Sofía fue llevada por la policía ante la mirada de todos. Asustada, su primer pensamiento fue si habrían descubierto lo que hizo en el extranjero.Pero al ver las miradas sorprendidas y dudosas a su alrededor, sonrió y dijo con calma—: Debe ser un error. Iré a ver qué sucede.Sus tres compañeras de cuarto se miraron entre sí, sin poder hacer más que verla partir.—¿Qué está pasando? Estoy confundida...—¿No estará en problemas?—¿Qué hacemos? ¿Deberíamos avisar a sus padres?—¿Tienes el número de sus padres?La compañera negó con la cabeza.De repente, recordó que una vez, cuando Mateo llevó a Sofía al dormitorio, les había dado una tarjeta con su número.Corrió al dormitorio, encontró la tarjeta y marcó el número.Mateo acababa de terminar una reunión y se preparaba para irse cuando sonó su teléfono personal.Tenía dos teléfonos, y pocos conocían su número personal. Aunque no reconocía el número, contestó.—¿Eres Mateo? Soy compañera de Sofía. ¡La policía acaba de llevársela de la uni
—Amor, todo lo que hice fue porque te amo, solo quería estar contigo. Perdóname esta vez, ¡te prometo que nunca volverá a suceder!Mateo curvó sus labios sin expresión, mirando sus intentos desesperados de reconciliación con ojos helados—: ¿No te das cuenta de que lo que hiciste es un delito?—No uses el amor como excusa. ¿Lastimar a la persona más importante para mí es tu forma de amarme? Al final, todo lo que hiciste fue por ti misma.—Terminamos. De ahora en adelante, no aparezcas frente a mí. No quiero tener ninguna relación contigo.Sofía intentó agarrar el borde de su ropa, pero Mateo entrecerró los ojos y advirtió fríamente—: No repetiré lo que dije. Te perdono esta vez por haberme salvado antes, pero no creas que siempre tendrás tanta suerte.Dicho esto, subió al auto sin mirar atrás y se fue a toda velocidad.Sofía intentó seguirlo, pero después de unos pasos sintió un dolor en el bajo vientre.Tenía buena salud y raramente sufría de cólicos menstruales. Además, quizás por el
Sofía temblaba. La actitud del hombre fue como un balde de agua fría.Nunca imaginó que sería tan despiadado, sin darle ni una oportunidad de reconciliación.¡No podía aceptarlo!—Amor, sé que me equivoqué, ¡pero el bebé es inocente! Mira, aquí está el ultrasonido, ¡ya tiene latidos! ¿De verdad serías capaz de dejarlo sin padre?Mateo bajó la mirada hacia la ecografía en blanco y negro que temblaba en sus manos, una imagen tan borrosa que no se distinguía nada.Sonrió fríamente y habló con indiferencia—: Por eso te digo que lo abortes.—Mejor que no exista desde el principio a que nazca sin padre.Además, ni siquiera reconocía que fuera su hijo.Dicho esto, como si no quisiera escuchar más, Mateo subió las escaleras.Sofía observó su figura despiadada alejarse, apretando los puños con una mezcla de furia e impotencia que amenazaba con ahogarla.¿Acaso merecía una sentencia de muerte solo por lo que había hecho?Solo había defendido su amor, ¿qué había hecho mal?Todo era culpa de Lucía
Pero ahora...Ya nada tenía sentido.El amor tardío valía menos que la basura.Lucía escuchó sin expresión, sin soltar el pomo de la puerta, una postura defensiva.Pronunció cada palabra con claridad—: Lo siento, me niego.No perdonar, no volver.Mateo visiblemente se alteró—: ¿Por qué? ¡Dime por qué! ¡Antes te negabas por Sofía, ahora ya terminé con ella, ¿por qué sigues rechazándome?!Él había cedido tanto, ¿hasta dónde quería ella llegar?En contraste con su furia, Lucía permaneció serena—: Antes, mi mundo eras solo tú, eras todo para mí.Por él, había renunciado al posgrado.Cuando el amor estaba en su punto más intenso y hermoso, él había sido su mundo entero, ¡la persona a quien quería confiar el resto de su vida!Los ojos de Mateo se iluminaron, su voz urgente, casi frenética—: ¿No sigue siendo igual? Si quieres, podemos volver a como éramos antes.Lucía bajó la mirada, negando con la cabeza—: Nadie se queda para siempre en el mismo lugar, ni tú ni yo.—Después de dejarte, descub
—Llévatelo para estudiar. Empiezas oficialmente en septiembre, y es bueno tener una idea general de la línea de investigación antes de unirte al grupo experimental, así no estarás completamente perdida.Lucía miró los documentos y asintió—: No se preocupe, ¡me aseguraré de dominarlos rápidamente y no retrasarla!Ana sonrió al ver su determinación—: ¿Cómo no voy a confiar en ti?—Vi tu video de la entrevista. Durante todos estos años, me preocupaba que no pudieras adaptarte al ritmo actual de investigación.Le dio una palmada en el hombro—: Pero después de ver el video, descubrí que no has olvidado nada de lo anterior.Además, tu respuesta a la pregunta de Daniel fue una grata sorpresa.Sin exagerar, incluso los estudiantes de tercer año podrían no haber respondido mejor que Lucía.Lo bueno o malo no estaba en si la respuesta era correcta, sino en el pensamiento y la lógica que mostró durante el proceso.—Eres mi estudiante, nadie conoce mejor que yo tu talento y excelencia. Tienes la c
Lucía recordó que la Avenida Cartagena estaba cerca de la empresa de Paula. Su corazón se le subió a la garganta, casi ahogándola.El taxista cumplió su palabra. Un trayecto que normalmente tomaba media hora lo redujo a la mitad.Apenas Lucía bajó del taxi, antes de entrar al hospital, escuchó las sirenas de una ambulancia.—¡Rápido! Es la segunda oleada de heridos del accidente en la Avenida Cartagena, directo a emergencias—A Lucía se le heló la espalda al ver a los pacientes inconscientes y ensangrentados que bajaban de la ambulancia. Apresuró el paso hacia el interior.Al encontrar a la enfermera en recepción, preguntó por Paula.—¿Es familiar?—Sí, me llamaron.—Usted... —la enfermera hizo una pausa, con una mirada de pesar— puede pasar a verla.El corazón de Lucía se hundió hasta el fondo.Conteniendo el temblor de su mano derecha, respiró profundo y giró el picaporte. Al siguiente instante, vio un cuerpo cubierto con una sábana blanca en la camilla.Sus piernas flaquearon y casi
—Ya, ya, ¡qué inteligente eres! ¿Contenta?—Según el protocolo del hospital, tienen que contactar a la familia en caso de accidente. No quería preocupar a mis papás, así que les di tu número.Paula suspiró y sacó su celular, quejándose con frustración:—Si no se me hubiera apagado el celular por el golpe, al menos podría haber contestado las llamadas.Ahí Lucía entendió por qué todas sus llamadas habían ido directo al buzón.—¿Y cómo te sientes? ¿Te duele algo?Lucía estaba preocupada por su salud, considerando que había estado en medio de un accidente múltiple.—Ya me hicieron todos los exámenes antes de que llegaras, todo está bien. Solo hay que hacer el papeleo en ventanilla y me puedo ir.Lucía respiró aliviada:—Menos mal.Paula solo traía su bolso consigo. Después de pagar en el primer piso, cuando estaban por irse, se toparon de frente con Mercedes, que venía acompañada de Sofía. Las dos iban platicando en voz baja, Mercedes sonriendo y Sofía asintiendo complaciente. Parecían mu
Así que Mercedes solo podía mirar fijamente a Paula con rabia. Si las miradas mataran, Paula ya estaría hecha picadillo.—Paula, creo que... tienes un malentendido sobre mí —Sofía levantó la mirada tímidamente, mirando a Paula con cara de víctima.Lástima que Paula no caía en su juego:—¿Malentendido de qué? ¿De que tienes dignidad? ¿De que te da vergüenza?Mercedes estalló:—¡Paula, no te pases! Soy mayor que tú, merezco respeto.—¡Ay! ¿Ahora me vas a venir con eso de la edad? Qué pena, pero a mí nadie me intimida. ¿Quieres ver cómo me puedo pasar más?Mercedes no supo qué responder.—Ya, Paula, no tiene caso discutir con ellas —intervino Lucía.Estaba harta de estas peleas sin sentido. ¿De qué servía ganar la discusión?Su tono indiferente y mirada serena fueron como una mecha que hizo explotar a Mercedes:—¿Te sientes inferior, verdad? —soltó con una risa despectiva— Tantos años con nuestro Mateo y nada. ¿Y Sofía? ¡Mira qué rápido quedó embarazada!—Una gallina que no pone huevos so