Un silencio rotundo en la cabaña, interrumpido solo por el suave murmullo del viento que se colaba por las ventanas. Reina Maray, con sus ojos de color rubí, brillando intensamente bajo la luz de las velas, se concentraba en el delicado trabajo de inscribir los últimos símbolos en la cápsula mágica. Sus manos, firmes, trazaban líneas de poder con una mezcla de su sangre, mientras Beta Aeron observaba con admiración a su Reina Alfa. —¿Está segura que esto va a funcionar, Reina? —le preguntó Aeron, su voz hecha un susurro tenso. La hembra de cabello largo negro, Tabitha, yacía inmóvil en el centro de la habitación, envuelta en un intenso brillo rojizo, de la magia de esa híbrida Alfa. —Debemos hacerlo… No hay más alternativas… —respondió Maray, sin apartar la vista de su trabajo. Las horas pasaban rápidamente, y el día se tornaba en una noche oscura y sin estrellas. Reina Maray sabía que cada momento contaba. Con un último movimiento, terminó de trazar el símbolo final en
Maray decidida, comenzó a recitar un hechizo, sus palabras resonando con poder. La cápsula brilló intensamente, y un círculo de luz escarlata comenzó a formarse a su alrededor. Tabitha, ahora completamente consumida por la oscuridad, se lanzó hacia ella con una velocidad sobrenatural. Maray, a pesar de la amenaza, mantuvo su concentración, el brillo de la cápsula se comenzó a intensificar. Tabitha se abalanzó hacia Reina Maray, y en el último instante, Maray haciendo un leve gesto con su mano, levantó la cápsula por los aires, un rayo de luz escarlata emergió, pero antes de que pudiera atraparla, Tabitha se lanzó hacia la penumbra del bosque, desapareciendo. —¡NOOO! ¡Es por tu bien, Tabitha! —gritó esa hembra pelirroja—. ¡Aeron, tenemos que ir tras esa loba! —¡SÍ, REINA! —acató de inmediato la orden, ese Beta. Ambos se lanzaron en las profundidades del bosque otoñal, sus pasos resonando sobre la tierra y hojas secas. Maray sentía una mezcla de angustia y determinación. ¡R
«Reina, ¿cuál es su plan?», le preguntó Beta Aeron a Maray por medio del enlace mental. «Mi abuela me entregó algo… Algo con lo que definitivamente podría acabar con Gaspar. Pero para eso, necesito que te quedes con Tabitha y hagas distracción.» —Lo haré, Reina —una sonrisa se dibujó en el rostro del Beta pelirrojo, quien de inmediato tomó su forma lobuna. La enorme bestia de pelaje rojo granate, fuerte e imponente, soltó un rugido que resonó a kilómetros a la redonda. Sin dudarlo, se abalanzó hacia Tabitha. —¡¿Qué?! —ella, temblorosa, observaba cómo Beta Aeron se lanzaba a atacarla. Su cuerpo, sin embargo, esquivó los ataques del feroz lobo, uno tras otro. Tabitha se movía con una agilidad y elegancia que la sorprendió. ¡Ella no lo estaba haciendo por voluntad! Beta Gaspar se adentró de inmediato en la penumbra del bosque, como si estuviera huyendo. Maray, sin perder tiempo, lo siguió, asumiendo la forma de su majestuosa y poderosa loba Arin. ………. La luna llena ilumina
El aire se volvió denso en el claro de ese bosque otoñal. Un ambiente cargado de una energía oscura que parecía vibrar alrededor de esa enorme esfera escarlata. Dicha esfera de energía, que antes brillaba con un fulgor escarlata, ahora temblaba, como si estuviera a punto de estallar. Beta Gaspar, en su forma humana, se retorcía dentro de la prisión mágica, sentía que su sangre hervía con una furia incontrolable… ¡ESTABA FURIOSO! ¡Una loba que consideraba más débil que Ginne, no podía derrotarlo! ¡NO IBA A MORIR! —¡No puedes detenerme, niña estúpida! —rugió, su voz resonando como un trueno esa fría y ventosa noche. La rabia en el pecho de ese hombre lobo brujo, se transformó en un aullido desgarrador que hizo temblar los árboles a su alrededor y la esfera continuó sacudiéndose, mientras una electrizante magia negra rodeaba a Gaspar. Reina Maray, sintiendo el poder del hechizo fluir a través de ella, se concentró aún más… ¡NO IBA A PERDER! ¡ÉL NO PODÍA SALIR VIVO! Ella s
La energía que estaba destinada a atrapar a ese Beta brujo… ¡Ya no estaba!… En su lugar, Tabitha agonizante metros a distancia de ese brujo, que como si no hubiese pasado nada, se levantaba sacudiendo sus ropas. Ese lobo brujo que había estado observando desde el interior de la esfera, se abalanzó sobre Tabitha, sus garras afiladas como cuchillas, hundiéndose en el cuerpo de ella. ¡MARAY QUEDÓ EN SHOCK VIENDO LA ESCENA! Beta Gaspar, sacó del interior de Tabitha lo que parecía un fragmento cristalizado de color púrpura brillante, mismo que comió, liberando a esa hembra de su dominio, para que muera rápido. Seguidamente, ese brujo sacó un frasco con su tinta maldita, con un sutil movimiento de su mano en el aire, se materializó unos trozos rectangulares de papel a base de su energía, de inmediato escribió con su garra llena de la tinta. Tal proceso. No era nada rápido… ¿Pero quién podría detenerlo? Beta Aeron inconsciente en su forma humana a la distancia.Maray apenas podía poner
••••••••••• En las profundidades del bosque rumbo al territorio de la manada Luna Plateada. Sobre la tierra húmeda, cientos de huellas de patas de lobos. ¡¡Las huellas que dejaba el ejército de lobos de Garra Dorada!! El Rey Alfa Dalton. Avanzaba guiando a sus lobos, tenía varios objetivos: destruir Luna Plateada, matar a Alfa Rezef y secuestrar a Maray la híbrida de la manada Noche Carmesí, para que esta tuviera su descendencia. Por supuesto… ¡Él no sabía que Maray, había quedado estéril!, su método de procrear ya era inútil aún si saliera victorioso. Justo en ese momento. Una horrible sensación golpeó su pecho. —¡GASPAR! —aulló, Dhir. El lobo de Alfa Dalton. «¡Está en peligro! ¡Tenemos que hacer algo por él!» , exclamó por medio de su voz interna, Alfa Dalton, hablando con Dhir. —¡Hagámoslo! —rugió en gran magnitud ese feroz y enorme lobo de pelaje dorado como el oro. Concentrándose, Dhir comenzó a ser rodeado por una ligera aura dorada que empezó a bril
En el extremo noroeste de Luna Plateada, se encontraba Valle Boscoso de la Luna. Un lugar donde la naturaleza se desbordaba entre rojos y naranjas del otoño, donde montañas majestuosas rodeaban un claro. En el centro del valle, un lago extenso reflejaba la luz de la luna llena. Un viento suave y helado recorría el paisaje, acariciando la oscura cabellera del Rey Alfa Rezef, cuya imponente figura de dos metros se alzaba en la penumbra, envuelta en sus típicas ropas negras que parecían fusionarse con las sombras. Sentado sobre una roca enorme a la orilla del lago, Rezef sostenía con firmeza el pergamino del dragón, un antiguo artefacto que había recuperado de los oscuros rincones del templo de Luna Plateada. Sus ojos, fijos en la luna, reflejaban la tormenta que se desataba en su interior. Su corazón latía con un ritmo frenético, lleno de preocupación por el caos que pasaba su manada. La furia y el dolor por sus lobos heridos en la batalla que sentía se estaba desarrollando,
—Me niego —respondió Rezef de inmediato, guardando el pergamino en el bolsillo interior de su abrigo largo—. Se queda conmigo —dijo, cruzándose de brazos con determinación. —Uno de los dos tiene que morir. Son las reglas del trato que han sellado. Es imposible que ambos cumplan con las exigencias; el pergamino se alimenta de la vida del que falla. —¿Es realmente así…? —preguntó Rezef, incrédulo. —Es un conocimiento que pocos poseen. El pergamino elige a una víctima al azar y usa su veneno para incapacitarlo de cumplir uno o varios requisitos… Ella le era más apetecible por su magia; la maldición del pergamino ayudó a envenenarla. "¡¿Cómo este maldito sabe todo eso?!" Pensó furioso Rezef. "¿Ha espiado? ¿O Tiene una fuerte conexión con el pergamino…?" —¡NO DIGAS ESTUPIDECES! ¡¿Cómo un maldito pergamino puede hacer algo así?! —gruñó Rezef, su voz llena de rabia y desesperación. El ser exhaló, chasqueando los dedos. De repente, una visión se materializó ante Alfa Re