Apenas es capaz de enfocar la luz que atraviesa las cortinas.
—¿Te sientes mejor?.— observa a Dante a su lado, la pregunta la llena de confusión.
—¿Por qué?.—
—Tuviste demasiadas pesadillas.— y él pensó que esa noche iba a poder dormir bien.
—¿Enserio?.— que raro no recuerda nada.
—Estuviste balbuceando cosas incoherentes y despertaste en la madrugada gritando.— le relata.
—No recuerdo.— y es verdad.
—Es una lástima porque quería que me contaras de que se trataban tus pesadillas.— al atraerla hacía su pecho, donde se acorruca.
—¿No te deje dormir?.— al escuchar un pequeño bostezo.
—No mucho, estuve al pendiente de
—¿Cristina?.— pregunta a Esther la cual es la que lo recibe.—En su habitación.— responde— ¿vas a querer comer?.— al empezar a armar la mesa.—Si. ¿Dorita no come con nosotros?.— al extrañarse que solamente estén dos platos, el de él y el de Cristina, y la mesita de comer de Dorita se encuentra en su lugar.—Damiana vino temprano por ella, la traerá antes de su hora de dormir.— informa.—Gracias.— al encaminarse hacia su habitación.Le da gusto que Cristina deje sus inseguridades atrás, que Dorita pueda irse con Damiana y Dimitri, y eso es bueno tanto para ambas partes, puede disfrutar de Cristina, sin que ella preste tanta atención a su hermanita, y su hermano y cuñada pueden disfrutar el ser padres, ya que llevan tanto tiemp
—No me veas así, cara…——Es tu culpa.— le reprocha al salir del carro con su ayuda.—¿Quién no quiso levantarse?.— pregunta con una sonrisa sin poder evitar que su memoria traiga esa mañana que a causa de que Cristina se negara a levantarse, el no tuvo otra opción que hacerle el amor en la cama como en la regadera; por supuesto que no era su culpa.—¿Y quien no me dejo dormir?.— sigue reprochándole al recargarse en su brazo.—Nunca sentí que te quejaras.—le asegura al ver como un sonrojo se apodera las mejillas de Cristina.¿Qué puede decir con eso?, sabe que se encuentra sonrojada y en esos momentos es cuando odia que sus mejillas estén rojas. Dante sabe muy bien que su cuerpo responde de manera automática al de él, sin pod
Puede escuchar el sonido de las teclas de alguna maquina cerca, como si alguien estuviera trabajando, trayéndola de vuelta de aquel sueño en el que se encontraba, observando a su alrededor y ver a Dante concentrado en su laptop a unos pasos de la cama, donde se ubica su mesa de trabajo.—¿Qué hora es?.— pregunta al incorporarse mientras que suelta un pequeño bostezo.—Las seis, dormilona.— le sonríe al cerrar su computadora y encaminarse hacia la cama.—¿Tan tarde?.— al ser consiente de lo tarde que es.—Dormiste cuatro horas.— le informa al abrazarla.—¿Por qué no me levantaste?.— al dejarse abrazar por Dante, el cual comienza a darle pequeños besos en la cabeza.—Estabas muy cansada y Esther me lo hizo saber.— al aspi
Se encuentra tan cansada que le es difícil levantarse de la cama, a pesar de que es medio día y lo sabe al ver la hora en el reloj, lo cual ocasiona que se gire entre los brazos de Dante, escondiendo su rostro en su cuello y con ello planea seguir durmiendo hasta que Dante la levante. Ese día él no trabaja por lo tanto pueden dormir más. Suspira de placer al dejarse atraer más al cuerpo desnudo de Dante, mientras él pasa una de sus rodillas desnuda entre las suyas, haciendo el contacto más intimó. Una sonrisa se asoma en sus labios al comprender que de esa manera podrá volver a dormir.—¡Buenas tardes!...— gime y gruñe al escuchar una voz femenina dentro de la habitación —¡BUENAS TARDES!...— ahora el que gruñe es Dante soltando un par de insultos y seguir durmiendo— Cuñado me hubieras dicho que trajera a Dorita mas tarde, &i
—¿Enserio quieres que vaya a trabajar?, puedo quedarme a cuidarte.— al encontrarse preocupado de que Cristina haya devuelto la cena, y se encontrara tan adolorida de sus pies y piernas.—No. Ve a trabar solo necesito descansar.— al dejar que Dante la tape con la sabana y colcha. Solo quiere dormir.—Pero…——Te llamare si no me siento mejor, ¿si?.— al no querer preocuparlo.—Le diré a Damiana que no traiga a Dorita, no eres capaz de cuidarla.— al encontrarse preocupado por ella— y Esther te atenderá.— sin darle alguna opción de protesta.—Bien… pero solo necesito dormir.— susurra suavemente al encontrarse tan cansada, lo mejor es que el estomago ya no se le revuelve y gracias a que vomito, pero el dolor de las piernas y los pies sigue, así que
Aquella marea de sentimientos que lo comenzaban a gobernar, se sentía diferente de las muchas otras veces en que se involucro con alguien. Dante Spencer era un hombre que sentía con el corazón y cada una de sus amantes llegaba a tener “algo” especial. Pero una vez que transcurrían tres meses, la magia se perdía y el acuerdo terminaba, así siempre había sido y así siempre iba a ser. Sin embargo, con Cristina todo era demasiado distinto, no sabía exactamente porque era, quizás, se debía a su triste historia y sus hermanos. No lo sabía, pero había algo más allí que no lograba comprender. El acuerdo terminaría en unos meses, y no pretendía que aquello se alargara más de lo debido, aunque, al mismo tiempo, no le molestaba que se alargara un poco más. Era como una especie de debate consigo mismo, pero algo si era seguro, el era Dante Spencer y no
Vio por el ventanal de su oficina, tenía una gran vista, desde ahí podía ver la avenida principal, el tráfico que había, los edificios que se levantaban como monstruos y el cielo infinito que le decía que algo más tendría que haber para él. Y eso era justamente lo que quería, avanzar a algo más, saborear nuevas cosas. Estaba cansado de las fiestas superficiales, de los amigos hipócritas y de mujeres que solo sabían de moda, fiestas, modales y nada más. Mujeres como ella.Se levantó de la silla y vio a su asistente entrar, era más joven que él, tenía un futuro prominente y era sin duda brillante.—Tienes que contestar la invitación a la cena de caridad de la señora Robinson, es una de las pocas que aún te invita, ya sabes después de lo de…&nbs
De regreso a la oficina, después de todo no podía estar todo el día fuera paseando por ahí. Las cosas estaban que ardían y los socios que obtuvo gracias a la influencia de su padre se le escapaban de las manos. Libi su asistente entró en la oficina con una pila de papeles y archivos. Se sentó en la silla y le dijo.—Bien estuvo analizando los clientes que tienen conexión contigo y con tu padre – dijo. – cada uno de ellos piensa lo mismo de ti gracias a…bueno tu ya sabes ——Si y ¿eso que? ——¿No te has puesto a pensarlo?, la respuesta es tan fácil que no me imagino porque no se nos ocurrió antes ——¿Cuál? ——Mira muchos de tus clientes son hombres de familia, el chisme es debido a que