C177- LISTA PARA ÉL.El aire estaba cargado de anticipación, de ese tipo que te eriza la piel y te corta la respiración. Clara ahora estaba sentada en una roca grande y lisa, con las piernas abiertas y el corazón latiendo con fuerza en su pecho.Podía sentir la fría superficie de la piedra bajo ella, pero no era nada comparado con el calor que crecía en su interior. Kieran la miraba con los ojos oscurecidos por el deseo, mientras su aliento cálido cochaba contra su piel sensible.―Estás tan jodidamente apretada, princesa ―gruñó, mientras deslizaba un dedo dentro de ella, sintiendo cómo sus paredes se apretaban a su alrededor.Podía sentirla temblar, su inexperiencia evidente en la forma en que su cuerpo respondía a su tacto. Pero no le importaba. De hecho, le encantaba. Le encantaba cómo se sonrojaba cuando le decía obscenidades, cómo se le cortaba la respiración cuando sus dedos la jugueteaban.Quería que lo sintiera todo, que experimentara cada gramo de placer que pudiera darle.Aña
C178- UN LUNAR.La habitación estaba tenuemente iluminada y el aire estaba impregnado de un aroma a sudor y deseo, mezclado con el tenue aroma a lavanda de las sábanas. Clara estaba de rodillas, con las manos aferradas al borde de la cama, temblando de anticipación.Kieran detrás de ella, con los ojos oscurecidos por el deseo, admiraba la curva de su espalda, el brillo de su piel bajo la suave luz.―Eres mía ―gruñó deslizando su lengua por su columna, provocando escalofríos en la espalda de Clara. Luego, colocó las manos en sus caderas, agarrándola con firmeza y posesividad. ―Toda mía.Clara se mordió el labio, antes de responder.―Sí ―susurró ―Tuya.Los labios de Kieran se curvaron en una sonrisa maliciosa, se inclinó rozando su nuca con la boca.―Dilo otra vez ―exigió.―Soy tuya, Kieran ―gimió Clara, arqueando ligeramente su cuerpo mientras sus labios recorrían su espalda. Sentía la tensión creciendo en su interior, la anticipación de lo que estaba por venir le provocaba un hormigueo
C179- INDIFERENCIA.Clara despertó lentamente, sintiendo el calor enredado en las sábanas y el leve rastro de la noche anterior todavía en su piel. Se giró con una sonrisa, pero la cama a su lado estaba vacía. Frunció el ceño y alzó la vista. Kieran estaba frente al tocador, terminando de vestirse con movimientos medidos. Se incorporó despacio, cubriéndose el pecho con la sábana, y dejó escapar una sonrisa perezosa. —¿Te levantaste tan temprano para huir de mí? —dijo con un tono juguetón—. ¿O tienes una cita secreta? Kieran apretó las manos un instante antes de seguir peinándose. Se miró en el espejo, luego se giró y caminó hacia ella con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. —Tengo cosas que hacer —respondió con indiferencia—. Quédate descansando. La sonrisa de Clara se borró. Pero Kieran no esperó más. Tomó su chaqueta y salió de la habitación sin voltear atrás. El silencio pesó. Se quedó quieta, con la sábana apretada entre sus manos temblorosas. Su pecho subía y bajaba co
C180- EL VA A CASARSE.Kieran llegó al hospital privado, apuró el paso, no tenía tiempo que perder. Atravesó los pasillos sin mirar a nadie, directo al consultorio que ya conocía. Apenas abrió la puerta, el hombre detrás del escritorio ajustó sus lentes y lo miró con curiosidad. —Vaya, ¿qué te trae por aquí, O’Reilly? Kieran cerró la puerta tras de sí sin responder. Se acercó al escritorio y dejó caer un mechón de cabello envuelto cuidadosamente. —Necesito que hagas una prueba de ADN —dijo sin rodeos—. Lo más rápido que puedas. Y que seas discreto. El hombre alzó una ceja y se inclinó ligeramente hacia adelante. —¿Cazando a un enemigo? —bromeó con una sonrisa torcida. —No. —Kieran lo miró sin rastro de humor—. Esto es personal. Necesito saber si este niño es mi hijo. El médico dejó de sonreír. Su mirada bajó al mechón sobre la mesa y asintió. —Bien, puedo hacerlo… pero sabes que— —El precio es lo de menos. Solo hazlo. ¿Cuándo tendrás los resultados? El hombre se ajustó los
C181- DESTINO EN UN PAPEL.El silencio en el estudio se volvió espeso, casi asfixiante. Clara sintió el peso de cada una de las palabras de Declan golpeándole el pecho, hundiéndole las entrañas en una mezcla de dolor, humillación y rabia. ¿Nada que aportar? ¿Nada que ofrecer? Su corazón latía con fuerza, sus manos temblaban sobre su regazo. Por un instante, sintió que la garganta se le cerraba, pero lo tragó todo de golpe. El dolor. La herida. La humillación. Lo destrozó en su interior hasta que solo quedó una cosa. Furia. Clara se puso de pie de golpe, empujando la silla hacia atrás con un ruido seco. Sus ojos brillaban con una furia ardiente mientras clavaba la mirada en Declan. —¿Nada que ofrecer? —repitió, su voz baja pero afilada como un cuchillo—. ¿Porque no vengo de una familia con poder? ¿Porque no tengo un apellido que te sirva? Declan la miró, sin inmutarse. —Exactamente. Clara soltó una risa fría, sin rastro de humor. Y cuando iba a responder, Declan habló de nuevo.
C182- ERAS TÚ. Kieran abrió el sobre con dedos tensos. Sus ojos recorrieron las palabras, pero solo una línea se grabó en su mente: "99% de compatibilidad." Sintió que el aire se le atascaba en los pulmones. Un jadeo escapó de su boca, y su cuerpo se tambaleó como si acabara de recibir un golpe directo en el estómago. La culpa y el alivio lo asaltaron al mismo tiempo, una mezcla abrumadora que le hizo cerrar los ojos un instante. —¿Estás bien, Kieran? —preguntó el médico. El parpadeó, saliendo de su estupor. —Sí… sí, estoy bien. Gracias. El médico inclinó la cabeza con curiosidad. —Bueno, ¿y quién es la chica? ¿Alguien que conoce tu hermano? —No… yo… ― Kieran tragó con dificultad ―…lo hablaré con él. Sin decir más, giró sobre sus talones y salió del consultorio, sintiendo que su cabeza iba a explotar. Horas después… El vaso de whisky temblaba en su mano. La botella estaba medio vacía. Y Kieran apoyó la frente sobre la madera del escritorio, su mente reviviendo cada maldita
C183- HIJO.Kieran corrió tras ella, el sonido de sus pasos reverberando en los pasillos de la mansión. Al llegar a la habitación, Clara intentó cerrar la puerta, pero él la bloqueó con el pie, empujándola con fuerza para entrar.—Clara, por favor… —su voz era pura desesperación—. ¡Déjame explicarte!—¡No hay nada que explicar! —espetó ella, empujándolo con furia—. ¡No quiero escucharte!Kieran cerró los ojos un segundo, tratando de mantener la calma.—Escúchame, por favor.—¿Para qué? —soltó con frialdad—. ¿Para qué me sigas manipulando? ¿Para qué sigas usándome?Él sintió el golpe de esas palabras como un puño en el estómago.—No… no es así. ¡Estás equivocada! Yo…—¡Claro que sí! —gritó ella, su voz quebrándose—. ¡Lo supiste todo este tiempo y me engañaste! ¡Sabías la verdad y te callaste! ¡¡ERES UN DESGRACIADO, KIERAN! ¡UN MENTIROSO!Él negó ansioso.—No lo sabía, joder —su voz tembló—. No lo supe hasta hoy.Clara soltó una risa amarga.—¿Y se supone que debo creerte? ¡No puedo! ¡N
C184- ES EL PAPÁ DE LEO.Leo se aferró a la pierna de Kieran como si su vida dependiera de ello. Enterró la carita en la tela de sus pantalones, no quería mirar a su madre. No lloraba a gritos, no hacía berrinche; solo sollozaba bajito, temblando como una hojita.—No, mami, no… —repetía entrecortado, las palabras apenas audibles— aquí… Kieran…Clara tenía la cara roja, los ojos le brillaban, pero no de emoción, sino de rabia… y de cansancio. Tiró del brazo de Leo con fuerza.—¡Leo, nos vamos! ¡Suelta a Kieran!—¡NO QUIERO A KIERAN!—¡LEO, OBEDECE! —espetó Clara, perdiendo la calma.Kieran se agachó, intentando tocar a Leo, acariciarle el pelo, algo… Pero Clara lo apartó de un manotazo.—¡No lo confundas más! Ya está decidido, ¡nos vamos!El corazón de Leo, ese corazoncito de cinco años, pareció romperse de verdad. Sintió la mano de Kieran alejarse, y sus deditos se quedaron en el aire, como buscando algo que ya no estaba. Soltó un gemido, un sonido ahogado que le salió de muy adentro.