Samuel descendió del taxi y sus pies tocaron el pavimento frente al imponente hotel. Una oleada de adrenalina recorrió su cuerpo, haciendo que cada fibra de su ser se mantuviera alerta. A través del cristal del vestíbulo, distinguió la figura imponente del Detective Martínez, rodeado de un grupo de oficiales. Apretando los dientes, Samuel gruñó ligeramente, sabía que no había tiempo que perder.Rodeó el edificio, aprovechando la penumbra de la noche para mantenerse fuera de la vista. Al doblar la esquina, se encontró con un callejón estrecho, apenas iluminado por la tenue luz de una farola parpadeante. Allí, un botones del hotel, ajeno a su entorno, estaba embelesado fumándose un cigarrillo con aire relajado.Samuel recordó las lecciones de Gabriel para inmovilizar a un civil sin hacerle daño y de inmediato lo puso en práctica. Se acercó con sigilo, calculando cada uno de sus pasos. En un instante, movió su brazo alrededor del cuello del botones, aplicando una presión precisa. El joven
Samuel se deslizó en la oscuridad del callejón, con sus sentidos agudizados y sus pensamientos enfocados en su próxima acción. Las luces de la ciudad creaban sombras caprichosas en las paredes mientras avanzaba con pasos calculados, cada uno resonando en el silencio de la noche. El aire fresco y húmedo le brindó un breve respiro, pero su mente estaba en constante movimiento, anticipando cada posible obstáculo.Sus pensamientos volvieron a Gabriel y a la fatídica misión que había salido terriblemente mal. Recordó las palabras de Gabriel, las tácticas y estrategias que le había enseñado. Cada lección era ahora un pilar en su lucha por la supervivencia. Con cada paso, sentía la determinación creciente dentro de él, impulsándolo a seguir adelante, a no rendirse jamás.El callejón se bifurcaba y Samuel optó por el camino menos iluminado, confiando en que la oscuridad le brindaría el anonimato que necesitaba. Las paredes estrechas y los contenedores de basura apilados le proporcionaban cobe
Samuel observó cómo Darriel se movía rápidamente entre sus archivos, sacando herramientas y dispositivos con una destreza profesional. El silencio se llenó con el sonido de teclas presionadas y papeles moviéndose, mientras Samuel no podía evitar sentir una profunda admiración por la habilidad y la rapidez del investigador privado.Darriel se acercó al escritorio, conectando un dispositivo portátil al ordenador mientras Samuel lo observaba detenidamente. El murmullo constante de la impresora llenaba el pequeño espacio mientras Darriel manipulaba las tarjetas.—Esto tomará unos minutos. —Informó Darriel sin levantar la vista de la pantalla, mientras que sus dedos volaban sobre el teclado. —Mientras tanto, será mejor que te pongas cómodo y pienses en un nombre falso que usarás temporalmente. Samuel asintió, consciente de la importancia de mantener un perfil bajo. Su mente comenzó a trabajar, recordando el nombre de uno de los personajes de su serie favorita. "Isaac," pensó, "Isaac Lahey
Alice se encontraba en su habitación, la oscuridad de la noche envolvía cada rincón del hogar mientras intentaba, sin éxito, conciliar el sueño. Su hija Dalia, dormía plácidamente a su lado, ajena a las preocupaciones que asaltaban la mente de su madre. Alice no podía evitar pensar en Samuel, preguntándose dónde estaría y si se encontraba a salvo. Sabía que era igual de obstinado que su padre y que no descansaría hasta cumplir su objetivo, lo que solo incrementaba su ansiedad.El silencio de la casa era interrumpido ocasionalmente por el sonido distante del tráfico nocturno, pero algo más mantenía a Alice alerta. Había una sensación en el aire, una intuición que no lograba sacudirse. Se levantó con cuidado, intentando no despertar a Dalia, y se dirigió a la ventana, mirando hacia la calle en busca de alguna señal.De repente, el timbre de la puerta principal rompió la quietud de la noche, haciendo que Alice diera un respingo. Su corazón comenzó a latir con fuerza mientras caminaba hac
185: En la miraSamuel finalmente llegó al departamento de Daniel, sumamente exhausto y sucio, le dolían los pies y sentía que en cualquier momento se desmayaría. Llamó a la puerta con fuerza, y después de unos segundos, una joven de cabello negro y ojos avizores abrió, preguntando con desconfianza qué quería a esa hora, y con ese aspecto.—¿Quién eres y qué necesitas? —Preguntó la joven, con voz firme.Samuel trató de responder, pero su mente estaba demasiado aturdida por el cansancio y el estrés. En ese instante, un ruido estruendoso proveniente de las escaleras lo hizo girar instintivamente. El miedo lo inundó y, sin pensarlo dos veces, empujó a la joven dentro del departamento y cerró la puerta de golpe, bloqueándola con su cuerpo.—¡Oye! ¿Qué estás haciendo? —Gritó la joven, sorprendida y asustada.Samuel levantó una mano, pidiendo silencio, y susurró con urgencia:—Por favor… me están siguiendo. Necesito hablar con Daniel. Es urgente.La joven frunció el ceño y, tras unos segund
186: En la miraMoretti y Moscú entraron rápidamente, sus expresiones reflejaban la urgencia de la situación. Alice, les seguía de cerca, su rostro estaba lleno de preocupación y determinación. Samuel salió de su escondite en el balcón al reconocer las voces, su corazón aliviado al ver a su madre y a Moscú.Mientras Daniel cerraba la puerta tras Moretti, Moscú y Alice, Samuel reaccionó instintivamente al ver a Moretti. En un movimiento rápido, sacó un cuchillo que llevaba oculto en su tobillo y lo apuntó hacia él, sus ojos estaban llenos de desconfianza y desesperación.—¡Quédate donde estás! —Ordenó Samuel a gritos, con su voz temblando de ira y miedo. —Alfa me dijo que tú eras un criminal de alto nivel, un traficante y asesino. No te acerques a mi familia o te juro que no sobrevivirás para contarlo.Moretti levantó las manos en señal de rendición, su expresión era de sorpresa, pero también de comprensión.—Samuel, baja el cuchillo —Dijo Moscú con calma, dando un paso hacia adelante.
187: AmenazaLara respiró profundo mientras comenzaba a rodear la sala de estar sin perder de vista a Alfa, tenía intenciones de acercarse al pasillo tanto como le fuera posible para buscar el revolver que tenía bajo su almohada. Sin embargo, Alfa conocía sus intenciones, así que decidió ahorrarle las molestias.—Descuida, Lara. No vine a pelear contigo. —Musitó el hombre canoso antes de darle otra calada a su cigarrillo.—¿Y entonces que haces en mi departamento? Ser mi jefe no te da el derecho de allanar mi casa. —Masculló ella parándose en seco, disfrazando su ansiedad con enojo.—Hago exactamente lo mismo que tú al revisar los informes y documentos confidenciales de las misiones recientes. ¿Creíste que no me iba a dar cuenta? No pensé que fueras tan estúpida… —Respondió con sorna.Lara apretó los ojos al tiempo que suspiró sonoramente, maldiciendo en su interior por no pensar antes de actuar.—¿Qué es lo que quiere, señor? —Preguntó la rubia cambiando de tema.—Toma asiento, traba
Con el pretexto en mente, Lara se dirigió a la agencia con su mente sumamente concentrada en cumplir su objetivo y logró ingresar a las celdas de máxima seguridad sin problemas. Su corazón latía con fuerza mientras se acercaba a la celda de Clara. Las hermanas gemelas se miraron a través de los barrotes, con una mezcla de desdén y determinación en sus ojos.Lara se tomó un momento para estudiar a Clara a través de los barrotes. Era sorprendente lo mucho que podían parecerse y, al mismo tiempo, ser tan diferentes. La luz fría de los fluorescentes iluminaba las celdas de máxima seguridad, creando sombras que acentuaban la dureza del rostro de Clara. La determinación en sus ojos reflejaba la misma que tenía Lara, pero había algo más oscuro y retorcido en su gemela.—Necesito tu ayuda para sacar información crucial sobre Alfa. —Dijo Lara finalmente, su voz baja pero cargada de intensidad. —Algo que podamos usar para desmantelarlo desde dentro.Clara apoyó la espalda contra la pared de su