Capítulo 121
Lucía dio un mordisco y sonrió: — Está delicioso.

Carolina, observando la alegría en el rostro de su hija y recordando cómo había llegado hoy, sintió una punzada en el corazón. Tomó la mano de Lucía entre las suyas, cálidas, y le apartó el cabello de la cara, mirándola atentamente: — Has adelgazado.

Lucía, con la boca llena de fresa, negó con la cabeza, sus mejillas infladas:

— Para nada. Me acabo de pesar y he engordado casi un kilo desde la semana pasada.

— Solo parece que estoy más delgada. Mira, toca, tengo más carne en las manos.

Fingió preocupación: — Estaba pensando si debería hacer dieta...

Antes de que pudiera terminar, Sergio frunció el ceño:

— ¿Qué dieta ni qué nada? Ya estás muy delgada, si adelgazas más te quedarás en los huesos.

Pensó con fastidio en cómo los jóvenes de hoy en día, influenciados por las redes sociales, seguían ciegamente a los "gurús" de las dietas, pasando hambre a propósito e incluso tomando pastillas para adelgazar.

Los ojos de Lucía brillaron mientras
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