Bianca se quedó maravillada ante la vista de los fuegos artificiales iluminando el cielo nocturno, pero la única persona que no los miraba era Dave. En su lugar, él estaba completamente cautivado por el brillo radiante en los ojos de Bianca.
—¡Señor Evans, mire! ¡Los fuegos artificiales son reales! —Bianca nunca había visto una combinación tan hermosa de estrellas y fuegos artificiales. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras intentaba jalar del brazo de Dave, pero su mirada permanecía fija en ella—. ¡Señor Evans, no me mire a mí, mire los fuegos artificiales!
Sin embargo, Dave la sostuvo con suavidad y le robó un beso en los labios, tomándola por sorpresa.
Bianca lo miró con los ojos muy abiertos, sorprendida, mientras los destellos del cielo se reflejaban en los de él.
Después de aquel tierno beso, Dave se inclinó hacia su oído y susurró con una voz profunda y magnética, cargada de ternura y romance.
Los fuegos artificiales pintaban el cielo estrellado con destellos centelleantes,