Clac~ Se escuchó el sonido de la puerta al ser abierta por ese Rey Alfa de "Luna Plateada". Rezef de inmediato bajó su mirada, clavando sus ojos grises claros en esa hembra que yacía de rodillas en el piso, frente al tazón del inodoro, limpiando su boca con su mano después de haber vomitado. "¿Y ahora… Por qué vomita?" Pensó en un instante, ese Alfa. Maray volvió a verlo por encima de su hombro, mientras ella seguía de rodillas en el piso. —¡¿Qué haces aquí?! ¡VETE! —lo echó ella de inmediato. Él arqueó una ceja y dirigió su mirada al mueble donde vio un frasco de cristal vacío. Alfa Rezef se acercó y lo tomó en su mano, viéndolo, analista; seguidamente lo acercó a su nariz y rápido lo alejó, haciendo una expresión de asco. —¡¿Tomaste esto?! ¿Qué demonios es? —le preguntó él en un tono de voz, exigente. —¡Qué te importa! ¡Vete y déjame en paz! ¡Ya tuviste lo que querías!, aparearte conmigo. Si no me quedé preñada ya será tu problema. Yo cumplí mi parte, ahora lárgat
Encontrándose en el vasto espacio, frente a ese estanque artificial que anteriormente había visto, ella se sorprendió. Acompañando los sonidos de las copas de esos árboles frondosos, meciéndose con el viento e iluminados por la cálida luz del atardecer… Dos cachorros sentados en esas rocas de unos cincuenta matros de altura. —Mis… Mis cachorros… —susurró ella, sintiendo su corazón emocionarse y a la vez llenarse de paz, alegría y amor. Connie al verla se levantó de la roca en la que estaba sentada. Liza, la Omega esposa de Beta Aiden, detuvo a Connie del brazo. Sin embargo, la pequeña niña testaruda, forcejeó y se soltó. Corriendo hacia su madre con sus brazos extendidos. —¡Mamá! ¡Mamá, te extrañé! —alzó la voz la pequeña cachorra, cuya enorme sonrisa iluminaba su carita de felicidad. Inclinándose, Maray la recibió entre sus brazos… Connie aferró su bracitos a su madre hundiendo su rostro en el pecho de Maray. Ella sintió la calidez de esa pequeña cachorra y escuchaba p
—¿Cómo hiciste para saber que tales marcas eran de nacimiento? —continuó Alfa Rezef, indagando ante su insaciable curiosidad. Con una expresión inocente de sorpresa, su cuñada, Liza. Habló: —Alfa. La niña me lo dijo, ella… Es una cachorra adorable, algo testaruda, caprichosa y siempre parece estar con la guardia en alto alrededor de su hermanito… —sonrió la Omega Liza, mientras recordaba lo sucedido— Ella dijo que eran marcas con las que nacieron, que eso dijo su madre. Pero al preguntarle más del tema, el cachorro ciego la tomó del brazo y ella no habló más. Un brillo de sorpresa se mostró en los ojos grises claros de ese Alfa. —¿El cachorro ciego hizo eso? Liza asintió. —Lo hizo, Alfa. Además… Cuando le quité el vendaje, él no abrió sus ojos, le pregunté a la niña Connie, por qué su hermanito nunca abría los ojos, ella respondió "le duelen". Nuevamente no me dio más detalles. Liza no era tan tonta como todos en la manada lo creían. Inclusive ese Alfa lo sabía. El
"¿Uno solo? ¡JAMÁS! Aunque mi conexión a ese maldito es fuerte. Gracias a que no me marcó no lo es de manera insoportable y extrema… Eso espero…" Pensó Maray, sintiendo un pequeño alivio pero a la vez, algo de duda. Aún no entendía, por qué cayó en su celo abruptamente, hace cinco días atrás. —La idea del amor te tiene cegada niña Omega~ —se rió Maray— Aún no tienes cachorros con tu Beta, ¿Por qué? Liza negó de inmediato. —Beta no… Él no está listo para algo así aún —le comentó Omega Liza, ruborizada. "Lo normal es que todo lobo quiera pronto cachorros de su mate…" "¿Finge que no sabe la verdad de su Beta para no terminar herida o perdiéndolo?, eso sería estúpido…" Pensó Maray. —¡Volveré hoy mismo al pueblo de la manada! ¡No me voy a quedar aquí ni una hora más sabiendo que ese Alfa busca adelantarse! —¿Adelantarse? —le preguntó Liza confundida. —Nuestras manadas se deben unir temporalmente… Lo que significa que hay que reorganizar. Ese maldito quiere quedarse co
Después de casi una hora, en la que establecieron los reglamentos de la alianza. Alfa Rezef hizo un comentario que sacó de quicio a su Reina Luna. —Solo hay espacio para un único Beta. La Reina Maray volvió a ver de inmediato hacia su costado izquierdo donde estaba sentado ese Alfa en su elegante e imponente silla acolchada. —¡¿Ah?! ¡NO! —se negó ella de inmediato. —Es una alianza. Aclaramos que debe haber un único orden jerárquico, ¿para qué tendríamos dos Betas?, es mejor uno bajo mis órdenes como Alfa QUE SOY y ese es Aiden —le explicó él fríamente, poniéndose del lado de su medio hermano menor. —¡MALDITO! ¡LO QUE TÚ QUIERES, ES QUITARME PODER! —gruñó Maray, sus manos aferrándose con fuerza a los descansa brazos de la elegante silla en la que ella estaba sentada. —¿Quitarte poder?, Luna, ¿de qué me serviría eso sí eres mi aliada?, te necesito a ti en óptimas condiciones… A ti, no a tu Beta. Él será relegado a otro trabajo, cuando la alianza finalice haz lo que quieras
Todo hizo a Maray darse cuenta de inmediato, que ese Alfa no mentía, no estaba jugando con ella en lo absoluto. Su objetivo era claro. Básicamente indicaba: "Quiero darte ese territorio ya, para no ver ni un día más, a ese Beta a tu alrededor". ¿Celos? ¡ABSURDO! Reina Maray, sabía perfectamente que Alfa Rezef solo quería cuidar su reputación en su manada. Verse como el poderoso macho que logró que ella fuera "únicamente" suya. —JA~ —mostró ella, una expresión burlista—. Eres un aprovechado, Alfa~ no puedes imponerme así, después de todo soy una "Luna temporal" —señaló Maray con su dedo, justo en el pecho de Alfa Rezef—. No soy menos. Ni mi manada, ni nada que me pertenezca es menos, incluyendo a mi Beta. Alfa Rezef frunció el ceño, esa hembra siempre vivía retándolo. ¡NO ERA NADA DÓCIL! No era una flor, era un maldito volcán en erupción, SIEMPRE. —Así que voy a aceptar tus palabras —continuó hablando, Maray—. Estoy de acuerdo~ se necesita un único Beta por el mome
Más tarde esa hermosa noche, el jardín trasero de la mansión se iluminaba con un suave resplandor bajo la luz de la luna. La fresca brisa nocturna mecía lentamente las hojas de los frondosos árboles y hacía danzar las ramas de los sauces llorones, que se inclinaban con elegancia. Senderos empedrados a través de la vegetación, grandes arbustos largos que daban una vista más íntima y misteriosa al lugar, entre la oscuridad de la noche solo opacada por la luz del firmamento en compañía de una hermosa luna. A lo lejos, el gran lago se extendía entre colinas, su vasta amplitud, luciendo el reflejo del majestuoso cielo, creando un paisaje cautivante. Reina Maray, con su cabellera larga oscura que se mecía lentamente al compás de la brisa nocturna, se encontraba en ese jardín, rodeada de un aura de elegancia y majestuosidad. Frente a ella estaba su Beta, Aeron, quien, a pesar de su fortaleza, mostraba una sombra de preocupación en su rostro. —Reina, es peligroso lo que acaba de h
El lobo de Alfa Dalton lo miró, la expresión de esa enorme bestia, seria. Sabía que cada día que pasaba sin tomar medidas era un día en el que el enemigo se fortalecía. El recuerdo de Ginne, de esa manada exterminada que perteneció a esa loba Alfa, regresó a su mente. —Usaremos la misma estrategia que empleamos con Ginne —respondió Dalton a través de su lobo, su voz baja pero decidida. —Necesitamos un infiltrado de sus propios lobos~ —¿Alguien de Luna Plateada? ¿Quién?, son tan… Leales a ese Alfa maldito y sin una bendición de la diosa, que es díficil de creer que cometan un error así. •••••••••• Hace 6 años atrás: •••••••••• Era una fría tarde de otoño, el bosque con su mágico despliegue de colores naranjas y amarillos, se preparaba para el invierno. Las hojas caían lentamente de los árboles, siendo soltadas por el viento en una hermosa danza de la naturaleza. En la parte externa de unas antiguas cuevas de piedra, la figura imponente de un gran lobo de pelaje dorado