Escucharle llamarme, señora White fue tan incómodo en ese momento. Odié que me llamará así, pero sabía que debía acostumbrarme a eso, no tenía escapatoria alguna, por lo menos durante un buen tiempo.—Déjenos a solas.—Sí, señor White.Jason no parecía muy alegra de querer dejarme con su abuelo, pero no tiene más opción que obedecer.—Encárgate de Mía por nosotros.—No es mi hija.—No necesitas encargarte de ella, yo lo haré.Expresé enojada. Me puse de pie y cargué a Mía para evitarle a él la molestia de encargarse de ella.—No dije que no lo haría.—No me importa, yo soy su madre. Tú no eres su padre.He usado el mismo tono de voz que él, claro está que su voz era más grave que la mía, pero me refiero a que he usado el mismo rechazo que él usó hacia Mía al recordarnos que no era su hija.—Dámela.—No.—Zoe...—Muy bien es suficiente, estoy agotado de tantas peleas por el día de hoy. Vete Jason, deja que la niña se quede.Jason se va azotando la puerta y yo dejo a Mía en la cama.—Ma
Haber hablado con el señor White de lo sucedido hace que me sienta de cierta manera en paz. Él me promete no hacer nada en contra de Jason, quería olvidarme de todo lo que había pasado con él aquel día. Quería pasar esa página de mi vida para siempre y hacer de cuenta que jamás sucedió.Durante la cena con el señor White me sentía extremadamente incómoda por haberle revelado algo tan íntimo y nada podía ser peor que la llegada sorpresa de esa mujer.—Habla.Exige Jason cuando ve que el mayordomo regresa tras abrir la puerta con una horrible expresión en su rostro. Automáticamente, dejo los cubiertos sobre el plato y miro a Jason sin entender qué sucedía.—Mi nieto ya te dijo que hables, ¿qué pasa?Pregunta el señor White con poca paciencia, pero con un tono de voz bajo.—Lo siento mucho, yo...Él se calla por unos segundos y me mira extraño.—La señorita Lily...Él no termina de hablar con Jason se levanta tan rápido que tira el asiento hacia atrás. El señor White mira a Jason, luego
Seguí hablando con mi abuela durante un rato más hasta que la señora Clarisa se une a nosotras y aprovechamos para charlar como solíamos hacer cuando vivíamos en aquella pequeña casita. Vivir de nuevo esos momentos fue gratificante para mí. Sin embargo, no podía dejar de pensar en que Mía tenía el mismo lunar que esa mujer y también la similitud de ella con Jason. Mi intuición me decía que era extraño y que debía averiguar.—Zoe, ¿escuchaste lo que dije? Tierra llamando a Zoe.La señora Clarisa mueve su mano frente a mis ojos para hacer que reacciones y me avergüenzo de haberme perdido en mis pensamientos.—¿Qué? Lo siento, estaba distraída con algo que pasó por mi mente.—¿En qué piensas?—Hija, ¿estás bien? Te ves un poco pálida, ¿Verdad, Clarisa?—Así es. ¿Quieres algo? ¿Te sientes mal?—No. Estoy bien, tranquilas. Estoy en mis días y por eso estoy tan pálida.Miento. Me llevo mi mano a mi rostro para dramatizar y hacer que mi mentira sea creíble.—Lo siento mucho, cariño.—Descuid
Los dos nos quedamos mirándonos fijamente, en total silencio. Hasta que decido que es hora de romper con este momento incómodo.—Debo irme. Mi abuela es muy vieja para cuidar de Mía, debo volver con ellas.Camino muy alerta e intento pasar por su lado para salir de la habitación, pero él me lo impide.—Déjame pasar, por favor.No dice nada y tampoco me deja pasar, retrocedo un paso y me quedo mirando enojada.—Si no piensas darme una explicación, entonces déjame ir.Esta vez no lo piensas dos veces y se hace a un lado. El que haga eso, me duele, pero no se lo demuestro con lágrimas sino con enojo. Paso por su lado sin tomarme la molestia de dejar de fruncir el ceño. Estaba bajando las escaleras cuando él grita mi nombre.—Zoe.En el momento en que me doy media vuelta para mirarlo a la cara termino pisando mal y me voy hacia atrás para luego terminar rodando por las escaleras.—¡Zoe!Esta vez su grito no era aterrador, sino uno de preocupación. Las escaleras eran muy largas o al menos
La incertidumbre de qué va a pasar me preocupa demasiado. Jason no regresó a visitarme ni una sola vez durante mi estadía. Mi abuela y la señora Clarisa se encargaron de cuidar de Mía hasta que me dieron de alta. Ellas se turnan para venir a visitarme y he tenido que insistir en que no hay de qué preocuparse porque pronto me darían de alta y así fue. Nada más duré tres días hospitalizada por órdenes del viejo señor White.—Debes estar más atenta por dónde pisas.Mi abuela sigue regañándome por haber sido torpe.—Seré más cuidadosa, abuela.—Pudiste matarte en esa caída.—No lo creo, tal vez pude haberme fracturado algún hueso, pero por suerte mi cuerpo es muy resistente y no fue la gran cosa.—Aun así...—Aun así, tendré más cuidado. Quiero ver a Mía y estar con ella, por favor.—Está bien. Iré por ella, está con Clarisa almorzando.—Gracias, abuela.Mi abuela sale de la habitación para buscar a Mía. Unas horas antes llegamos a casa del hospital, exactamente hace dos horas y cuando ll
Varias personas entraron en mi habitación para cumplir con la orden que el señor White les ha dado. No me sentía con ánimos de ir a aquel banquete, pero debía asistir sin importar lo que yo quisiera. Me casé con Jason precisamente para que él pudiera heredar todo y había llegado el momento. El señor White había puesto esto como una cláusula al momento en que firmé el certificado matrimonial.Tenía mucho miedo ir a ese banquete y que Mía no esté aquí conmigo. Mi preocupación era demasiado evidente, puesto a que el maquillista me mira detenidamente.—Señora White, ¿se encuentra bien?—¿Eh? Sí, no se preocupe.—¿Quiere que llamemos al señor White?—No será necesario. Gracias por preocuparse, por favor, continúe.Intento sonreírle para que no continúe con su interrogatorio. Él entiende perfectamente que no quiero hablar al respecto y respeta mi decisión. Continúa con su trabajo hasta que termina.—El señor White ha pedido que se traiga todos estos modelos para que usted escogiera. El maqu
Camino con cuidado para no caerme con este vestido. Sujeto con cuidado la tela para no arrugarla y me sostengo con cuidado de la baranda de las escaleras. No quería volver a rodar por pisar mal, ya lo experimenté una vez y no me ha gustado nada.En la planta de abajo estaban todos, incluido Jason. Se veía muy guapo con su traje, el cual combinaba a la perfección con el rojo de mi vestido. Mía estaba en brazos de mi abuela y llevaba un vestido al estilo de una princesita también en rojo. Se veía tan hermosa en ese vestido y quise llorar al reconocer que no podría darle nada de estos lujos yo sola. Trabajé medio tiempo en diferentes lugares para poder comprar lo básico y, aun así, el dinero no alcanzaba. Tuve que ser muy recursiva con los gastos y trabajar más de lo que debía. Incluso cuando estaba enferma salía a trabajar, tenía que hacerlo porque lo que tenía en mi mente era ser mejor para demostrarles a todos que podía salir adelante y ser una gran mamá, pero lo que más quería era qu
Esa manera en que ella nos observa me molesta mucho y me asusta a la vez. Pienso rápidamente y lo primero que se me ocurre es hacer una pregunta básica sin sonar asustada.—¿En qué puedo ayudarte?—Es mi hija.En lugar de responder otra cosa, ha reconocido en voz alta que Mía era su hija. Mi respiración se corta de a poco hasta que se vuelve muy difícil respirar.—Devuélveme a mi hija.—¿Tu hija?Estaba en shock, ya sabía que era su hija y la pregunta que he hecho es absurda. No obstante... Ya ni sé qué pensar o qué hacer en este momento.—He dicho que me regreses a mi hija.Lily da un paso hacia mí e intenta arrebatarme a Mía de mis brazos. Instintivamente, retrocedo y alejo a Mía de Lily.—¡¿Qué estás haciendo?!Termino gritando muy enojada por haber querido arrebatarme a Mía de esa manera.—Tú no eres su madre, yo lo soy.—Te equivocas. No fui yo quien dejó a una bebé recién nacida tirada en un suelo dentro de una caja bajo la lluvia para que muera sola. ¿Tienes idea de lo que hici