Cloe se aclaró la garganta mientras se acercaba a sus padres. Ambos estaban en el jardín trasero en una silla colgante y se besaban como dos adolescentes. No la sorprendió ni un poco verlos así, pero no desaprovechó la oportunidad para jugar con ellos.—Un día de estos me dejarán verdaderamente traumada —dijo con una sonrisa.Sus padres se separaron, aunque su padre mantuvo una mano rodeando la cintura de su esposa.—Pero miren quien es. Creí que estabas desaparecida o algo así. Ha pasado una eternidad desde la última vez que te vi. Debió suponer que su padre también vería la oportunidad de decir algún comentario de los suyos. —Papá, deja de ser tan exagerado. Fabrizio y yo estuvimos aquí el fin de semana.—¿Es así? No lo recuerdo, ¿tú sí, cariño? —preguntó él volviéndose hacia su esposa.La aludida se limitó a sacudir la cabeza y darle un suave codazo.—Hola, cariño —saludó su madre y se puso de pie. Ella envolvió los brazos alrededor de ella—. Es bueno tenerte aquí. Entre tu papá
La semana siguiente resultó ser bastante agotadora y frustrante. Fabrizio revisó un sinfín de documentos y entrevistó a algunos empleados. Para no despertar las sospechas de nadie, se aseguró de hacer las preguntas correctas. No era necesario ser demasiado directo, se podía averiguar bastante con un par de comentarios lanzados aquí y allá de vez en cuando mientras ellos hablaban de lo bien que estaba todo.Su estancia terminó prolongándose un par de días más y Fabrizio no veía la hora de regresar a Italia, de regresar con Cloe. Ese día por fin había encontrado lo que podía ser una de las piezas claves para descubrir lo que estaba sucediendo. No era suficiente, pero debía ser algo.Estaba saliendo de la oficina que había ocupado en su tiempo allí, cuando Daniel se acercó a él.—Señor De Luca, fue un verdadero placer tenerlo aquí. Espero que haya quedado satisfecho con nuestro trabajo.—Así fue. Veo que tienen todo bajo control.La sonrisa de Daniel se extendió aún más. Era difícil sabe
Cloe supo que algo malo estaba pasando en cuanto vio a Piero esperándola a la salida de la universidad. No solo porque era extraño verlo allí, sino también porque aún en la distancia podía ver la tensión en su cuerpo. —¿Todo bien? —preguntó Emmanuel recordándole que no estaba sola.Los dos estaban tratando de reconstruir su amistad y era la primera vez en un tiempo que parecía que estaban en buen camino.—Lo siento, tengo que irme —dijo acelerando los pasos hasta llegar a Piero.—Cloe —saludó el con un escueto movimiento de cabeza. No hubo sonrisas, ni bromas y eso la puso incluso más tensa.—¿Qué sucede? —preguntó sin rodeos. —Sube al auto. —Piero, ¿qué está sucediendo?—Te lo contaré todo en cuanto lleguemos a casa de mis padres.Cloe no entendía nada y pensó en insistir hasta obtener respuestas, pero Piero no parecía que fuera a ceder. Decidió entonces que lo mejor era hacer lo que le pedía, esa parecía la forma más rápida de conseguir respuestas.Durante el viaje Piero la di
Escuchó un suave golpe en la puerta principal. Con cuidado de no despertar a Laila, se levantó y fue a abrir. Isabella estaba del otro lado con una bandeja en mano.—Isabella —saludó—. ¿Cuándo llegaste?Se hizo a un lado para dejarla pasar.—Hace unos minutos. Vine tan pronto me enteré. —Ella dejó la bandeja en la pequeña mesa de la sala y se acercó a abrazarla—. Tu mamá me mandó tu almuerzo, dijo que no comiste nada aún —continuó dando un paso atrás.Su amiga fue hasta uno de los asientos. Se sentó y destapó el plato de comida.—No tengo mucha hambre.—Matarte de hambre no ayudará a nadie, por el contrario, te enfermarás y Fabrizio nunca nos dejará escuchar el final si eso sucede.Sonrió con melancolía. Su amiga estaba en lo cierto.Se sentó en el otro sofá vacío y tomó su plato.—¿Laila? —preguntó Isabella.—Se quedó dormida.Terminó de comer mientras Isabella hablaba sobre cosas sin mucha relevancia. Era bueno tenerla allí para distraerla. Lo menos que necesitaba en ese momento era
Ese había resultado ser un día de mierda. Se suponía que para esa hora ya debía estar en su departamento junto a Cloe. Sin embargo, estaba en una balsa y el mar era lo único que se podía ver sin importar donde mirara. Debía de estar agradecido de al menos estar vivo. Un aterrizaje en medio del mar no era algo que siempre salía bien. El piloto se había visto obligado a llevar a cabo esa maniobra luego de que uno de los dos motores de su avión fallara en pleno vuelo. El hombre primero había intentado el protocolo para casos como esos, sin ningún éxito. Fabrizio todavía podía recordar las palabras del piloto.—Señor De Luca, estamos experimentado fallas. Abróchese el cinturón y prepárese para impacto.El asistente de vuelo se había sentado en su lugar y también se había asegurado al asiento.Un acuatizaje sonaba la cosa más extraordinaria… para alguien que disfrutaba de jugar con la muerte. Él, por otra parte, solo quería llegar a casa en una pieza.Los minutos que el avión tardó en d
Cloe no podía dejar de mover las piernas con impaciencia. No entendía porque Fabrizio se estaba tardando en llegar. Había transcurrido una hora desde que hablaron, afuera ya estaba oscureciendo, pero él todavía no había llegado del aeropuerto. Fabrizio no le había dicho demasiado, solo que estaba bien y que llegaría pronto.¿Y si no estaba tan bien como le había dejado creer?—Tranquila, él llegará pronto —dijo Isabella como si supiera los pensamientos que pasaban por su cabeza.Todos estaban reunidos allí, incluso la madre de Fabrizio. Marena había llegado una hora atrás, le había sorprendido lo civilizada que se estaba comportando.Las cosas dentro de la residencia De Luca parecían más calmadas de lo que en realidad era. Los periodistas se habían enterado de la desaparición de Fabrizio durante el trascurso de la tarde y al parecer era el único tema del que estaban hablando ahora. Incluso había reporteros en las inmediaciones esperando una oportunidad para hablar con ellos.Nadie hab
Fabrizio se hizo hacia atrás y observó a la mujer que podía hacer que su corazón latiera acelerado con solo una mirada. La levantó de las nalgas y la apoyó contra la pared. Ella dio un pequeño respingo cuando su espalda tocó la pared.—Tuviste un día largo, deberías descansar —dijo ella.Descansar estaba en lo último en su lista de prioridades.—¿Seguro que es eso lo que quieres? —preguntó con una sonrisa traviesa e inclinó la cabeza hacia adelante. Tomó uno de sus senos con la boca.Cloe soltó un gemido y se aferró a sus cabellos.Durante algunos segundos jugó con su boca sobre ella, después se hizo hacia atrás y antes de pasar a su otro seno, preguntó:—Entonces, ¿debería detenerme?—Eres un tramposo, sabes que no puedo pensar con claridad en este momento.Soltó una carcajada. Allí estaba su fiera.Dejó un beso en su otro seno antes de darle el mismo tratamiento que al anterior.Cloe apretó las piernas en torno a su cintura y su centro húmedo entró en contacto con su miembro. Esta v
—¿Qué averiguaste? —le preguntó Alessandro al padre de Cloe.Fabrizio acababa de relatar lo que había sucedido en el avión. Escucharlo solo había hecho que se sintiera miserable al imaginárselo en aquella situación. Incluso si él actuaba como si no fuera nada, sabía que debía haber estado asustado… ella lo habría estado de estar en su lugar.—Es por eso que no quería que escucharas esto —le susurró Fabrizio al oído—. Ya pasó, no tiene sentido que te atormentes con algo que no sucedió.Era más fácil decirlo que hacerlo.Intentó enfocar su atención en su padre.—Tal como dijeron los informes que recibimos ayer —empezó a explicar él—, todo estaba bien con el avión. No había razón para que el motor fallara.—¿Así que alguien pudo provocarlo? —Fabrizio no se veía sorprendido.—Eso es lo mismo que pensamos en cuanto nos llegaron los primeros informes —explicó Alessandro—. Pero necesitábamos estar seguros.Leonardo le entregó al padre de Fabrizio una foto que pasó de mano en mano hasta parar