, no quiero saber que me tiene deparada la p**a vida. Creo que ya me ha dado mucho ¿No es así? —siseo molesta mientras subo las escaleras para encerrarme en la habitación a llorar amargamente.

Ya me he dado cuenta que la vida es una perra y se encarga todos los días de demostrarme cuanto me odia.

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