Una persona tan prepotente como Alba no podía tragarse semejante pérdida.Ese mismo día fue a la agencia inmobiliaria, exigiendo que saliera el agente.Pero el encargado le informó que Jaime había renunciado hacía tres días.A falta del criminal, fue por los cómplices.Armaba escándalos en la agencia todos los días, e incluso trajo a familiares y amigos para protestar con pancartas afuera. Dicen que el asunto se hizo bastante grande.El gerente, sin otra opción, terminó dándole la dirección de Jaime.Alba siguió el rastro y efectivamente lo encontró.Pero él, lejos de sentirse culpable, se mostró muy seguro——De todas formas ya me vendiste la casa, el trato está cerrado y mi nombre está en la escritura. No importa cuánto protestes.Alba se sentó en la entrada de su casa y empezó a gritar y lamentarse, sacando a relucir sus mejores dotes de arpía.Pero Jaime también era de armas tomar. Al ver el escándalo de Alba, la imitó, se tiró al suelo y también empezó a quejarse.Al final llamaron
—¿No estabas ocupada con tu tesis? ¿No te molestaremos si vamos?—No, ya terminé la tesis y la envié, ahora tengo tiempo libre.—Pero en verano hay alertas por altas temperaturas en todo el país, ¿no será muy...?Carolina, que estaba escuchando, no aguantó más —No le hagas caso a tu padre, prácticamente tiene escrito en la cara que quiere ir.Sergio tosió suavemente —Nunca dije que no quisiera ir.Lucía se rio —¡Bien! Ahora mismo les reservo los boletos del tren.Colgó y usó la aplicación para comprar dos asientos de primera clase....Al recibir la información de los boletos que su hija les había enviado, ¡resultó que eran para el día siguiente!Inmediatamente empezaron a preparar las maletas.—Esta niña lo programó todo muy ajustado... Y encima primera clase para un viaje de pocas horas, qué desperdicio de dinero... —murmuraba Sergio mientras empacaba.Pero Carolina no estaba de acuerdo —Nuestra hija quiere vernos pronto. ¿Te parece poco unas horas? ¿Prefieres que nos duela la espald
Daniel rápidamente dedujo su identidad por la edad y el aspecto de los dos. Con una sonrisa, se acercó y saludó: —Señora, señor, buenas tardes. Me llamo Daniel, soy vecino de Lucía.Lucía reaccionó de inmediato y procedió a presentarlos: —Papá, mamá, él es el profesor Medina, quien me prestó el laboratorio.Sergio cayó en cuenta: —No imaginé que el profesor fuera tan joven. Realmente es muy prometedor.Carolina también se sorprendió un poco y, reaccionando, sonrió: —Gracias, profesor, por cuidar de nuestra Luci todos estos días.—Señora, señor, no es para tanto. Pueden llamarme por mi nombre.¿Acaso quería que lo trataran como a un par de Luci?Sergio notó algo en la mano de Daniel: —Oye, ¿qué es eso?Daniel explicó: —Es un 'cuaderno-calendario' que pedí prestado al profesor Cervantes del departamento de Física de la Universidad Nexo del Saber.Temiendo que Sergio no entendiera, amplió su explicación: —Es una tradición en el departamento de Física. Cada profesor que ha tenido un estudi
Sergio asintió rápidamente: —Claro, claro, nos vemos luego.Daniel saludó sutilmente con la cabeza y se marchó.Al entrar en casa, Lucía se apresuró a dejar el equipaje. Carolina y Sergio comenzaron a examinar el lugar donde vivía su hija.Era un apartamento de dos habitaciones y una sala, ni grande ni pequeño. Aunque el diseño básico y la estructura se veían antiguos, la decoración interior estaba muy cuidada. El sofá, los armarios y los electrodomésticos eran nuevos. Algunos defectos inevitables se habían disimulado con adornos, tapando aquí, cubriendo allá, hasta que casi pasaban desapercibidos.A primera vista, parecía un acogedor y elegante apartamento. Después de ver la destartalada escalera, habían perdido toda esperanza sobre el entorno de su hija. Pero al entrar, descubrieron todo lo contrario.Carolina estaba muy satisfecha. No solo por cómo Lucía había amueblado el apartamento alquilado, sino por el cuidado que demostraba hacia la vida.Para ella, la vida podía ser simple, p
Sergio: —¿Estás haciendo un censo o qué? Además, Luci seguramente no sabe los detalles privados de él. ¿De qué sirve preguntarle? La próxima vez, pregúntale directamente a Daniel.Carolina asintió realmente: —Bien, la próxima oportunidad le preguntaré directamente.—¿Hablas en serio?—, Sergio se sorprendió.Carolina puso los ojos en blanco: —Luci, ¿tienes azúcar de caña?—Sí, voy a traerlo—, y se levantó hacia la cocina.Al ver a su hija salir, Carolina le explicó a Sergio: —Luci vive sola, es vecina del profesor Medina y tienen buena relación. ¿No debo preguntar un poco más a fondo?—Tienes razón, mi esposa lo piensa todo tan bien, je je.Carolina lo miró con severidad: —No te me acerques, si la hija nos ve, ¿qué pensará?—¡Hem!—, Sergio se sentó derecho inmediatamente. —¡Tendré cuidado!.La habitación ya estaba preparada. Lucía incluso había comprado una cama nueva para sus padres. Las sábanas y fundas de almohada también eran nuevas, lavadas y secadas al sol antes de ser tendidas.—
—Mi amor, eres maravillosa~—No empieces... vamos a dormir.—...Vale.Los hechos demostraron que acostarse temprano para recuperar energías fue una buena decisión, porque al día siguiente Lucía los llevó a las Montañas Celestiales.Era otro día soleado.Como salieron temprano, cuando llegaron el sol todavía no era muy fuerte.Sergio, de pie en los miradores ancestrales, contemplaba el paisaje: las montañas y el valle eran espectaculares, imponentes.Carolina, sin embargo, parecía absorta.—¿Qué pasa, mamá? —Lucía notó que miraba fijamente un punto, como hipnotizada.—¿Esa es la Torre del Sol?—Sí.—También llamada el Mirador de los Ancestros, es el punto más alto de las Montañas Celestiales. ¿Ahí está la piedra con las inscripciones antiguas?—Ajá —Lucía asintió energéticamente—. Mamá, ¿investigaste antes de venir?Carolina era una persona muy espontánea. Nunca planeaba sus viajes, se sentaba a disfrutar del paisaje donde fuera que estuviera. ¿Esta vez se había preparado con anticipaci
La cara de asombro de Lucía tenía toda la razón de ser.Y es que, para empezar, Daniel siempre andaba metido en el laboratorio a esa hora, tan ocupado que era rarísimo verlo en cualquier otro lugar.Pero ahí estaba, jugando ajedrez con su padre Sergio, y para colmo tenían abierto ese famoso "diario calendario" que tanto mencionaban.Los dos parecían dos viejos amigos que recién se encontraban, charlando como si se conocieran de toda la vida.—¡Luci! Ya llegaste —dijo Sergio al oír la puerta.La mirada de Daniel siguió a la de Sergio, encontrándose de frente con la de Lucía.—¿Te sorprende tanto verme aquí? —sonrió él al notar su expresión.—Profesor... ¿qué hace por acá? —preguntó Lucía mientras se ponía sus pantuflas.Sergio se apresuró a responder antes que Daniel:—Me lo encontré esta mañana en la escalera cuando salía con tu mamá, y lo invité a pasar un rato...Y vaya que había sido todo un descubrimiento.Sergio no podía creer que Daniel tuviera tema de conversación para todo lo q
Sergio todavía tenía una expresión de satisfacción: —Este Daniel es realmente increíble —comentó, dio un par de sorbos a su agua y añadió pensativo—: Verdaderamente increíble...—Papá, esa cara que pones es como si hubieras encontrado al amor de tu vida —bromeó Lucía entre risas.—¡Qué disparate! ¡Mi único amor es tu madre!*Como el día anterior se habían agotado explorando las Ruinas de Monte Azul, Sergio y Carolina decidieron quedarse en casa descansando.Lucía, por supuesto, respetó su decisión.Ya recuperados, al día siguiente la familia salió nuevamente.Esta vez visitarían el Palacio Imperial del Valle.Lucía había reservado las entradas con una semana de anticipación.Carolina incluso se tomó unas fotos temáticas vestida como noble imperial.Hasta el fotógrafo la elogió: —Señora, ¡tiene un porte increíble! Cada gesto suyo parece el de una auténtica dama de la antigua corte, ¡ja, ja, ja!Carolina se rio también.No hay mujer que no disfrute de un cumplido sincero.Y el fotógrafo