✧✧✧ 2 días más tarde. ✧✧✧ La lluvia caía fuertemente en el territorio de Luna Plateada esa mañana. En la imponente mansión de la manada, Maray se encontraba en una habitación que dejaron únicamente para Connor, fortalecida con su magia. El cachorro había pasado en cama, apenas alimentándose. Mientras soportaba todo el dolor que lo invadía, gracias a los sellos compartidos entre Zoraida y él. Tras revisar que su pequeño cachorro estuviera estable. Reina Maray salió de la habitación. Clac~ Apenas la puerta se cerró, Maray se sorprendió cuando vio a Connie que la esperaba en el pasillo. —¿Hermanito se va a recuperar? —le preguntó la melliza, con su voz temblorosa y sus grandes ojos celestes llenos de tristeza. —Él ahorita… Está muy débil cariño, tenemos que darle su tiempo… —Maray se forzó a sonreír. Mintiendo descaradamente a su cachorra. —¿También a ella piensas sobreprotegerla? —le preguntó Alfa Rezef, que recién llegaba a ese sector del pasillo. Maray frunció el
Cuando Tabitha despertó, se encontró en una pequeña cabaña, un fuerte aroma de madera recién cortada que la rodeaba. Reina Maray había construido con su magia una cabaña entre las profundidades del bosque. Una chimenea en el interior que iluminaba y calentaba el lugar. La cabaña únicamente tenía un pequeña sala, una banca de madera en la cual Tabitha había estado durmiendo. La hembra de Luna Plateada, se vió utilizando un vestido rojo brillante. Mismo hecho con la magia de Reina Maray a base de su sangre. Maray vestida también utilizando su magia del Círculo Escarlata. Estaba sentada en una silla de madera frente a la chimenea. —No te llevé a la mansión. No podía, la situación es tensa y te hubieran encerrado para interrogarte —le contó Maray, percatándose de que Tabitha ya había despertado. —Gracias… —susurró Tabitha. Viendo fijamente a esa hembra pelirroja que tan solo semanas atrás odiaba a muerte. —No me agradezcas. Si eres una amenaza, tendré que matarte aquí
—Eso es porque… Su loba fue sellada en un ritual maldito —le explicó Maray a Beta Aeron. —¿Ritual maldito? —ese Beta hizo una expresión de confusión, acercándose hacia la banca donde yacía Tabitha inconsciente—. ¿Utilizó su don en ella, Reina?, tiene… La marca de su mordida, es algo que le dolerá mucho cuando despierte. —La verdad. No sé qué hacer con ella… ¿Debería dejarla despertar? ¿Y si es una amenaza?, Gaspar le hizo algo y ahora, su loba está sellada y posee magia negra —le comentaba la situación esa Reina a su Beta. Aeron, llevó su mano hacia su mentón, en un gesto pensativo a la vez que recostaba su espalda a la pared de la cabaña. Su mirada azul, viendo analítico a Tabitha. —¿Cree que ella pueda ser una trampa de Gaspar?, recuerdo que ese lobo siempre ha sido muy astuto. Le tendió trampas muy extrañas y peligrosas a Alfa Ginne. Ella cayó en varias. Maray asintió, sentándose en la silla de madera, ella se cruzó de piernas y brazos. —Eso es lo que me preocupa. Una
Tras la lluvia, las nubes lentamente dejaban despejado el cielo; la luna llena iluminaba el paisaje que rodeaba el castillo de la manada de "Garra Dorada". Las paredes de piedra oscura parecían absorber la luz de la luna, creando una atmósfera de tensión. Dentro de esos muros, el aire estaba cargado de furia y descontento.En el gran salón Real, donde las sombras se hacían presentes bajo la luz de los candelabros, el Rey Alfa Dalton discutía seriamente con su Beta, Gaspar: —¡Ya dos días y no hay ni rastros de la maldita Tabitha! ¡¿Cómo pudiste dejarla escapar?! —rugió Alfa Dalton, su voz resonando como un trueno. Sus ojos, dorados como la luz de la luna, mostraban su ira contenida.Beta Gaspar, ese hombre lobo brujo, mantuvo la mirada en el suelo, sintiendo el peso de la culpa y la determinación en su pecho.Sabía que había cruzado una línea, pero su plan era más grande que su lealtad inmediata.Aunque no lograba conectar con Tabitha, sabía que cuando lo hiciera todo seguiría su
En el territorio de Luna Plateada. La luna brillaba intensamente sobre el bosque, iluminando los colores del otoño, mismos que comenzaban a cubrir el suelo con hojas doradas y rojas. El aire era fresco y Maray sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras miraba a Rezef acercarse fuera de la cabaña que ella había construido; la figura de ese Alfa, oscurecida por las sombras de los árboles. —¿Qué estás haciendo aquí, Rezef? —preguntó Maray, tratando de mantener la firmeza en su voz a pesar del nerviosismo que la invadía. Alfa Rezef se detuvo a pocos pasos de ella, el viento frío moviendo su cabello semi largo oscuro. La distancia entre ellos estaba cargada de tensión. La mirada gris de ese macho brillaba ligeramente como solía hacerlo siempre que su naturaleza lobuna se hacía presente. —Te he estado buscando… ¿Qué haces escondida aquí?, huele a ese Beta tuyo… ¿Te tomaste la molestia de hacer una cabaña para estar a solas con él? —dijo Rezef, su tono era grave, un claro desc
—Y si… ¿Vamos a caminar un poco más?, solo disfrutemos de esta hermosa noche… —propuso, guiándolo más profundo en el bosque. Rezef exhaló. ¡Era claro que ella ocultaba algo! Su Luna era terrible fingiendo. Le fue fácil sospechar de ella cuando ocultaba su verdadera identidad. Sin embargo, también tenía curiosidad por ver hasta dónde era capaz de llegar. Aún más, una parte de él, deseaba que todo estuviera bien entre ellos, y aunque fuera fingido entre el desespero de Maray por "ocultar algo", al menos, estaba junto a ella. …….. Mientras caminaban por el bosque, el crujir de las hojas bajo sus zapatos resonaba en el silencio de la fría noche otoñal. La atmósfera, impregnada de un aire fresco, se tornó densa cuando Rezef decidió romper el silencio: —May, tengo que hacer eso… —decidió él continuar con la charla que entre los dos, tanto evitaban tocar por sus humores chocantes—. El plan contra Dalton es arriesgado, más que eso, mortal para mí, pero es nuestra m
Alfa Rezef sostenía a Maray con una firmeza ardiente entre sus brazos, como si soltarla significara que su mundo se desmoronaría. La energía entre ellos era una llamarada inextinguible, una tensión que vibraba en el aire, creando un espacio sagrado solo para ellos dos bajo la luz de la luna. Reina Maray buscó la boca de su mate nuevamente, esta vez con fervor desbordante, como si intentara absorber cada fragmento de él. Sus labios se entrelazaban en una mezcla húmeda y cálida que hacía latir sus corazones descontrolados, sus cuerpos impacientes, deseándose con desesperación, como agua en el desierto. Las manos de esa hembra pelirroja se deslizaron por los músculos de la espalda de su Alfa, sintiendo la calidez de su piel a través de la tela de su camisa negra de manga larga. La necesidad la invadía y cada roce avivaba aún más el fuego que ardía en su interior. —No puedo… Ah~ no quiero dejarte ir… —murmuró ella entre besos, su aliento cálido chocando contra el rostro de Rezef,
En un momento, Reina Maray tomó su rostro entre sus manos y lo miró profundamente a los ojos grises, como si quisiera grabar ese instante en su memoria. Como si dentro de ella… se estuviera despidiendo de ese Rey Alfa, del que inevitablemente se había enamorado hasta decidir dar su vida por él. Con un movimiento ágil, Rezef desgarró su pantalón, dejando a su Luna completamente desnuda. La levantó, envolviendo sus piernas alrededor de su fuerte cintura; mientras continuaban besándose, uniendo sus cuerpos en un abrazo que parecía eterno. Cada roce y cada mínimo contacto le recordaban a ese Alfa que su amor no era solo una emoción, sino un fuego ardiente que jamás se apagaría, una conexión eterna que los uniría por siempre. El mundo a su alrededor no existía mientras se entregaban el uno al otro, perdidos en la pasión y el intenso amor. Maray llevó su boca hacia la oreja de ese Alfa, un beso seguido de pequeñas mordidas, disfrutando del ligero rubor que se mostraba debido a l