Capítulo 103

Miro con curiosidad al grupo de personas y mientras mis ojos los observan con mayor detenimiento, logro reconocer a la pareja de ancianos que nos recibieron en su posada, la señora se ve algo herida al igual que su esposo. Sin pensarlo dos veces, me levanto de mi asiento y corro hacia ellos, asustada por su salud. Al verme acercarme, la anciana me dedica una enorme sonrisa y extiende con dificultad sus brazos hacia mí, su marido también se alegra de vernos.

—Por favor, tomen asiento... deben tener hambre y además de estar cansados, pueden quedarse en nuestra casa si así lo desean.

—Muchas gracias, querida, eres muy amable.

Con la ayuda de Reese, llevamos a la pareja hasta nuestra mesa y les ofrecemos nuestros lugares, en poco tiempo, el resto de los aldeanos empiezan a comportarse de forma amable con los recién llegados y es un alivio, al final, ellos también forman parte de esta enorme familia.

Estoy segura que muchos querrán escuchar lo que esta gente tiene que decir, pero no es
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