La lluvia caía implacable en la profundidad del bosque, empapando el suelo cubierto de hojas marchitas y lodo; las ramas retorcidas de los árboles provocaban un escalofriante sonido al chocar entre sí mecídas por el fuerte viento. Beta Gaspar, el lobo brujo, avanzaba cautelosamente, sus sentidos agudizados por la magia negra que fluía a su alrededor. De repente, un sonido abrupto rompió la monotonía del aguacero: un aullido lejano, profundo y agónico, que resonó en el aire frío de la tormenta. Gaspar, al instante, se detuvo en seco. El aroma inconfundible de un lobo de Luna Plateada llegó a sus fosas nasales, un indicio de peligro. No se trataba de cualquier lobo. ÉL YA LO CONOCÍA. El Beta de Luna Plateada. ¿Se había acercado a los territorios de Garra Dorada por Tabitha? Era lo que más tenía sentido para Gaspar. "Oh ni lo sueñes. Esa loba ya me pertenece" Pensó malicioso Beta Gaspar. Sin embargo, sintió en ese instante, una poderosa energía mágica. ¡BETA AIDEN N
Aún en su forma lobuna. Él lanzó un fuerte hechizo de distracción. Un manto de neblina negra se extendió a su alrededor, sumergiendo toda la zona en la oscuridad. Aprovechando la confusión, se preparó para huir, pero antes de hacerlo, sintió un filo atravesando su abdomen. —¡AHG! ¡M@LDITA AVE! ¡¿Y AHORA QUÉ DEMONIOS NOS HIZO?! —gritó el lobo de Beta Gaspar, herido. Ese lobo fue atravesado con una daga hecha de hielo, forjada con magia, que le causó un dolor agudo y punzante. El lobo de Gaspar, aturdido, se dio cuenta de que el verdadero peligro no solo era la ave, sino principalmente el poder que emanaba en su forma humana. Él se lanzó hacia la oscuridad del bosque, decidido a escapar. Beta Gaspar escapó, impulsado por la adrenalina y el dolor punzante que aún atravesaba su abdomen. La oscuridad del manto negro lo envolvía, otorgándole una breve oportunidad para irse. La figura del hombre de tez pálida, con su cabellera blanca y su aura helada, lo perseguía, y Gaspar sabí
Esa noche comenzaba a nublarse en el territorio de Luna Plateada. El viento meciendo las copas de los árboles en el jardín, desprendiendo aquellas marchitas, como una lluvia de la naturaleza. En el centro de ese sector, una fuente emanaba un suave murmullo de agua, añadiendo un toque de serenidad al ambiente tenso de esa noche fría. Reina Maray apareció de repente, su cuerpo esbelto envuelto en una bata ligera de seda roja que caía sensualmente sobre su figura, revelando la elegancia de cada una de sus curvas. Sin embargo, la belleza de la escena se desvaneció en el instante que sus ojos celestes mostrando un ligero tono rojizo, se encontraron con la imagen de Alfa Rezef, su esposo y Alfa de Luna Plateada. Ese poderoso hombre lobo, yacía sentado en el césped recostando su espalda a la fuente, una expresión de dolor dibujada en su rostro, con una profunda herida de garras en su costado derecho. —¡Rezef! —gritó Maray, corriendo hacia él, su corazón latiendo con fuerza. L
Rezef se sorprendió en un instante, rápidamente su expresión cambiando a una seria. —¿Y qué te dijo? —Bueno… Cierto Alfa se lastimó a sí mismo, gritando por mi atención y vine sin escuchar los resultados… Así qué… —¡Tenemos que volver con Zoraida! —exclamó Rezef. —¡¿Eh?! ¿Ya? —¿Por qué nos quedaríamos?, mi hermano está aquí, mañana estará en condiciones de vigilar. Maray suspiró, guardando silencio un poco inconforme. —Connie está muy bien, después de quitarle el sello. Se descubrió que tiene potencial como hechicera y está más ligada a Noche Carmesí. Es una híbrida y… Significa que tenemos que protegerla aún más —continuó Maray explicando a su Alfa. —Oh… Eso no lo esperaba… —se sorprendió él— ¿Y nuestro cachorro? —¿Connor…? —preguntó Maray con nerviosismo sin querer decirle lo sucedido. —¿Tenemos otro niño acaso?~ —sonrió Rezef. Maray le devolvió la sonrisa, y continuó hablando: —Connor no está muy bien… Él… No sé… Le afectó demasiado y no sabemos porqué está
Beta Gaspar gruñó con furia. Tabitha, la loba de Luna Plateada, había desaparecido mientras él luchaba por sobrevivir contra ese ser. Con un esfuerzo monumental, ese Beta logró levantarse. Su mirada dorada miel se centró en su Alfa, Dalton, cuyas intenciones eran tan claras como el cielo tormentoso. —No lo sé —respondió Gaspar, su voz hecha un susurro quebrado—. No tengo fuerzas para seguirla. Ese Alfa le lanzó una mirada feroz, un destello de ira que hizo que el corazón de Gaspar temblara. No sólo el respeto, la sangre y el juramento lo unía a su Alfa, si no también… ¡El poder de ese Alfa! Ni aún con toda su magia negra, Gaspar podría vencerlo. Después de todo, el don de la diosa que poseía Dalton lo hacía casi invencible. —¡Vuelve al castillo, Gaspar! —ordenó alfa Dalton, su voz resonando con autoridad—. Tú no estás en condiciones de pelear. Mírate, luces lamentable. Beta Gaspar asintió. Alfa Dalton se lanzó hacia el bosque, siguiendo el rastro de Tabitha que se
La mansión de Zoraida estaba sumida en un rotundo silencio. En el centro de la habitación, la hechicera anciana miraba a su nieta, Reina Maray, con una mezcla de tristeza y determinación. —Maray hija —habló Zoraida, su voz resonando con la autoridad de quien ha visto más de lo que podía soportar—. Según el chequeo completo… Debo decirte que el resultado es… devastador. Has quedado estéril. El aire se volvió denso. Maray, sintió que su mundo se desmoronaba. Su corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de su pecho. —¿Qué? ¿Segura, abuela? —preguntó, su voz temblando, pero en su interior una tormenta de emociones la asfixiaban. Zoraida desvió la mirada, incapaz de sostener la intensidad de la tristeza que emanaba su nieta. —Las pociones que has ingerido… No sabías exactamente… Has estado alterando tu cuerpo, Maray, y ahora… Ahora ha ocurrido algo irreversible. Alfa Rezef, que había estado callado escuchado sentado al lado de Maray, se puso de pie de un salto, su r
✧✧✧ 2 días más tarde. ✧✧✧ La lluvia caía fuertemente en el territorio de Luna Plateada esa mañana. En la imponente mansión de la manada, Maray se encontraba en una habitación que dejaron únicamente para Connor, fortalecida con su magia. El cachorro había pasado en cama, apenas alimentándose. Mientras soportaba todo el dolor que lo invadía, gracias a los sellos compartidos entre Zoraida y él. Tras revisar que su pequeño cachorro estuviera estable. Reina Maray salió de la habitación. Clac~ Apenas la puerta se cerró, Maray se sorprendió cuando vio a Connie que la esperaba en el pasillo. —¿Hermanito se va a recuperar? —le preguntó la melliza, con su voz temblorosa y sus grandes ojos celestes llenos de tristeza. —Él ahorita… Está muy débil cariño, tenemos que darle su tiempo… —Maray se forzó a sonreír. Mintiendo descaradamente a su cachorra. —¿También a ella piensas sobreprotegerla? —le preguntó Alfa Rezef, que recién llegaba a ese sector del pasillo. Maray frunció el
Cuando Tabitha despertó, se encontró en una pequeña cabaña, un fuerte aroma de madera recién cortada que la rodeaba. Reina Maray había construido con su magia una cabaña entre las profundidades del bosque. Una chimenea en el interior que iluminaba y calentaba el lugar. La cabaña únicamente tenía un pequeña sala, una banca de madera en la cual Tabitha había estado durmiendo. La hembra de Luna Plateada, se vió utilizando un vestido rojo brillante. Mismo hecho con la magia de Reina Maray a base de su sangre. Maray vestida también utilizando su magia del Círculo Escarlata. Estaba sentada en una silla de madera frente a la chimenea. —No te llevé a la mansión. No podía, la situación es tensa y te hubieran encerrado para interrogarte —le contó Maray, percatándose de que Tabitha ya había despertado. —Gracias… —susurró Tabitha. Viendo fijamente a esa hembra pelirroja que tan solo semanas atrás odiaba a muerte. —No me agradezcas. Si eres una amenaza, tendré que matarte aquí