—AY~ —Reina Maray soltó un gritito, cuando cayó sentada en el piso rocoso. Alfa Rezef frunció el ceño, soltando un sonido de molestía con sus dientes. —Tsk~ ¿Y ahora qué tienes? —le preguntó él, de mala manera, poniéndose de pie se acercó a esa mujer loba. El sonido de los pasos de ese alto hombre lobo eran escuchados con gran profundidad por los oídos de esa hembra. El olor de él y hasta su calor a tal distancia, eran percibidos por ella, que se sentía extremadamente sensible. La respiración de esa hembra estaba agitada, sentada en el suelo rocoso de rodillas, su cuerpo tembloroso, sus manos hechas puños se apretaban con tal fuerza que sus uñas la lastimaban. ¡¡ALGO NO ANDABA BIEN!! Maray sentía cómo el sudor caía lentamente por su piel húmeda, debido a el agua de la lluvia y el río en el que estuvo solo unos minutos atrás, a punto de ahogarse. —¡ALÉJATE! —le gritó furiosa esa hembra, cuando sintió que Alfa Rezef estaba a pocos metros de distancia. —Pareces
Hacer contacto con su loba, que estaba en peor condición con ella, solo causó que su instinto salvaje se prenda como grandes llamaradas que se morían por consumir al macho que tuviera enfrente. Siendo este su mate, ese maldito lobo cuya conexión ancestral, invisible pero casi mágica, … Le resultaba desgraciadamente irresistible. —No parece que sea por deseo propio~ ¿Es en estas fechas tu periodo de celo? —le preguntó Rezef, ajeno a la batalla emocional que tenía Maray contra sus instintos—. Debiste decirlo antes, es una excelente noticia~ podríamos intentar ahorita que me des ese cachorro del trato y- ¡¡PUUUUM!! ¡MARAY EMPUJÓ CON TODAS SUS FUERZAS A ESE GRANDE HOMBRE LOBO! Alfa Rezef, hizo una leve expresión de dolor, cuando su espalda pegó contra una pared húmeda y rocosa de esa cueva. CRANK~ En ese instante, se escuchó el sutil desmoronamiento de la pared rocosa al ser impactada por el cuerpo de ese hombre lobo, alto, musculoso y poderoso. De inmediato, los ojos gr
Cómo hipnotizado, ese Rey Alfa no podía apartar su vista de esa hembra. La sonrisita coqueta que ella le dedicó, fue como "arrojar leña al fuego", el corazón de ese Alfa, latía de emoción. Una emoción descontrolada y muy placentera. ¡¡Reina Maray de inmediato lo besó!! Un besó feroz, movimientos descontrolados de sus labios inexpertos, pero tan ardientes que a Rezef le daba igual que no lo hiciera tan bien. "¡M@ldita sea! ¿Cómo puedes excitarme tanto?" Pensó ese hombre lobo, cuyas grandes y fuertes manos se aferraron a la cadera de Maray. Una de las manos de ella bajó del hombro de él, hacia su emocionada masculinidad erecta, su mano llenaba de torpes caricias rápidas a ese macho. —Hey… Tranquila que me vas a- AY~ —Rezef apartó la mano de esa hembra, antes de que termine causándole una lesión a su miembro, por sus torpes caricias rápidas. Sin embargo, ella rápidamente soltó su mano del agarre de ese hombre lobo, llevándola hacia la cabellera semi larga oscura de ese ma
Sus hermosos ojos de un falso tono marrón se pasearon por toda la habitación cuya decoración elegante y tonos claros, hacían brillar más todo lo que era iluminado por la claridad del sol. Ella bostezó… ¡EN ESE INSTANTE, UN GOLPE DE DOLOR SACUDIÓ TODO SU CUERPO! —AAAY~ —soltó un gritito. ¡Fue cuando recordó! Ella abrió sus ojos de par en par ante la sorpresa. ¡Maray se sentó de golpe sobre la cama! "¡CAÍ EN MI CELO!" Pensó asustada. ¡Su corazón latía aceleradamente como si quisiera escaparse de su pecho! Ella volvió a ver a sus alrededores… Sus ojos se detuvieron justo en dirección de su costado derecho. Ahí, a su lado, profundamente dormido ese Rey Alfa. Maray llevó su mano a su boca, cubriendo ligeramente la misma, sin poder creer lo que veía. Ese grande macho, con su cuerpo perfecto digno de un Alfa de la mejor estirpe. Se encontraba… ¡¿HERIDO?! —Qué demonios… —susurró Maray, viendo, los moretones, mordidas, rasguños, raspones y hasta… Chupetes, en el cuerpo d
Clac~ Se escuchó el sonido de la puerta al ser abierta por ese Rey Alfa de "Luna Plateada". Rezef de inmediato bajó su mirada, clavando sus ojos grises claros en esa hembra que yacía de rodillas en el piso, frente al tazón del inodoro, limpiando su boca con su mano después de haber vomitado. "¿Y ahora… Por qué vomita?" Pensó en un instante, ese Alfa. Maray volvió a verlo por encima de su hombro, mientras ella seguía de rodillas en el piso. —¡¿Qué haces aquí?! ¡VETE! —lo echó ella de inmediato. Él arqueó una ceja y dirigió su mirada al mueble donde vio un frasco de cristal vacío. Alfa Rezef se acercó y lo tomó en su mano, viéndolo, analista; seguidamente lo acercó a su nariz y rápido lo alejó, haciendo una expresión de asco. —¡¿Tomaste esto?! ¿Qué demonios es? —le preguntó él en un tono de voz, exigente. —¡Qué te importa! ¡Vete y déjame en paz! ¡Ya tuviste lo que querías!, aparearte conmigo. Si no me quedé preñada ya será tu problema. Yo cumplí mi parte, ahora lárgat
Encontrándose en el vasto espacio, frente a ese estanque artificial que anteriormente había visto, ella se sorprendió. Acompañando los sonidos de las copas de esos árboles frondosos, meciéndose con el viento e iluminados por la cálida luz del atardecer… Dos cachorros sentados en esas rocas de unos cincuenta matros de altura. —Mis… Mis cachorros… —susurró ella, sintiendo su corazón emocionarse y a la vez llenarse de paz, alegría y amor. Connie al verla se levantó de la roca en la que estaba sentada. Liza, la Omega esposa de Beta Aiden, detuvo a Connie del brazo. Sin embargo, la pequeña niña testaruda, forcejeó y se soltó. Corriendo hacia su madre con sus brazos extendidos. —¡Mamá! ¡Mamá, te extrañé! —alzó la voz la pequeña cachorra, cuya enorme sonrisa iluminaba su carita de felicidad. Inclinándose, Maray la recibió entre sus brazos… Connie aferró su bracitos a su madre hundiendo su rostro en el pecho de Maray. Ella sintió la calidez de esa pequeña cachorra y escuchaba p
—¿Cómo hiciste para saber que tales marcas eran de nacimiento? —continuó Alfa Rezef, indagando ante su insaciable curiosidad. Con una expresión inocente de sorpresa, su cuñada, Liza. Habló: —Alfa. La niña me lo dijo, ella… Es una cachorra adorable, algo testaruda, caprichosa y siempre parece estar con la guardia en alto alrededor de su hermanito… —sonrió la Omega Liza, mientras recordaba lo sucedido— Ella dijo que eran marcas con las que nacieron, que eso dijo su madre. Pero al preguntarle más del tema, el cachorro ciego la tomó del brazo y ella no habló más. Un brillo de sorpresa se mostró en los ojos grises claros de ese Alfa. —¿El cachorro ciego hizo eso? Liza asintió. —Lo hizo, Alfa. Además… Cuando le quité el vendaje, él no abrió sus ojos, le pregunté a la niña Connie, por qué su hermanito nunca abría los ojos, ella respondió "le duelen". Nuevamente no me dio más detalles. Liza no era tan tonta como todos en la manada lo creían. Inclusive ese Alfa lo sabía. El
"¿Uno solo? ¡JAMÁS! Aunque mi conexión a ese maldito es fuerte. Gracias a que no me marcó no lo es de manera insoportable y extrema… Eso espero…" Pensó Maray, sintiendo un pequeño alivio pero a la vez, algo de duda. Aún no entendía, por qué cayó en su celo abruptamente, hace cinco días atrás. —La idea del amor te tiene cegada niña Omega~ —se rió Maray— Aún no tienes cachorros con tu Beta, ¿Por qué? Liza negó de inmediato. —Beta no… Él no está listo para algo así aún —le comentó Omega Liza, ruborizada. "Lo normal es que todo lobo quiera pronto cachorros de su mate…" "¿Finge que no sabe la verdad de su Beta para no terminar herida o perdiéndolo?, eso sería estúpido…" Pensó Maray. —¡Volveré hoy mismo al pueblo de la manada! ¡No me voy a quedar aquí ni una hora más sabiendo que ese Alfa busca adelantarse! —¿Adelantarse? —le preguntó Liza confundida. —Nuestras manadas se deben unir temporalmente… Lo que significa que hay que reorganizar. Ese maldito quiere quedarse co