—Muy bien, espero tu mensaje. —respondió Roberto con una sonrisa triunfal. Había contratado la organización de la exposición con el Grupo Dolores, que era una subordinación de la empresa de los Lucero. Pero en esta situación, la exposición no tendría nada que ver con el Grupo Lucero. Mientras tanto, Eliana caminó hacia la calle preparándose para irse en taxi. Lo notó Hilario y andó directamente hasta donde estaba su coche. La levantó y la puso en el coche cerrándole el cinturón de seguridad.Era más agresivo, dominante y arrogante que antes. Eliana no sabía cómo reaccionar en esta circunstancia. El coche arrancó y pasó por Roberto. «Es imposible que ese tío me solpe a mi mujer», pensó Hilario conducía. Era tarde para escapar del coche. Eliana intentó abrir la puerta y descubrió que estaba bloqueada la puerta de su lado. Luego entraron en la autopista.—¡Pare, pare, pare! ¡Quiero bajar!—¿Estás loca? ¡Estamos en la autopista!—¿Loca? ¿Entonces quién ha producido un choque y casi me ha
Eliana estaba atónita durante un buen rato. Cuando reaccionó, empujó fuertemente a Hilario y le dio una bofetada a su cara. No esperaba que Hilario se volviera tan desvergonzado. Sitiendo un calor ardiente en la cara, se quedó mudo de asombro: «¿Me abofeteas? ¿Cómo es posible?»—Señor Lucero, ¿qué quieres hacer?Eliana lanzó un profundo suspiro, tratando de contener sus emociones para que no recayera la enfermedad. Lo miró a Hilario como si fuera un extraño.—Quiero besar a mi esposa. «¡Tu esposa! ¿Amites que soy tu esposa? ¿Por qué no lo hizo hace cuatro años», pensó Eliana y dijo con frialdad:—Hemos divorciado, Señor Lucero.—¿Divorciados? Nunca he firmado ningún acuerdo de divorcio.«¿Qué significa esto? ¿Me pide el acuerdo de divorcio? Simplemente es un documento. El fracaso del matrimonio ha sido probado por los hechos», pensó Eliana. La libertad había sobrepasado todo lo que podía imaginar. Pero también se puso un poco confundida: «¿No le había dicho Teresa de mi último deseo?»
En la empresa de los Dolores, Deva se preocupaba cada vez más de que Hilario creyera lo que dijo Eliana. Así que fue a la villa de Hilario. Cuando llegó, el criado le informó que Hilario no había vuelto. Pues Deva fue al estudio y siguió esperándolo. Una hora después, Hilario regresó a la villa. El criado le tomó el abrigo y dijo:—Señor, la señorita Dolores está en el estudio.—Lo sé. —Hilario subió las escaleras.—Hilario, has vuelto —dijo Deva sonriendo al abrir la puerta—. ¿Qué pasa?Hilario desabrochó su corbata y suspiró con cansancio.—Hilario, he visto la entrevista de Eliana. Tienes que creerme. Estoy siempre a tu lado —lloró y sacudió la cabeza—. No he detenido a Eliana para visitar a mi padre.—Yo sé. Esto no tiene nada que ver contigo —Hilario la consoló—. Puedes irte. Te aseguro que no te hará daño tu hermana.«¿Daño? ¿No es un daño lo que ha dicho Eliana en la entrevista? ¿No me amenazó?», pensó y miró a Hilario con lágrimas en los ojos. Pero antes de que pudiera pregunt
Desde la muerte de Eliana, Hilario se había culpado a sí mismo durante mucho tiempo. Por lo tanto, Deva podía entender su indiferencia. Pero no sabía si Hilario estaba enamorado de Eliana después de su vuelta. Era una crisis para Deva y miró al hombre callado con los ojos llenos de lágrimas.—Es porque mi hermana ha vuelto, ¿verdad?—No, no es así.—¿Te arrepientes de haber dejado que Eliana me diera los recursos necesarios para un trasplante? Por eso me has alejado en los últimos años. —Deva lloró y salió corriendo.«¿Me arrepiento? ¿Estoy enamorado de Eliana?», pensó Hilario y miró afuera por la ventana. Toda la ciudad estaba cubierta de plata por la luz de la luna, aumentando lo silenciosa de la noche. A las nueve por la noche, Eliana llamó a su mejor amiga:—Teresa, voy a regresar a la familia Dolores mañana. Nadie puede detenerme.—No esperaba que cambiaras tanto después de cuatro años. No eres una flor delicada como antes. —suspiró Teresa y pensó: «Si no hubiera sucedido nada,
Al día siguiente, muy temprano por la mañana, Eliana llegó a la puerta de la villa de los Dolores. Quiso entrar, pero la detuvieron dos guardias de seguridad.—¿Quién eres? No puedes entrar en la zona privada. —Yo soy la dueña de la villa. —Eliana miró ferozmente a los dos.—Perdón, no te conocemos. —dijeron los guardias que obedecieron completamente las órdenes de Deva.—Soy Eliana Dolores, hija del señor Guillermo Dolores. —respondió Eliana, obligándose a reprimir la ira. Los guardias se quedaron atónitos porque nadie les había informado de que el señor Dolores tenía otra hija. Antes de que los dos guardias pudieran darse cuenta, el administrador de los criados salió del interior. Miró a Eliana y preguntó imperiosamente:—Señorita, ¿qué puedo hacer por usted?—Soy Eliana Dolores, hija mayor del señor Guillermo Dolores y dueña de la villa. ¿Puedes informar a mi padre de mi presencia?—Perdón, señorita, no puede entrar sin permiso de nuestra dueña.—Soy tu dueña. ¿Necesito un permis
Eliana no había imaginado que después de cuatro años separados, su padre había cambiado tanto. Ya no era capaz de dirigir la empresa ni ejercer el poder como antes. Sus extremidades estaban completamente inmóviles y ni siquiera podía hablar con los labios temblorosos. —¡Papá! —gritó ella llena de ira. Sentado en la silla de ruedas, Guillermo centró lentamente su mirada en su hija. En un instante, las lágrimas brotaron de los ojos del anciano. Quería llamarla, pero solo podía hacer unos gemidos. Las lágrimas, contra toda su discreción, salieron por los ojos de Eliana. No podía aguantar los atroces actos de Deva. Hilario sabía el estado del señor Dolores, quien no había cambiado en los últimos cuatro años. Miro a Deva, quien le dirigió una risita a su hermana. Eliana se arrodilló junto a la silla de ruedas y sostuvo la mano de su padre. —¡Papá, habla conmigo! ¡Soy Eliana!Los labios de Guillermo temblaban ligeramente, pero no podía emitir ningún sonido. En respuesta a las palabras de
—A partir de hoy, estaré a cargo de la familia Dolores. Mi casa no es un centro de caridad, así que todos están despedidos. —dijo Eliana mirando a los criados alrededor y especialmente, al administrador.Luego, sacó su teléfono móvil y marcó el número de Julia: —Llama a los criados antiguos de mi familia y, sobre todo, busca a Mariana Rodríguez, persona en quien más confiaba. Al oír el nombre de Mariana, Hilario tuvo un cambio repentino de humor. Deva le tiró la manga y dijo con una apariencia inquieta:—¡Hilario, me ayuda!Pero Hilario no reaccionó. Eliana colgó el teléfono y se burlo:—Señor Lucero, es un asunto privado de mi familia. ¿Puede dejármelo?—También eres la hija del señor Dolores. El conflicto entre tú y tu hermana no tiene nada que ver conmigo. —dijo Hilario a Deva sin emociones.—Entonces, pueden irse si el señor Lucero no tiene nada que decir. —Eliana sonrió, se dio la vuelta y ayudó a su padre a subir las escaleras. De repente, Deva recordó algo y dijo a Hilario com
—¿Y qué? No te repito una vez. Si Deva Dolores se atraeve a entrar en mi villa, la echaré, con violencia.Deva se congeló. No esperaba que después de cuatro años, Eliana ya no fuera inocente como una niña. A Hilario también le sorprendió el cambio en ella. No sabía qué había pasado para que Eliana se volviera tan fría y despiadada.Eliana vio las expresiones y sonrió. A Eliana no le gustaba Deva completamente, y en cuanto a Hilario, él pensaba que Eliana era solo una mala mujer que odiaba a su hermana. Así que no importa si las cosas empeoran. Subió las escaleras y llevó a Guillermo a su habitación.Después de que Eliana ayudó a Guillermo a acostarse en la cama, miró los ojos de su padre llenos de lágrimas. Su corazón estaba desgarrado por un dolor feroz. Despidió a los criados y se arrodilló frente a la cama. Bajó la cabeza con remordimiento, llorando:—Papá, lo siento. Lo siento muchísimo. Todo es mi culpa. Si no fuera por mí, no habría sido herido así. Las lágrimas cayeron gota a g