Capítulo 212
Mateo hizo oídos sordos. Cuando llegó a la entrada de las escaleras, Diego lo alcanzó y lo sujetó—. Ya basta, Mateo, ¡vámonos! De todos modos, Lucía no te abrirá la puerta...

—Tengo algo para ella.

Diego se quedó perplejo—. ¿Qué cosa?

Mateo sacó de su bolsillo un tubo de crema antialérgica para la rinitis—. En esta temporada tiene alergias, tengo que dársela...

En ese momento, Diego sintió un nudo en la garganta.

¿Cómo era posible que dos personas que se amaron tanto hubieran llegado a esto?

—Sí —asintió Mateo—, vine a traerle su medicina... Tengo que dársela... tengo que...

Su voz se fue apagando hasta que todo se volvió negro y su cuerpo se desplomó.

Diego alcanzó a sostenerlo y lo arrastró hacia el auto.

Mientras miraba la SUV estacionada en la entrada del callejón, no pudo evitar soltar un profundo suspiro...

Cuando finalmente lo dejó a salvo en la mansión, ya era la una de la madrugada.

Una empleada doméstica abrió la puerta y Diego le dijo—: ¡Ayúdeme a sostenerlo! Está ebrio, pre
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