A la mañana siguiente, los cuatro se reunieron fuera de la villa. Eran Roberto, Hilario, Eliana y Deva.—Todos están aquí. Vámonos. —Pero parece que todavía hay una señorita que aún no ha venido. ¿No la esperamos? —preguntó el gerente de la isla.—Señorita Molina no se encuentra bien, así que está descansando en la cama. —respondió Deva. La razón por la que Joann no vino fue porque quería hacer algo cuando nadie estaba.—No me importa si ella está allí o no.Para Roberto, no necesitaba tanta gente para esta inspección, especialmente a Hilario. Los dos hombres se quedaron mirando mutuamente durante un aterrador segundo, y se cedieron el uno al otro. Eliana, de pie entre los dos, ignoró completamente la atmósfera fría entre ellos y le dijo al gerente:—Ya es la hora. Vamos a la zona de desarrollo.—Pero... —vaciló el gerente y giró la cabeza para mirar a los dos presidentes. Obviamente, sin órdenes de los poderosos, no sabía qué hacer. —No tengo ganas de trabajar hoy.—¿No tienes gana
Al ver que los jefes estaban de acuerdo, el gerente dijo: —Esperemos un momento. El coche llegará pronto. Después de un rato, llegó el autobús turístico. —Señorita Dolores, por favor. —dijo Roberto—Gracias. Eliana subió y se sentó. Roberto la siguió y estaba a punto de sentarse junto a ella, pero Hilario llegó primero. Fingiendo que no le importaba, Eliana giró la cabeza para mirar hacia la ventana. Hilario enarcó triunfalmente las cejas y Roberto frunció los labios en una mueca de tristeza. Deva siguió a Roberto y se sentó junto a él, con los ojos fijos en la pareja de la primera fila. Su gesto traicionó sus intenciones y manifestó su disgusto.Poco después de que los cuatro salieron de la villa, Joann, que fingió estar enferma, salió de su habitación y miró furtivamente a su alrededor. Después de asegurarse de que no había nadie allí, también salió del chañet. Sin embargo, Victoria estaba en la cocina y vio a Joann escabulléndose: «¿No está con su jefe? Qué extraño. ¿A dónde va
—Entonces... pasearemos orto día. —dijo Deva bajando la mirada. El coche iba rápido y solo tardó medio día en recorrer toda la isla. Al acercarse al autódromo, el gerente se emocionó mucho:—Señor Morales, es un autódromo famoso donde se han celebrado muchos campeonatos. ¿Quieres...—Vamos. —Roberto respondió antes de que el gerente preguntara.—A los hombres les gustan las competiciones. —dijo Eliana sonriendo.—¡Muy bien! ¡Vamos al autódromo! —El gerente se emocionó mucho y le dijo al conductor.—Por fin, algo interesante —dijo Roberto calentando—. Señor Lucero, ¿quieres una carrera? Te voy a ganar seguramente.Al escuchar esto, Eliana se dio cuenta de que fue otra provocación deliberada que le hizo contra Hilario. Pero a ella no le importaban los conflictos entre dos hombres.—Bien. —dijo Hilario y se quitó la chaqueta negra. —Si ustedes quieren competir, vamos a la carrera. Deva, sentada en el coche en silencio con las manos fuertemente apretadas, miraba fijamente a los dos homb
Después de que los hombres fueron a la pista de carreras, un empleado llevó a las dos señoritas a las gradas por donde podían ver en directo la carrera desde un buen vista. Deva se sentó y dijo a Eliana, quien estaba sentada a su lado, sarcásticamente:—¡Qué suerte tienes! Se enfrentan a tu favor. Pero Eliana estaba mirando su teléfono sin dar ninguna respuesta a su hermana.Victoria: [Señorita, Joann se coló en su habitación. ¿Qué debo hacer ahora?]Al leer este mensaje, Eliana miró a Deva con una mirada profunda y una sonrisa astuta en los labios: «No es de extrañar que ella fingiera estar enferma en lugar de aprovechar la oportunidad para mostrarse, y quisiera tender una trampa en mi habitación mientras yo estaba fuera. Sin embargo, es demasiado estúpida.»Eliana: [No hagas nada. No dejes que te encuentre.]Victoria: [Sí.]Eliana: [Espera a que se vaya, ve a mi habitación y mira si falta algo o si hay algo sospechoso.]Victoria: [Entiendo.]En ese momento, comenzó la carrera. Con u
Viendo dos coches uno frente al otro en la pista. Eliana se levantó de su asiento y caminó hacia la barandilla. Ambos hombres encendieron sus motores al mismo tiempo, pero solo un coche pudo pasar por la curva. Si hubiera una colisión, las consecuencias serían catastróficas.—¡Dios mío! No podemos darnos el lujo de asumir la responsabilidad si algo sucede aquí. Señoritas, por favor, persuádanlos. Esto no es una broma. ¡Por favor! —gritó llorando el gerente.—Hilario, ¡basta! ¡Para, para el coche, por favor! —Deva extremó con todas sus fuerzas.Pero Hilario no paró, como si no lo hubiera oído nada. Al ver esta escena, Eliana se quedó inquieta. Ella conocía muy bien a Roberto. Era probable que él no pensara en limitaciones. Pero no esperaba que Hilario también se volviera loco. La distancia entre los dos autos se redujo rápidamente, como si fueran a chocar en el siguiente segundo. Deva se cubrió los ojos y gritó de miedo:—¡No!Eliana tenía la frente empapada en sudor, y la mano con que
Por supuesto, Eliana notó la actitud indiferente de Hilario hacia su hermana, pero a ella no le importaba. Sin embargo, para Deva, no había nada que la doliera más que Hilario la tratara con indiferencia.—Hilario, te acompaño al hospital. —dijo Deva ansiosamente.—Estoy bien. —negó con la cabeza.—Oh, señores, me alegro de que estén bien. —dijo el gerente llorando de alivio. Se arrepintió de haber introducido a los presidentes al autódromo. Si hubiera habido un accidente, su carrera habría terminado. Afortunadamente, nadie resultó herido, excepto los coches.—¿Les gustaría seguir visitando otros atractivos turísticos? —el gerente desvió la conversación hacia otro tema.—Señorita Dolores, ¿qué te parece? —preguntó Roberto.—Regresamos. Todos necesitamos calmarnos. —respondió Eliana, se dio la vuelta y caminó hacia el autobús. No quería quedarse aquí ni un segundo más.—La directora está cansada. Volveré con ella para descansar. Si todavía queréis disfrutar del paisaje, pueden continuar
Deva regresó a la habitación, arrojó enojado la bolsa sobre la cama. Joann, que la siguió, cerró rápidamente la puerta. Miró desconcertada a su amiga y preguntó en voz baja:—¿Qué pasa? Cuando salí esta mañana, todo estaba bien. —¡Mala zorra!—¿Qué hizo Eliana?—¿Qué hizo? ¡Esa zorra no tiene que hacer nada! ¡Todos los hombres están dispuestos a morir por ella! —gritó Deva con los ojos llenos de ira y quería mucho matar a Eliana de inmediato. Deva no podía aceptar que Hilario, un hombre racional, se volvió tan loco por su hermana.Al escuchar esto, Joann tuvo una suposición aproximada: «Los hombres estaban compitiendo entre sí por Eliana porque...»—¡Púdrete, Púdrete en el infierno, Eliana! —gritó Deva entre carcajadas. Desde niña, buscaba la oportunidad de matar a su hermana. Pero a pesar de crear muchos accidentes, Eliana siempre tenía la suerte de sobrevivir. Como hermanas, no eran iguales. Eliana era hermosa, talentosa y querida. Pero a Deva siempre la descuidaron.—No te preocupe
Después de quitarse el maquillaje, Eliana salió del baño. Debido a que había estado pintando durante cuatro años, confiaba en su perspicacia y vista. Creía que Joann debía haber movido algo en la habitación. Miró a su alrededor. La cama estaba limpia y ordenada, y las decoraciones e incluso las maletas también estaban en su posición original. Ella se dirigió al escritorio y abrió la ventana al lado. Todo era normal. Finalmente, sus ojos se detuvieron en una taza de agua sobre la mesa. El asa de la taza, que originalmente estaba orientada hacia la izquierda, estaba a la derecha. Alguien había tocado la taza. Eliana notó la diferencia, pero no la mostró. En cambio, fingió no ver nada cuando pasó por el escritorio y caminó hacia el sofá. Se apoyó cansada en el sofá mirando el paisaje fuera de la ventana. Parecía que se estaba relajando, pero en realidad, estaba pensando: «No hay agua en la taza. Si quiere envenenarme, tiene que aplicar el veneno en el borde de la taza. Y... Hay alguien q