- Hijo, por favor, come algo - insiste mamá poniendo el plato frente a mi, puedo ver la preocupación en su rostro, y me siento culpable por ello, pero mi apetito ha disminuido en los ultimos días, mi garganta está hecha un nudo y no consigo hacer que la comida pase por ella

- No tengo hambre, mamá - insisto, estamos en la sala de mi apartamento, desde hace dos semanas, Amara está en el hospital y la preocupación me carcome mientras espero noticias, cada día, solo puedo rogar porque la llamada de la doctora llegara pronto, después de todo, aún no me permitían verla más que a través de un vidrio.

- Tienes que comer - insistió mamá, sentandose a mi lado y tomando mi mano - Si te enfermas, no podrás ayudar a Amara - intenta, pero el comentario solo consigue hacerme sentir peor, Igor, quien parece notar la tensión y la ausencia de Amara, lloriquea mientras