Viajé definitivamente a otra sintonía una vez que regresé al departamento.
Andaba de ánimos; puse algo de música en el equipo, me di un buen baño de tina y luego me metí a la cocina, con el fin de sorprender con algo bueno a mi feminista millonaria, además de lo mío. Las cosas marchaban mejor que nunca y todo era cosa de tiempo para seguir cumpliendo mis propósitos.
En eso sonó una vez más el hijo de puta ese del maldito teléfono. Respondí pensando que tal vez ya era hora de cambiar el maldito número ese que ya era demasiado accesible en la ciudad, al parecer para cualquier pelagato que simplemente se lo propusiese.
— ¿Sí?
— ¿Usted es Bruck el gigoló verdad? —Preguntó una voz femenina que se me hizo bastante familiar.Llevaba muchísimo tiempo ensayando aq
Tras una cena que se prolongó por muy poco tiempo mediante un silencio absoluto, mi feminista millonaria se fue a encerrar a mi pieza para hablar por teléfono por alrededor de una hora, sumandole así un nuevo y doloroso roce a mi herida que a esas alturas estaba cada vez más dolorosamentente irreconciliable.Yo seguía triste y había decidido emborracharme jugando pac man con mi consola de juegos retro conectada a la tele. Había apagado las luces y mi vista estaba pegada fija a la pantalla y cuando mi feminista millonaria terminó con lo suyo partió directo hacia mi regazo, así como sintiéndose culpable de algo y con la imperiosa necesidad de lavar su culpa.Mis manos estaban fijas en el joystick salvo para agarrar la botella de vodka a unos intervalos que cada vez cobraban más y más frecuencia.— Yo también q
Al día siguiente se repitió la tónica de aquellos días, puesto que el hijo de puta del teléfono sonó casi a primera hora de la mañana. El número era desconocido y estuve a punto de arrojar el aparato por la ventana edificio abajo al medio de la calle cuando creí que era mejor dejarlo para cuando llegara el momento indicado.— Hola Bruck. ¿Eres Bruck, cierto?Que linda forma de partir el día, pensé.— ¿Que tal, Evka?— Un poco preocupada porque anoche me llamaste muy tarde. Resulta que también me llamó tu novia anoche. Dijo que si volvía a asomarme por allá me iba a partir la cara. ¿Por qué tenían que ser las cosas así, Bruck? ¿No te das cuenta de que lo perdí todo por tú culpa y yo sin saber que tenías mujer? Carok ya me lo había advertido.— ¿Y qué es lo que te había advertido?—
El barrio artístico de la ciudad quedaba más o menos a unos quince minutos en coche, por lo que no fue muy difícil llegar ahí tras haber transitado apenas por un par de avenidas principales.Aparque en un supermercado que había alrededor del museo de la biblioteca y grande fue mi sorpresa cuando me topé directamente a Evka en la caseta de cobro del estacionamiento.Lucía exquisita con sus shorts deportivos y su escote y su ombligo al aire y no podía creer como era que Hugan la había botado así de esa manera, enviandola así de directamente a mis garras.— Sabía que ibas a llegar aquí —Dijo, tras darme un beso en la mejilla, bastante cerca de la boca— ¿Cómo estás Bruck?— Bien —Respondí, muy bien— ¿En serio me estabas esperando a mí?
Estaba en lo mejor de aquella fantástica mamada cuando de repente sentí sonidos de tacones avanzando abruptamente por la escalera. Evka estaba absolutamente en trance y no se daba cuenta de nada de lo que acontecía a su alrededor y decidí agarrarle el culo para que reaccionara.Fue absolutamente en vano, puesto que de un tirón y sin abandonar del todo mi verga se bajó los shorts. Su culo daba directamente a la puerta.— Viene alguien —Dije, cerrando los ojos.Evka seguía y seguía. Sus succiones de boca completa y los movimientos de su lengua iban casi al mismo ritmo de aquellos tacones que cada vez se acercaban más y más.— ¡Evka! —Dijo una voz— ¡Evka!Evka se incorporó pausadamente para ver quién era quien nos interrumpía y yo me
Crucé la calle.Me sentía el hombre más ganador del mundo.Salí de la manzana que ocupaba aquella casa y me dirigí en dirección hacia el supermercado donde estaba aparcado mi coche y había un par de tipos ahí que se notaba que estaban esperándome. Se veían siniestros, aunque con cierto aspecto ridículo.— Me llamo Caks —Dijo el tipo algo gordo que estaba apoyado en la puerta delantera.— Y yo soy Karzev —Dijo el tipo algo pequeño que estaba apoyado en la puerta trasera.No supe que pensar. Tal vez eran unos matones que estaban cazando a alguien y tal vez se habían equivocado.— Nos manda Hugan
Había llegado a casa con el afán de dormir una siesta de dos horas después de lo que me había parecido solo un extraño incidente.Más allá de eso nada, me sentía relativamente bien.Estaba a punto de quedarme dormido. No tenía ninguna putas ganas de ir al bar clandestino sanitario y estaba cansado. De partida no tenía idea cómo arreglármelas para interrumpir la cita con Doniv para acudir a la cena en casa de Evka, donde estaba invitada nada más y nada menos que la mismísima gobernadora de la ciudad.Estaba pensando en dejar de pensar en todo aquello para por fin entregarme a los brazos de morfeo cuando una vez más sonó el maldito teléfono.Era mi feminista millonaria.— ¡Aló! —Dijo— ¿Bruck? Necesito hablar urgentemente contigo. Te tengo una propuesta.
La siesta se había ido al diablo producto del percance con mi feminista millonaria y me di mi tercera ducha del día. Evka me la había chupado y aquello lo ameritaba, puesto que uno nunca sabía lo que podía llegar a ocurrir, yendo incluso más allá de mi tercer confrontamiento sexoso del día. No tenía ningunas malditas ganas de salir hacia el bar clandestino sanitario pero ahí estaba, haciendo un esfuerzo y tragandome otra maldita píldora roja para poder sobrevivir y así tener fuerzas y cumplir con mi trabajo que daba la impresión de que no se iba a terminar nunca. Me puse unos jeans negros ajustados y una chaqueta también negra y ajustada y acudí al estacionamiento. Ahí estaba Carok, así como confundido buscando algo.— ¡Bruck! —Me dijo, en cuanto me vio— ¿Cómo estás?&n
La gobernadora de la ciudad me miraba fijo y a mi se me había puesto blanda y Doniv lo seguía intentando con todas sus fuerzas.Simplemente me maldecía por estar en el lugar equivocado y a la hora equivocada.— Perdón —Dijo ella, tras yo descubrir que su mirada pertenecía a la de alguien que estaba profundamente decepcionadx—. Venía a verte a tí pero me di cuenta que estás ocupado.Acto seguido la gobernadora de la ciudad se alejó en dirección hacia la salida del bar clandestino sanitario. Doniv seguía en aquello y la hice parar casi bruscamente.No podía creer que había pasado de un nivel de calentura máxima a esa sensación. Para colmo no tenía idea qué era lo que estaba pasando.— ¿Que pasa? —Preguntó ella, aún con mi verga en sus manos— ¿Quien se dio cuenta de esto?