Nathalie llegó al lugar acordado con el abogado y gran amigo de su padre, ese hombre había conocido a su padre desde que ambos tenían nueve años, su padre le había contado la historia de cómo se habían hecho los mejores amigos. Le tenía mucho cariño al hombre, ya que siempre había estado presente en su vida y había sido como un segundo padre para ella, cosa que siempre ponía celoso a Scott. En cuanto entró vio a Gerald sentado en una mesa del fondo, él al verla se levantó de su asiento y le sonrió. —Hola Nathalie, qué alegría verte, ¿Qué tal has estado? — preguntó el hombre con mucho interés, al ser uno de los pocos amigos que tuvo Scott, sino es que el único, bien sabía que ella era muy unida con su padre, tenía una relación que daba envidia. Nathalie lo abrazó muy fuerte y el hombre correspondió al abrazo. —Lo extraño todos los días, él era mi otra mitad — dijo en un susurro, ya que ver al hombre y abrazarlo le transmitió el calor paternal que había perdido. —Lo imagino, yo tambi
—Hablaré con Evans, tal vez puedas ir ahorita, en cuanto salga de aquí — el hombre asintió. —¿Qué es lo que quieres hacer Nathalie? — Sabía qué si ella lo había situado ahí algo más tenía que ser, claro que lo que había dicho ya era bastante grave. —¿Quiero saber como va la empresa? Y sobre la nueva sede en Canadá. Además, quiero ofrecerle a Roxanne sesenta millones de dólares para que nos dejes en paz. —Nat — ella volvió a levantar su mano. —Sé lo que vas a decirme, pero por eso vas a ir a ver a Evans. Gerald, tú eres lo único que me queda como figura paterna, así que quiero que me des tu punto de vista. Igual voy a ofrecer esa cantidad a Roxanne, porque estoy segura de lo que Evans siente por mí. Es más, en este momento voy a llamarlo — El hombre sonrió al oírla, de verdad Scott la había educado bien. Le había emocionado el que le dijera que él era como un padre para ella. Al igual que ella era como una hija para él. Pero Nathalie tenía razón, sólo con ver y hablar con él hombre
Cuando a Evans le dijeron que un hombre llamado Gerald lo buscaba, inmediatamente lo dejó pasar, claro, que mucho antes ya había dado la orden. Esperaba un señor mucho mayor al hombre que entró, un hombre que lo miró de pies a cabeza. —Evans Sullivan — dijo presentándose y tendiendo su mano. —Gerald Morris — contestó aceptando la mano del joven — Un gusto. Voy a ser sincero, señor Sullivan, vine hasta aquí porque realmente tuve mucho interés de conocerlo, en cuanto Nathalie me dijo que se había enamorado tuve mucho interés de conocer al hombre porque el que ella se va a enfrentar a su madre — Evans lo. Miró sorprendido y algo molesto. —¿Cómo es que Nathalie se va a enfrentar a Roxanne? — se levantó de inmediato de su asiento y buscó su saco, el cuál siempre se quitaba cuando llegaba. Gerald lo miró. —¿A dónde vas? — preguntó el hombre, cruzándose de brazos mientras se sentaba. —A buscar a mi mujer, porque si Roxanne le toca un pelo, soy capaz de matarla. — La convicción con la q
Nathalie fue recibida por la misma mujer de la primera vez. —Buenos días, señorita. —Buenos días, viene a hablar con Roxanne. —Claro, pase, en seguida la anuncio — Nathalie le sonrió y siguió a la mujer hasta dentro de la casa, quién la guió hasta la sala para que esperara. Roxanne se sorprendió al saber que Nathalie la estaba buscando. Pero enseguida recordó que Evans la había dejado por ella y no pudo evitar sentir rencor. —¿Qué haces aquí? — dijo altanera. Nathalie ni se inmutó. —Vine a hablar contigo. ¿Leíste la carta? — Roxanne la miró de pies a cabeza. —No, no he tenido tiempo — la joven asintió al oír a su madre. —¿Entonces cómo pretendes saber cuánto dinero te ha dejado? Me has llamado insistentemente para recibir tu dinero. ¿No es eso lo que más te importa en la vida? — Roxanne achicó los ojos al oírla. —No es lo único que me importa querida — Nathalie asintió al oírla. —Tengo entendido que mi papá te va a ofrecer algo, supongo que lo mismo que a mí, tratar de acerca
—No puedo creer que hayas ido a ver a esa mujer — Evans parecía un león enjaulado, caminando de un lado para otro. — Sabes de todo lo que ella es capaz, incluso sabes que quiere quitarte de su camino y tu vas y te pones en bandeja. — Nathalie tomó sus cosas y estaba dispuesta a salir de esa oficina. —¿A dónde crees que vas? — exclamó aún más molesto al ver que ella no decía nada y pensaba irse. —A mi casa — dijo sin voltearse y siguió caminando, Evans de dos zancadas llegó a ella y la tomó del brazo para girarla a él. —Estamos hablando, no puedes irte — Nathalie lo miró realmente molesta, a pesar de haber enfrentado a Roxanne, no le gustaba discutir, le gustaba pensar con la cabeza fría antes de decir algo que después se arrepintiera. Por lo que se soltó enojada. —¿Hablando? Evans me estás prácticamente gritando y eso no lo voy aguantar, porque no lo hizo nunca mi padre no voy a permitir que otra persona venga y lo haga, ¿Estamos claros? Además, te recuerdo que nos guste o no, Roxa
Roxanne caminaba de un lado para otro, no podía creer todo lo que estaba pasando, podía tener mucho dinero, que era lo que siempre había querido, incluso, ya tenía mucho dinero, con todo lo que le había sacado a todos esos hombres, ella se había prometido nunca más volver a pasar todo lo que pasó de niña, por eso siempre había pensado en ella y solo en ella, hasta que Scott llegó a su vida, el vecino que siempre había estado pendiente de ella, curando las heridas de los golpes que su padre le daba, aquél joven que había tocado su corazón, con dulzura, aquel joven que le había hecho el amor de manera tierna y apasionada, en verdad había amado Scott, pero sencillamente ella nunca había podido quitar ese odio que sentía por los hombres, había aprendido a usar su cuerpo para conseguir lo que quería, ya que eso era algo que había hecho desde los quince años, cuando su padre abusó de ella y luego se la vendía a sus amigos. Roxanne se limpió una lágrima que cayó por su mejilla, recordó como
Gerald, dio la orden de que le enviaran todo el archivo secreto, tanto a él, como a Evans y Nathalie, debía prevenir, porque sabía que Roxanne no se quedaría con los brazos cruzados y actuaría, para mal. Roxanne tenía envenenada el alma, sabía que por ella ya no había remedio alguno, se lo había dicho innumerables veces a Scott, pero el hombre nunca había querido hacer caso, incluso después de años seguía enamorado de la misma mujer. Recordaba las discusiones con su amigo, el cuál nunca volvió a tener nada serio, primero, porque en verdad quería dedicarse a cuidar a Nathalie, su pequeña a la cuál amaba con el alma y ella pequeña niña se había convertido en su mundo y segundo, porque siempre había estado enamorado de una maldita bruja, aún no lograba entender qué le había visto, porque aunque la mujer era hermosa, tenía el alma tan negra, que bien podría ser la esposa del diablo. Pero él iba a encargarse de que no le hiciera nada a Nathalie, estaba seguro que con lo que Evans tenía en
El sonido de otro mensaje entrante la sacó del estado de shock en el que estaba, ¿Hasta cuándo está mujer iba hacerle la vida imposible? Junto el celular con manos temblorosas, lo desbloqueo y leyó el nuevo mensaje que había llegado. “Tienes una hora para llegar a casa y por supuesto sola. Si no les pasara los mismo que a Gerald, sólo que esta vez no va a ver falla, porque lo haré en persona y directo en la cabeza" Nathalie no podía dejar, pero debía hacerlo, está vez no se trataba de ella, se trataba de su mejor amiga, su hermana del alma y de la madre del amor de su vida, ¿Cómo Roxanne podía ser tan mala y fría? No lo sabía pero debía ir a recatarlas, o de intercambiarse. El ver a Mio atada y amordazada le dolió el corazón, al igual que a su suegra, esa mirada llena de terror le llegó al corazón, sabía que si Evans veía esa imagen mataba a Roxanne. Nathalie se limpió las lágrimas y respiró profundo, besó la frente del que para ella era su segundo padre. —Por favor encárgate de re