Las pulsaciones de mi cuerpo aumentaban, cada vez que me alejaba más y más de la Reserva, me sentía indefensa pero no permitiría que él me sacará de la manada.

—¿Qué haces Alana?... Cierra la maldita puerta. _su grito retumba dentro de mí pecho dando un gran susto, pero aún así intento lanzarme, pero él me agarra.

—¡Pará el auto!... ¡Que pares el auto! _le exijo

Me sostengo con fuerza al escuchar las llantas rechinar por la forma brusca que orilló el auto, rápidamente aprovecho y salgo de ahí… pero él hizo lo mismo viniendo a mi con un rostro furioso.

—No se porque te comportas así, o que estás planeando… pero yo no seré parte de esto… así que aléjate de mí. _me volteo y comienzo a caminar de regreso, pero siento sus garras sobre mi brazo.

—quieres saber porque he cambiado… me di cuenta que nunca debí dejar que me quitaran lo que es mío… empezando por ti.

El se acerca muy brusco buscando mi cuello como si lo intentará besar, aquello me dio tanta repulsión que empecé a forcejear