"Aunque yo también te ame… Seré feliz si eres feliz, eso… Eso es suficiente" Pensó Beta Aiden, con ese dolor creciente en su interior. —¡LO SÉ! ¡MALDICIÓN! ¡SÉ QUE REZEF HIZO MUCHO POR TI…! PERO… NO PUEDO ESPERAR. Tras esas palabras, finalmente la loba de Tabitha emergió entre la espesura del bosque. Una grande y hermosa hembra Alfa, la loba más fuerte, inteligente y habilidosa de Luna Plateada se mostró, luciendo su pelaje tan oscuro como la misma noche. Thara, esa hermosa loba, encimó a Beta Aiden, que cayó sentado en el suelo, viéndola hacia arriba. « Finge ignorancia y vuelve a la mansión. Beta. » , le dijo Thara, dándole a entender a ese Beta que sin importar NADA, volvería hacia ese Alfa. —¡NO PUEDES IR! ¡TÚ- Antes de que ese Beta termine de hablar, Thara se alejó rápidamente, corriendo a gran velocidad, se perdió entre la penumbra boscosa. Beta suspiró con pesar, aún sentado en la tierra entre hojas secas y ramas rotas, posó sus manos en su cabeza, en un gesto de
"No. Debe ser un error… Un engaño, una impostora. No se parece a esa desgraciada e inútil mate del Alfa…" Pensó Tabitha, su cuerpo tembloroso, su corazón latiendo aceleradamente. Ante sus ojos veía la intensa escena que vivían esos Reyes Alfas. "Pero… Era hija de Ginne, y esa perra de Ginne… Era extremadamente fuerte. Rezef perdió varias veces ante ella" …… Mientras Tabitha estaba sumida en sus pensamientos. Las garras de Maray rozaron cortantes el cuello de ese Alfa que seguía viéndola fijamente, sin ni una pizca de temor. Un hilo de sangre apareció en el cuello de ese alto Alfa, pero él seguía inmóvil, con una expresión seria, no le quitaba la mirada de encima a su Luna temporal. —¿Crees que no sería capaz de matarte? —gruñó Maray— ¡Me encantaría hacerlo! "Aún si me gustas… Sentimientos tan estúpidos JAMÁS se van a interponer en mi venganza" Pensó esa Reina Alfa de Cielo Esmeralda. —No lo harás, al menos no por ahora. Porque no te serviría de nada destruir a tu aliado
Tabitha se puso de pie, dejando emerger a Thara con renovada determinación, y se dirigió directamente a la mansión, dispuesta a seguir sus planes. ¡Tarde o temprano, ese Alfa sería únicamente suyo! …… En el jardín trasero de la mansión, entre la zona boscosa del sector este. Un círculo de conexión también hecho con la magia y sangre de esa Alfa Reina, se mostraba oculto entre las hojas secas que caían de los altos y frondosos árboles. PUUUUF~ En ese momento, tras un brillo escarlata que iluminó el lugar por unos instantes. Luna Maray y Alfa Rezef aparecieron en el círculo. ¡Él se quedó impactado! Fue un viaje nada grato y hasta doloroso de soportar, pero… ¡FUE SORPRENDENTE! Al menos para él, que vivía tal experiencia por primera vez. Ese poderoso hombre lobo sintió una emoción hacer latir aceleradamente su corazón y una adrenalina que recorría todo su cuerpo. Jamás esperó que su mate supere absolutamente todos sus perfeccionistas estándares para "Luna verdadera".
El corazón de Reina Maray, no dejaba de sentirse desesperado por sostenerla entre sus brazos y ver que su cachorrita estuviera sana y salva. —Iré por ella —dijo Maray con su débil voz, quitándole el hechizo a Connor y dándoselo a cargar a Liza— Volveré pronto. Iré por tu hermanita~ —sonrió Maray acariciado la cabecita del cachorro que asintió. —Tú no irás a ningún lado —le detuvo ese Alfa del brazo— ¡Mírate! ¡Pareces un cadáver andante! —¿Ah? —Maray le gruñó a ese Alfa— ¡No te metas en lo que no te importa, Rezef! —¡ME IMPORTA! —alzó la voz ese Alfa. En ese mismo instante, Connor se aferró más a Liza, tembloroso hacía un puchero. Rezef se percató que estaba asustando al niño con su fuerte tono de voz, y suspiró, hablando más en calma: —Yo iré por la cachorra. Tú te vas a quedar aquí esperando y descansando. ¿Lo has entendido? —¿Me estás dando una órden? —le preguntó esa hembra de Cielo Esmeralda. Nada contenta. Rezef no le respondió. Para él, no valía la pena perder el ti
« Mi papá no es Beta. Mamá guarda secreto y no dice, pero… Tienes que ser tú. » Las palabras que la pequeña cachorra había dicho, cruzaban por la mente de ese Alfa, durante todo el camino de regreso a la mansión. Él ya lo sospechaba. Incluso estaba seguro de sí mismo y su creencia al respecto, que Connie lo haya dicho, simplemente fue como una confirmación más que le devolvió la calma. En el vasto cielo las primeras estrellas comenzaban a salir. La oscuridad iba cubriendo como un manto el bosque, finalmente ese Alfa salió de entre la penumbra frondosa, su sorpresa, fue ver que Maray seguía esperando ahí. —Creí haberte dicho que descanses, Luna —le habló él fríamente. Nada contento con el descuido y poco amor a sí misma que se tenía esa hembra. —¡¡¡CONNIE!!! —Maray ignoró rotundamente a ese Alfa. Ella corrió hacia él, pero por la pequeña cachorra que Rezef cargaba con cuidado entre sus fuertes brazos— ¡Hija! —hablaba esa Reina de Cielo Esmeralda, en su rostro dejaba en
Clac~ Maray ingresó a la habitación. Sorprendida de que él haya adivinado que se trataba de ella. —¿Cómo lo supiste? —De la manera más degradante, Luna~ solo mis cachorros y tú, son a los que no puedo sentir, oler, no hay ni una m@ldita forma… Los lobos de tu manada tienen sus aromas alteradas, al igual que Aeron, imagino que por lo que sea que les des para que pase. Pero tú y mis cachorros son "casi invisibles"… Imagino que es por los sellos. Maray suspiró con un poco de molestia. —¿Sigues dando por hecho que soy esa mate que- —¡SUFICIENTE! —alzó la voz ese Alfa, frunciendo el ceño, a la vez que dejaba su copa con vino sobre la mesita frente al sofá—. Deja de tratarme como a un estúpido. ERES MARAY, seguir ocultando eso, te hace ver cómo una tonta e inmadura. Maray frunció el ceño. Pero ese Alfa tenía razón… Ella suspiró, posando su mirada en dirección al techo, seguidamente volvió a ver a ese Alfa imponente sentado frente a ella. —Lo soy. Soy… Soy ella… —confesó en un
Reina Maray exhaló, cruzándose de brazos, con una rigidez fría, veía hacia Alfa Rezef. —Está bien. Quizá… me excedí un poco —dijo ella entre dientes ante su enorme orgullo—. Solo has mostrado interés en mí, de esa forma, así que creí que… —¿Todavía te duele? —interrumpió Alfa Rezef, con su voz cortante como el acero. No había olvidado la debilidad que había envuelto a esa hembra todo el día. Algo que a él… Lo tenía preocupado. —Me siento mejor —respondió ella, pero la fragilidad de su tono traicionaba su verdad. —Mmm… —él se levantó del sofá, su figura alta e imponente proyectándose sobre Maray como una sombra amenazante. Ella retrocedió, pero ese hombre lobo la atrapó entre sus fuertes brazos, con una facilidad sorprendente. Terminando por cargarla. —¡Hey! ¿Qué haces? ¿No dijiste que no querías que estuviera en tu habitación? ¿O me vas a echar? ¡Si lo haces, te- —Hablas demasiado, Luna~ —sonrió él, una sonrisa que no alcanzaba a mirar esa hembra, mientras la llevaba hacia
—¡SÍ! ¡FUE TU M@LDITA CULPA DESDE UN INICIO, REZEF! —gruñó ella, mostrando sus colmillos en un gesto desafiante—. ¿Por qué? ¿Me vas a matar? ¿O piensas golpearme? Alfa Rezef frunció el ceño. No quería herirla… Mucho menos aprovecharse de la vulnerabilidad de Maray, sintiendo su cuerpo frío como el hielo y pálido ante la debilidad. Él desvió la mirada, evitando hacer contacto visual con ella. ¡Era evidente que Maray lo estaba retando! Ella deseaba más motivos para odiarlo, para alimentar su sed de venganza y liberarse del apego que crecía en su corazón a pasos agigantados. La pena la consumía. Esos sentimientos de atracción hacia ese macho la enfurecían. —No siempre fue así… Te vi hoy, cuando nuestra cachorra se extravió. Los amas… Los amas más que a nada en el mundo —dijo Alfa Rezef, volviendo a encontrarse con la mirada de su Luna temporal. Sus ojos grises claros se clavaron en ella con intensidad, él se inclinó hasta que sus alientos se entrelazaron—. Quizá al prin