ELEONOR
—¿Sabías que Krandy se presentará a fin de mes aquí en Kárpatos?
—¿Eh?
Dejo de mirar hacia los lados de las afueras de la universidad, para así prestar mi atención a Milú, quien buscaba la mínima oportunidad para hablarme de Colin y su grupo.
—Eleonor, ¿Por qué últimamente te veo tan distante? —Milú frunce los labios y se detiene frente a mí, cruzando las manos a la altura de su pecho mientras repara en cada expresión de su rostro—. Desde el domingo que estuvimos en la playa, he notado que estás algo nerviosa y a la defensiva, pensé que era porque Colin no hizo otra cosa que dedicarte canciones ese día, pero hoy es viernes y sigues igual.
Trato de sonreír y niego con la cabeza.
—No es nada, solo estoy nerviosa por la presentación que tengo mañana —miento.
En realidad, Milú tenía razón; no había dejado de sentirme a la defensiva des
ELEONOR-Últimamente te noto preocupada.Dejo de moverme por mi habitación y me detengo a ver a Admes, quién se encuentra sentado en mi cama, apoyando su espalda contra el respaldo de la misma.-No estoy preocupada.-No has dejado de morder la uña de tu pulgar -señala, torciendo una sonrisa-, no dejas de moverte, además de que estás muy callada. Ayer no disfrutaste de tu presentación, y eso que el caballero Colin Sámaras, no dejó de aplaudir y silbar en todo momento -se detiene, viéndome por largos segundos con una ceja arqueada-. ¿Quieres que continúe, Eli?Dejo salir u
ADMES¿Alguna vez te has preguntado quién fuiste? ¿Nunca te cuestionas de dónde provienes?Pues a mí me pasa a diario; cada vez que camino entre los humanos, ayudándoles a encontrar su alma gemela, esa persona con la que compartirán el resto de sus días en la Tierra, me pregunto si alguna vez yo fui uno de ellos.Mi mente da vueltas al tratar de recordar algo de lo que pude ser en el pasado, varios siglos atrás antes de que fuese elegido para ser uno de los ayudantes de Cupido, o a como a él le gusta llamarnos: un Agente del amor.Había visto tantas parejas unirse y declararse amor eterno, que ya incluso había perdido la cuenta. Estuve ahí en la unión de Isabell I de Castilla y Fernando II de Aragón; incluso fui feliz al ver la mirada de enamorados que compartieron Enrique Iglesias y Anna Kúrnikova.Sonrío de medio lado y me apoyo con ambas manos del borde del ventanal d
EleonorLas luces me enfocan en el escenario, mi respiración se torna agitada mientras a la vez siento ese nudo que se instala en la base de mi estómago cada vez que voy hacer una presentación.Amo lo que hago, el bailar se había convertido desde mi niñez, en el escape de la vida rutinaria y extraña a la que estaba acostumbrada.Suspiro profundamente y comienzo a dejarme llevar por la melodía del lago de los cisnes. A un costado del escenario, se encuentra mi profesora de baile, la guapa mujer de mediana edad que me ha acompañado desde el principio de ésta travesía. Ella eleva sus pulgares y me dedica una pequeña sonrisa, antes de que cierre sus ojos para así comenzar a disfrutar de la música.Comienzo a mover mis pies y manos al ritmo de la música, doy giros y saltos, para siempre caer sobre mis puntas. Al final hago una reverencia y espero los aplausos del público.Ded
—¡No vas a creer la noticia que tengo que darte! —retiro el móvil de mi oído y escondo mi cabeza bajo la almohada al escuchar los chillidos de mi mejor amiga.Muy posiblemente, algo extraordinario había sucedido, para que fuese capaz de llamarme a las 5: 30 de la mañana un día domingo.—¡Eleonor! ¿Estás ahí? ¡Contesta maldita sea! ¡Sé que estás con la cabeza bajo la almohada! ¡Sal de ahí, cobarde!Pongo los ojos en blanco y quito la almohada de mi rostro, pues sabía que si terminaba la llamada, ella volvería a llamar una y otra y otra vez hasta que yo le contestara, y si simplemente la seguía ignorando, iba a tener que soportar sus gritos durante al menos dos horas. Esa chica no se rendía con facilidad; la amo, claro está. Pero eso no le quita lo pesada que solía ser muchas veces. Así que tomo el móvil y lo acerco a mi oído, dejo salir un largo suspiro y decido contestarle.—Hola, Milú, ¿
ELEONOR Gracias a la educación que mi padre me había dado desde pequeña, solía ser responsable en todo: tareas, presentaciones, universidad... incluso cuando me invitaban a alguna fiesta, solía ser la primera en llegar; en ese punto tal vez no era tan bueno ser puntual, pues por lo general, los demás me veían con un destello de diversión en su mirada, pues incluso llegaba a verme como una niña con pocos amigos que vivía desesperada para que fuese tomada en cuenta en sus reuniones sociales.Lo cual no era así, pues simplemente tenía la manía de que si me daban una hora, llegaba a esa hora, a veces unos minutos antes, pero nunca tarde.Situación que no estaba ocurriendo el día de hoy al llegar a la universidad, puesto que, a unos pocos kilómetros de haber salido de casa, el auto de mi padre había decidido dejar de funcionar, retrasándome casi 10 minutos. No podía dejar de mirar el reloj, mientras espera
ADMESMe encontraba sentado en un montículo de arena frente al mar, esperando ver un nuevo atardecer, pero algo me tenía inquieto; ni siquiera dirigía mi atención hacia el horizonte, pues simplemente me dedicaba a mirar las palmas de mis manos con curiosidad.Conocía mis poderes desde un principio, los cuales se basaban únicamente en hacer que las personas se enamoraran, desaparecer y reaparecer en diversos sitios, leer la mente de los humanos, y aunque suene un tanto feo, hacer que estos hagan lo que nosotros queríamos.Pero ahora, me encontraba verdaderamente impresionado, no podía dejar de ver mis manos, aún pensaba en lo que había pasado ese mismo día; no podía explicarme el hecho de cómo había logrado hacer tal cosa. Eleonor iba a morir ahí, yo lo había visto todo; Pero simplemente ese deseo de que no muriera frente a mí, me motivó a lanzarme a la calle y así simplemente detener ese vehículo.<
ELEONORAhora que lo tenía de frente, no encontraba qué era aquello tan irresistible que Milú encontraba en Colin Sámaras. Pues para decir verdad, yo lo veía tal y como veía a todos los chicos de la universidad; bastante andrajoso en realidad en comparación a los otros.Lo miré de arriba abajo con rapidez, esas ropas negras y sus pantalones con cadenas, lo hacían lucir como todo un rockero, él poseía un pirsin en la esquina izquierda de su labio inferior, era como una especie de argollita que en realidad sí se le veía bien; su cabello largo lo llevaba sujeto en una coleta de caballo, sus muñecas eran decoradas con diversas pulseras negras con calaveras en ellas. En realidad, lo único que podía llamarme la atención en él, era el hecho de que sostenía entre sus manos una Sony a99 Mark II, la cámara que yo había deseado tener desde que me enamoré del mundo de la fotografía profesional, era capaz de reconocer esa cámara a
ELEONORMi padre se había ido temprano a la cama, mi pobre viejo había tenido un día difícil según me había comentado durante la cena; aún no había logrado reparar el auto, había ido al pueblo por unos nuevos repuestos, pero aun así, el cacharro se negaba a funcionar. De forma provisional, había terminado de reparar el viejo auto que me había regalado para mi último cumpleaños, en el cual se había encargado de llevarme y traerme a la universidad durante los últimos cinco días.Me dirijo hacia el escritorio en mi habitación, coloco la taza de chocolate caliente con malvaviscos que me había preparado, y luego me dedico a sintonizar a Mozart en YouTube. Acababa de tomar una ducha, por lo que prácticamente me encontraba lista para envolverme entre las cobijas y así dormir hasta el mediodía del siguiente día.Pero no fue lo que hice, las últimas noches me las había pasado navegando en Google, buscando artíc