—No soy superior a ellas. No puedo... Justo entonces aparecieron Deva y Joann. Las dos también vinieron al restaurante a cenar. —Hermana, ¿por qué no comemos juntos? —dijo Deva sonriendo.—No, no quiero sentarme con la persona que no sabe respetar a los demás. —Deva dijo enojada, fingiendo estar infeliz. Al escuchar esto, Victoria bajó la vista y se sonrojó de repente.—Déjalo, Joann. Esto no es un problema grande. Además, la has golpeado, y ella ha reconocido su error, ¿verdad? —dijo Deva y giró hacia la asistente.—Sí. —respondió Victoria.—Bueno. —sonrió Joann triunfalmente. —¿Qué quieres decir con sí o no? ¿Quién me explica qué demonios está pasando?—Señora Lucero, no sabes cómo ha sido tu asistente. Le pedí cortésmente que me sirviera un vaso de agua, pero dijo que solo era su asistente y que no escuchaba las instrucciones de otras personas. Señora, ¿no crees que ella es de mala educación?—Es así cómo la eduqué. Se calló Joann y no se le ocurrió ninguna palabra para refutar
—Señora Lucero, yo no soy una camarera. —Victoria tampoco es tu sirviente. No quieres servirme café. ¿Significa que también puedo darte una bofetada? Joann se puso pálida al instante y miró hacia Deva, que estaba a su lado para buscar ayuda. Pero Deva mantenía una sonrisa digna en su rostro, sin intención de ayudarla. Eliana ignoró la expresión de Joann y miró con calma el menú. Justo cuando las tres pensaban que era hora de poner fin a esta farsa, Eliana dijo tranquilamente:—Victoria, golpéala. La asistenta estaba bastante confusa y nerviosa: «¿En serio? ¿Puedo hacerlo?» Y Joann se enojó aún más: «¡Maldita! ¡Me humilla de esta forma! ¿Tiene que hacer tanto por una asistente?» Al ver la expresión terrible de Joann, Victoria suplicó sin dejar de temblar:—Este... es un asunto liquidado. Ya está.—Golpéala. —repitió Eliana su orden. Victoria trabajaba como asistente durante cinco años y conocía muy bien su carácter. Si no obedecía, la directora ya no necesitaría a una asistente déb
Cuando vio a Roberto, Joann reprimió su resentimiento y se cubrió la cara con la mano. Exprimió unas gotas de lágrimas de las comisuras de sus ojos y miró al hombre que venía con tristeza.—Señor Morales, yo no debería haber venido aquí. Si no viniera, no sufriría estos agravios. Mientras lloraba, ella se inclinó hacia los brazos de Roberto. Pero él no quería prestarle atención y se apartó a un lado. Joann se quedó sorprendida y se echó a llorar desconsoladamente. Roberto se acercó a Eliana y se sentó junto a ella. —¡Estupendo! —aplaudió el hombre a Victoria.—¿Cómo? —Joann no podía creer lo que había dicho Roberto y se marchó con ira.El ambiente se volvió tranquilo pero embarazoso debido a la llegada del hombre. Al ver esto, Deva saludó a Eliana como si tuviera la culpa de algo y dijo en voz suave:—Lo siento mucho. Mi amiga siempre tiene mal humor.—¿Quién ha invitado a esa mujer quejosa y malhumorada? —preguntó Roberto con una sonrisa de sarcasmo.Deva apretó los labios y no habl
El tono de Roberto era muy frívolo, junto con su apariencia, parecía un galanteador. Eliana se mordió los labios y calló durante largo rato. —Ay, entiendo. Prometo no volver a decir nada. —Hermana, si es la verdad, deberías divorciarte del Hilario más temprano. De esta manera, puedes empezar una vida nueva con el señor Morales. —dijo Deva como si fuera una buena hermana que se preocupaba mucho por su hermana mayor. Sin embargo, Eliana no se sintió enojada, sino que se rió. No esperaba que Deva fuera tan estúpida que pensaba que no estaba dispuesta a divorciarse de Hilario hasta ahora. La realidad era todo lo contrario. Ella tenía muchas ganas de divorciarse de Hilario, pero el hombre se negaba a firmar el acuerdo de divorcio por ningún motivo. Eliana se encogió de hombros y dijo:—Quiero divorciarme de mi marido. ¿Por qué no convences a Hilario para que firme el acuerdo?Deva bajó la mirada y se puso deprimida. Pronto, el camarero les sirvió la comida. En ese momento, Deva se levant
A la mañana siguiente, los cuatro se reunieron fuera de la villa. Eran Roberto, Hilario, Eliana y Deva.—Todos están aquí. Vámonos. —Pero parece que todavía hay una señorita que aún no ha venido. ¿No la esperamos? —preguntó el gerente de la isla.—Señorita Molina no se encuentra bien, así que está descansando en la cama. —respondió Deva. La razón por la que Joann no vino fue porque quería hacer algo cuando nadie estaba.—No me importa si ella está allí o no.Para Roberto, no necesitaba tanta gente para esta inspección, especialmente a Hilario. Los dos hombres se quedaron mirando mutuamente durante un aterrador segundo, y se cedieron el uno al otro. Eliana, de pie entre los dos, ignoró completamente la atmósfera fría entre ellos y le dijo al gerente:—Ya es la hora. Vamos a la zona de desarrollo.—Pero... —vaciló el gerente y giró la cabeza para mirar a los dos presidentes. Obviamente, sin órdenes de los poderosos, no sabía qué hacer. —No tengo ganas de trabajar hoy.—¿No tienes gana
Al ver que los jefes estaban de acuerdo, el gerente dijo: —Esperemos un momento. El coche llegará pronto. Después de un rato, llegó el autobús turístico. —Señorita Dolores, por favor. —dijo Roberto—Gracias. Eliana subió y se sentó. Roberto la siguió y estaba a punto de sentarse junto a ella, pero Hilario llegó primero. Fingiendo que no le importaba, Eliana giró la cabeza para mirar hacia la ventana. Hilario enarcó triunfalmente las cejas y Roberto frunció los labios en una mueca de tristeza. Deva siguió a Roberto y se sentó junto a él, con los ojos fijos en la pareja de la primera fila. Su gesto traicionó sus intenciones y manifestó su disgusto.Poco después de que los cuatro salieron de la villa, Joann, que fingió estar enferma, salió de su habitación y miró furtivamente a su alrededor. Después de asegurarse de que no había nadie allí, también salió del chañet. Sin embargo, Victoria estaba en la cocina y vio a Joann escabulléndose: «¿No está con su jefe? Qué extraño. ¿A dónde va
—Entonces... pasearemos orto día. —dijo Deva bajando la mirada. El coche iba rápido y solo tardó medio día en recorrer toda la isla. Al acercarse al autódromo, el gerente se emocionó mucho:—Señor Morales, es un autódromo famoso donde se han celebrado muchos campeonatos. ¿Quieres...—Vamos. —Roberto respondió antes de que el gerente preguntara.—A los hombres les gustan las competiciones. —dijo Eliana sonriendo.—¡Muy bien! ¡Vamos al autódromo! —El gerente se emocionó mucho y le dijo al conductor.—Por fin, algo interesante —dijo Roberto calentando—. Señor Lucero, ¿quieres una carrera? Te voy a ganar seguramente.Al escuchar esto, Eliana se dio cuenta de que fue otra provocación deliberada que le hizo contra Hilario. Pero a ella no le importaban los conflictos entre dos hombres.—Bien. —dijo Hilario y se quitó la chaqueta negra. —Si ustedes quieren competir, vamos a la carrera. Deva, sentada en el coche en silencio con las manos fuertemente apretadas, miraba fijamente a los dos homb
Después de que los hombres fueron a la pista de carreras, un empleado llevó a las dos señoritas a las gradas por donde podían ver en directo la carrera desde un buen vista. Deva se sentó y dijo a Eliana, quien estaba sentada a su lado, sarcásticamente:—¡Qué suerte tienes! Se enfrentan a tu favor. Pero Eliana estaba mirando su teléfono sin dar ninguna respuesta a su hermana.Victoria: [Señorita, Joann se coló en su habitación. ¿Qué debo hacer ahora?]Al leer este mensaje, Eliana miró a Deva con una mirada profunda y una sonrisa astuta en los labios: «No es de extrañar que ella fingiera estar enferma en lugar de aprovechar la oportunidad para mostrarse, y quisiera tender una trampa en mi habitación mientras yo estaba fuera. Sin embargo, es demasiado estúpida.»Eliana: [No hagas nada. No dejes que te encuentre.]Victoria: [Sí.]Eliana: [Espera a que se vaya, ve a mi habitación y mira si falta algo o si hay algo sospechoso.]Victoria: [Entiendo.]En ese momento, comenzó la carrera. Con u