Capítulo 458
Los platos llegaron rápidamente. Durante la comida, el teléfono de Tacio sonaba constantemente con llamadas relacionadas con negocios. Cuando finalmente tuvo un momento de tranquilidad, miró a Lucía con expresión de disculpa: —Ayer en la fiesta de la abuela estuve tan ocupado que ni siquiera pude saludarte.

—No te preocupes —respondió ella comprensivamente. Como nieto mayor y único varón de los Mendoza de su generación, era natural que Tacio tuviera muchas obligaciones sociales.

—Me han dicho que estás haciendo un posgrado en la Universidad Borealis. Yo también estoy en Puerto Celeste, así que si necesitas cualquier cosa, no dudes en llamarme. Mi número sigue siendo el mismo, ¿aún lo tienes?

—Sí, sí lo tengo —asintió Lucía rápidamente—. Gracias.

—Te has vuelto muy formal —observó él.

—Más educada, diría yo —lo corrigió ella.

Tacio sonrió divertido.

—¿En qué trabajas en Puerto Celeste? —preguntó Lucía.

—Tengo una empresa de domótica con unos amigos —explicó mientras comía un bocado—. Ha
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