La llamada de Alfa dejó a Gabriel con un nudo en el estómago. La voz fría y calculadora del líder de la organización resonaba en su mente, mientras las palabras sobre Samuel se repetían una y otra vez. Sentado en el suelo del almacén, Gabriel respiraba con dificultad, tratando de mantener la compostura.Lara, Tomás y Elena lo rodeaban, cada uno lidiando con sus propios pensamientos y preocupaciones. Sabían que no podían quedarse mucho tiempo en ese lugar; Alfa y sus guardias podían encontrarlos en cualquier momento. Pero también sabían que necesitaban un plan, una estrategia para salvar a Samuel y detener a Alfa.Elena se levantó y caminó hacia la terminal, donde aún tenían acceso a la información que habían descargado. Su rostro reflejaba una mezcla de determinación y preocupación.—Tenemos que actuar rápido. Alfa ya sabe que estamos tras ellos, y no nos dará tregua —dijo, mientras revisaba los archivos en la pantalla.Tomás se acercó y miró por encima de su hombro.—¿Hay algo en eso
—¿Hola? —dijo, su voz cargada de tensión.La voz de Alfa resonó al otro lado de la línea, fría y burlona.—Veo que sigues intentando salvar a tu preciado Samuel. Qué conmovedor. Pero te aseguro que es una causa perdida.Gabriel sintió una ola de rabia al escuchar esas palabras.—No importa lo que digas, Alfa. No me rendiré. Encontraremos una manera de liberarlo.Alfa soltó una risa cruel.—Oh, Gabriel, siempre tan testarudo. Pero déjame darte un consejo. Samuel ya no es el mismo. Se ha ido, y nunca volverá a ser quien fue. ¿Realmente vale la pena arriesgarlo todo por él?Gabriel apretó el teléfono con fuerza, sintiendo cómo la ira y la desesperación se mezclaban en su interior.—Sí, vale la pena. Porque es la única manera de detenerte y liberar a todos los que has manipulado.Alfa respondió con un tono burlón.—Muy bien, Gabriel. Veamos hasta dónde llega tu determinación. Pero te aseguro que este juego no terminará como esperas.Con eso, la llamada se cortó abruptamente, dejando a Gab
El líder de los mercenarios caminaba hacia la celda de Dalton, con su rumbo fijo, mientras que el sonido de sus botas resonaba en el pasillo de piedra, mezclándose con el eco de los gritos lejanos de otros prisioneros que habían sido capturados por órdenes de Alfa, siendo los vivos ejemplos de los crímenes cometidos por el líder de la agencia. Dalton, con el rostro demacrado y la mirada perdida, apenas levantó la cabeza cuando se abrió la puerta de su celda. El líder de los mercenarios se adentró en esta, con la mirada fija en la cabeza a gachas de Dalton, su mirada estaba enmarcada por su habitual semblante inescrutable; se acercó al castaño lisiado con pasos firmes, seguido de cerca por dos de sus guardias armados, como si Dalton pudiera defenderse en su estado deplorable. Dalton alzó la vista, manteniendo su cara póker y solo mantuvo su calma.—Dalton, Dalton, Dalton… —Musitó el líder fingiendo un tono amigable, sin dejar su postura fría y autoritaria. —Es hora de irse.Dalton revo
El líder de los mercenarios caminaba hacia la celda de Dalton, con su rumbo fijo, mientras que el sonido de sus botas resonaba en el pasillo de piedra, mezclándose con el eco de los gritos lejanos de otros prisioneros que habían sido capturados por órdenes de Alfa, siendo los vivos ejemplos de los crímenes cometidos por el líder de la agencia. Dalton, con el rostro demacrado y la mirada perdida, apenas levantó la cabeza cuando se abrió la puerta de su celda. El líder de los mercenarios se adentró en esta, con la mirada fija en la cabeza a gachas de Dalton, su mirada estaba enmarcada por su habitual semblante inescrutable; se acercó al castaño lisiado con pasos firmes, seguido de cerca por dos de sus guardias armados, como si Dalton pudiera defenderse en su estado deplorable. Dalton alzó la vista, manteniendo su cara póker y solo mantuvo su calma.—Dalton, Dalton, Dalton… —Musitó el líder fingiendo un tono amigable, sin dejar su postura fría y autoritaria. —Es hora de irse.Dalton revo
El líder de los mercenarios caminaba hacia la celda de Dalton, con su rumbo fijo, mientras que el sonido de sus botas resonaba en el pasillo de piedra, mezclándose con el eco de los gritos lejanos de otros prisioneros que habían sido capturados por órdenes de Alfa, siendo los vivos ejemplos de los crímenes cometidos por el líder de la agencia. Dalton, con el rostro demacrado y la mirada perdida, apenas levantó la cabeza cuando se abrió la puerta de su celda. El líder de los mercenarios se adentró en esta, con la mirada fija en la cabeza a gachas de Dalton, su mirada estaba enmarcada por su habitual semblante inescrutable; se acercó al castaño lisiado con pasos firmes, seguido de cerca por dos de sus guardias armados, como si Dalton pudiera defenderse en su estado deplorable. Dalton alzó la vista, manteniendo su cara póker y solo mantuvo su calma.—Dalton, Dalton, Dalton… —Musitó el líder fingiendo un tono amigable, sin dejar su postura fría y autoritaria. —Es hora de irse.Dalton revo
El líder de los mercenarios caminaba hacia la celda de Dalton, con su rumbo fijo, mientras que el sonido de sus botas resonaba en el pasillo de piedra, mezclándose con el eco de los gritos lejanos de otros prisioneros que habían sido capturados por órdenes de Alfa, siendo los vivos ejemplos de los crímenes cometidos por el líder de la agencia. Dalton, con el rostro demacrado y la mirada perdida, apenas levantó la cabeza cuando se abrió la puerta de su celda. El líder de los mercenarios se adentró en esta, con la mirada fija en la cabeza a gachas de Dalton, su mirada estaba enmarcada por su habitual semblante inescrutable; se acercó al castaño lisiado con pasos firmes, seguido de cerca por dos de sus guardias armados, como si Dalton pudiera defenderse en su estado deplorable. Dalton alzó la vista, manteniendo su cara póker y solo mantuvo su calma.—Dalton, Dalton, Dalton… —Musitó el líder fingiendo un tono amigable, sin dejar su postura fría y autoritaria. —Es hora de irse.Dalton revo
Alice se encontraba parada en la larga fila para su entrevista de trabajo, totalmente nerviosa y ansiosa, tanto que de vez en cuando se mordía las uñas sin darse cuenta. Con la mirada fija en la chica que tenía enfrente, la detalló minuciosamente y notó que esta iba muy arreglada y maquillada, se dio la vuelta y descubrió que la chica que se encontraba detrás de ella, también estaba exageradamente elegante y arreglada, luego se inclinó hacia adelante e inspeccionó a las demás chicas que hacían fila, algunas incluso parecían modelos de pasarela europea, con sus piernas largas, vestidos costosos y bolsos de marca.La joven no pudo evitar pensar en que quizá había ido al sitio equivocado para buscar empleo, claramente ella no le llegaba ni a los talones a ese montón de mujeres perfectas y estiradas. Abrumada por sus inseguridades, dirigió la vista hacia abajo y observó fijamente su pulsera de la suerte, esa que le había regalado su madre. Al principio se sintió un poco aliviada porque s
8:20 AM.Alice llegó corriendo a la compañía Monroe, estaba demasiado nerviosa y preocupada, puesto que iba un poco tarde y no quería darle motivos a su nuevo jefe para juzgarla. Se adentró en el edificio y de inmediato fue con el recepcionista para anunciarse y pedir indicaciones.—Buenos días, Soy Alice Davis, el señor Monroe me está esperando— Masculló Alice hiperventilando. —Buenos días, el señor Monroe justo acaba de llegar, tome el ascensor de la izquierda y diríjase al último piso, al llegar tome asiento en la sala de espera junto a este y pronto alguien irá a recibirla— Explicó el hombre amablemente, aunque estaba metido en su ordenador y casi no le prestó atención.—Gracias…— Musitó confundida por no entender muy bien sus indicaciones.La castaña fue hasta los ascensores y justo vio que un hombre alto, muy elegante y de traje costoso, estaba entrando en este, así que comenzó a correr para alcanzarlo antes de que las puertas se cerraran.—¡Detenga el ascensor, por favor!— Pid