Capítulo 132
—¡Ay, pero si es Lucía! ¡Cuando la vi en la entrada pensé que me había equivocado de persona!

Alba, la vecina de al lado, era famosa por su lengua suelta y su voz estridente. Su esposo también daba clases en el Colegio Horizonte Brillante, y se habían mudado al complejo residencial para profesores el mismo año que la familia de Lucía. Al ver salir a Lucía, se apresuró a acercarse y la examinó de pies a cabeza:

—¡Madre mía, increíble! Como dicen, la ciudad grande cambia a la gente... ¡Esta muchacha ha progresado!

—¡Mira nada más cómo vas vestida, qué figura, y esa ropa y zapatos, súper a la moda!

Después de soltar una avalancha de halagos, Alba bajó la voz y le hizo un guiño a Lucía:

—Oye, niña, me han dicho que te va muy bien en Puerto Celeste, que tienes contactos... ¿No podrías ayudar a mi hija?

Lucía quedó desconcertada: —¿Ayudarla con qué?

—¡Ejem! Ya sabes, con esos empresarios, ¡un buen partido! Mi hija tiene buen cuerpo, es guapa y lo más importante, ¡es joven, apenas tiene 22!

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