Rayito dejó escapar un suspiro lento y profundo. La vida le había enseñado que las cosas nunca salían como uno las planeaba, pero la propuesta de Nataniel hacía que las emociones florecieran en su interior. La boda era algo que había soñado desde que era pequeña, pero no estaba segura de poder llevarla a cabo sin ponerse en riesgo de nuevo. ―¡Ven! ―le dijo Nataniel levantándose con ella y tomándola de la mano para recorrer el jardín. El sol de la tarde iluminaba el jardín de la casa de Nataniel, creando un ambiente cálido y acogedor. Caminaron entre las flores, su corazón lleno de emociones encontradas. Los dos vieron a las mariposas revolotear entre las flores, Nataniel la abrazó por detrás mientras les susurraba en voz baja. ―Rayito, sé últimamente todo ha sido difícil para nosotros, hemos pasado por tantas cosas juntos, pero nos amamos, tenemos la posibilidad de unir nuestras vidas, imagínate hacer tu boda de ensueño en este hermoso jardín. Rayito miró a Nataniel, su mirada ll
Llegaron a su habitación de hotel donde pasarían la primera noche como marido y mujer, al día siguiente se irían de luna de miel a una isla del Mediterráneo, pero esa noche iban a disfrutar de una noche de pasión.Al entrar encontraron una botella de champán y fresas frescas, Nataniel tomó las copas y las sirvió, le entregó una a su esposa quien lo miraba un poco nerviosa y por poco la bebida se resbaló de su mano.―¿Estás nerviosa? ―interrogó Nataniel con una sonrisa, acercándose a ella y besando con suavidad su mejilla.―Mucho… estoy ansiosa por estar juntos ―pronunció con timidez.―Y yo también, pero antes quiero que brindemos por nosotros, por nuestro amor, por la familia que comenzamos y por un futuro feliz juntos.Ambos levantaron las copas y brindaron, Rayito tomó un sorbo y sus ojos brillaron con emociones incontenibles, los dos sin dejar de observarse, se perdieron en la mirada del otro.Nataniel colocó la copa a un lado de la mesa y ella hizo lo mismo, para seguidamente toma
Horas más tarde, Nataniel y Rayito tomaron el avión para darse un merecido descanso y disfrutar de su tan esperada luna de miel.El destino elegido para su viaje era una hermosa isla en el Mediterráneo, conocida por sus playas de arena blanca y aguas cristalinas. Cuando descendieron del avión el sol brillaba intensamente en el cielo azul, mientras el aire cálido les daba la bienvenida, un taxi los esperó y los llevó al ferry para trasladarse a la isla donde se quedarían esos días.Los dos conectaron completamente con el lugar, aprovechando lo que esta increíble ubicación tenía para ofrecer; nadar en sus cristalinas aguas y relajarse en las playas de arena suave, explorar los pintorescos pueblos costeros y disfrutar de la deliciosa gastronomía local.―¿Puedes creer que finalmente estemos aquí? ―dijo Rayito emocionada, mirando a Nataniel con una sonrisa radiante―. Es como un sueño hecho realidad.Nataniel asintió, admirando la belleza del paisaje y la felicidad que irradiaba su esposa.
Sinopsis.Dayana Lemus ha vivido enamorada de Salvador Del Pino desde que tiene uso de razón, vive, sueña, y suspira por él, está decidida a conquistarlo sea como sea hasta que descubre que su hermano gemelo Santiago Del Pino está locamente enamorado de ella, por eso decide alejarse para no causar una ruptura entre los hermanos y para no hacerle daño al chico.Por su parte, Lucero Santamaria, su mejor amiga está enamorada de Santiago Del Pino y está dispuesta a declararle su amor hasta que descubre que él ama a su mejor amiga y no quiere interponerse entre ellos.¿Podrá cada una de ellas olvidar sus sentimientos para entregar su corazón al gemelo distinto o logrará el amor que sienten imponerse frente a todo, cualquiera sea la circunstancia?Capítulo 1. Tragedia.Dayana Lemus era una joven encantadora y soñadora, de largos cabellos oscuros y ojos azules brillantes, irradiaba una dulzura y una energía que cautivaba a todos a su alrededor. Desde que tenía uso de razón, Dayana había esta
La desesperación se apoderó de Dayana mientras veía a Salvador luchar por salvar a su hermano. Los minutos parecían eternos, y cada segundo que pasaba sin respuesta era un tormento para ella.Finalmente, la ambulancia llegó y los paramédicos tomaron el control de la situación. Salvador no se separaba de Santiago ni un instante, le tomaba la mano con fuerza y suplicando que volviera en sí.―¡Te prohíbo que te vayas! ¡Estás loco! ¿Tienes idea de lo que haría yo sin ti? Sin tus bromas, risas, tu sentido del humorDayana se acercó a Salvador, su rostro lleno de preocupación y tristeza. Quería consolarlo, pero no sabía cómo. Se sentía impotente ante la situación, deseando poder hacer algo más.Los paramédicos continuaron con las maniobras de reanimación mientras llevaban a Santiago en camilla hacia la ambulancia. Salvador subió rápidamente, sin soltar su mano ni un segundo.Dayana decidió ir con ellos, pero la voz y expresión severa del chico la detuvo.―¡Tú no vienes con nosotros! Vete a t
Dayana se quedó en el suelo, aturdida y dolorida por la caída y el trato agresivo de Salvador.―¡Desaparécete! Nuestras vidas iban perfectas, hasta que te acercaste a mí ¿Qué querías decirme? ¿Qué yo te gustaba? ―dijo con una expresión de rabia en su rostro―, ¡Tú a mí no me gustas! ¿Crees que me puede gustar una mocosa fastidiosa que ha estado detrás de mí desde que empezó a caminar? ¿No te has visto nunca? Eres una chiquilla insignificante, a mí me gustan las mujeres completas, no un espectro de ella ¡Eres insoportable! Y no hay nada que me agrade de ti, me molesta tu risa, tu cara y tu expresión de niña buena.Después de decir eso, él la miró una vez más con desprecio, Dayana sintió las lágrimas corriendo por su rostro mientras observaba a Salvador cerrar la puerta de la habitación de Santiago, dejándola afuera.Sentía el peso de la tristeza, la impotencia y un profundo dolor se instaló en su corazón. Se sentía atrapada en una pesadilla de la cual no podía escapar. El dolor de perde
Dayana se quedó sin palabras, sintiendo cómo el mundo se derrumbaba a su alrededor. Las lágrimas seguían brotando de sus ojos, pero esta vez era un llanto silencioso y desgarrador.―¿Qué estás diciendo, Salvador? ―preguntó con voz temblorosa―. ¿Santiago está enamorado de mí?Salvador asintió con tristeza, sin apartar la mirada de Dayana.―Sí, lo está. Desde hace mucho tiempo ha sentido algo por ti, desde que era un chiquillo, pero nunca tuvo el valor de decírtelo.Salvador cerró los ojos recordando ese momento cuando su hermano le confesó sus sentimientos, estaban descansando luego de haber pasado horas jugando, y como a su madre no le gustaba que entraran sudados a la casa, se tiraron en el jardín para refrescarse, se acostaron boca arriba, sin dejar de observar el brillante cielo azul y de repente su hermano Santiago sacó la conversación.“―Salva ¿Alguna vez te has enamorado? ―interrogó. Salva dio un largo suspiro y su hermano soltó la carcajada―, hay hermanito, tu suspiro lo dice t
Pasaron dos días desde el accidente de Santiago, y Dayana no lo había abandonado, no quería separarse de su lado porque se sentía culpable. Cada día, entraba a la habitación del hospital con el corazón lleno de esperanza y miedo. Hablaba con suavidad, acariciaba su frente y tomaba su mano, esperando que de alguna manera pudiera sentir su presencia y saber que ella estaba allí.Esa tarde, mientras Dayana se encontraba sentada junto a la cama de Santiago, su amiga Lucero entró en la habitación. Lucero también había visitado a Santiago todos los días desde el accidente, pero no había tenido la oportunidad de hablar a solas con Dayana.Lucero llevaba consigo un sentimiento inquieto en el corazón, ella había escuchado la conversación de su amiga con Salvador, y sabía que Santiago estaba enamorado de ella. Ahora, viendo a Santiago postrado en la cama y luchando por su vida, su dolor se intensificaba, quería que él fuera feliz y si no la amaba, quizás pudiera ser feliz con Dayana su verda