Capítulo 84
Al caer la noche, Mateo apenas había terminado de lidiar con su montaña de trabajo cuando recibió una llamada de Diego:

— Oye, Mateo, hace rato que no nos juntamos. ¿Te caes por unos tragos?

— Va.

Mateo salió de su estudio y, justo cuando bajaba las escaleras ya cambiado, vio a Sofía entrando por la puerta principal, quitándose los zapatos en el recibidor. Sus miradas se cruzaron y ambos se quedaron helados.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó Mateo.

— Mi amor, ¿vas a salir? — respondió Sofía.

— Ajá.

La chica, incómoda, balbuceó: — Entonces... ¿llegué en mal momento?

El hombre guardó silencio.

— Yo... vine después de clases, no me las salté ni nada... Es que anoche fuiste muy brusco y... bueno, me lastimé un poco. He estado molesta todo el día...

— No me atreví a ir sola a la farmacia, me daba pena. Recordé que en el botiquín de la casa tenías esas cremas para la inflamación y el dolor, por eso vine...

Explicaba entrecortadamente, temiendo que él la considerara una molestia.

— Me... ¡me voy
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