Cuando Rosalinda vio a Yara, sintió el miedo agitarse en su interior, la amenaza implícita en las palabras de la chica resonó en el aire, provocando un escalofrío en su columna vertebral. Igual le ocurrió a Oslo, que al ver a la joven retrocedió, al percibir la fuerza de su poder, sintió miedo.Rosalinda, tenía la respiración entrecortada, permaneció inmóvil mientras sus ojos se dilataron al reconocer la silueta de Yara.La tensión entre las dos mujeres alcanzó su punto máximo, mientras se miraban fijamente, cada una desafiando a la otra con su presencia dominante.—¿Qué le has hecho a Brad? ¿Qué significa esto? ¿Lo hechizaste? ¿Le lavaste el cerebro para que creyera en ti? —pronunció Rosalinda con una mezcla de miedo y desafío. La sorpresa inicial se transformó en rabia.Brad, atrapado en medio de la confrontación, intervino con voz firme. —No intentes engañarme Rosalinda, ¡¿Se te olvida que conozco la verdad?! Tú y yo nunca estuvimos juntos, por eso es imposible que tu hija pueda
El pecho de Yara se agitó con la fuerza primitiva de su respiración mientras observaba a Rosalinda corriendo para escapar, no podía creer que ella pensara que iba a salir bien de todo eso.Pero si esa mujer estaba pensando eso, estaba bastante equivocada, porque ella no estaba dispuesta a dejarla ir impune por sus crimines, así que comenzó a correr tras ella, sin embargo, segundos después esta se transformó en lobo, cuando Yara se dio cuenta de que Rosalinda se disponía a escapar, actuó por instinto. Sin pensarlo dos veces comenzó una transformación, pero la dejó a media, y salió corriendo tras la mujer. La luna llena iluminaba el bosque con su resplandor plateado mientras Yara perseguía a Rosalinda.—¡Espera! No trates de escapar, porque no te lo permitiré —La voz de Yara rasgó el claro, cruda e inflexible. Sus pies golpearon la tierra, sabiendo instintivamente que la persecución acababa de empezar. Lanzó una fugaz mirada por encima del hombro, hacia donde se encontraban su hermano
El pulso de Yara se aceleró con cada latido, una tormenta crepitante de anticipación y molestia. Parada en el claro de la manada, sus ojos permanecían fijos en Rosalinda, cuya furia era tan palpable como la humedad previa a una tormenta. La tensión era una serpiente enroscada, lista para el ataque.Los movimientos de Rosalinda eran desesperados y llenos de furia. Ella no aceptaba su derrota, no podía soportar la idea de perder su loba y enfrentar las consecuencias de sus acciones. Con el cuchillo en la mano, avanzó hacia Kira, sus ojos llenos de odio.Kira, sin embargo, estaba preparada. Había luchado durante años para proteger a su manada y a su familia, y no iba a dejar que Rosalinda la derrotara en este momento crucial.—¿Qué esperas? —retó Yara, la voz firme pero su mente girando en busca de estrategias.Sin embargo, antes de que Rosalinda pudiera dar en el blanco, una mano poderosa se extendió y con un barrido, las piernas de la atacante, haciéndola caer al suelo con un golpe sor
El aire tenía una mezcla de sangre, muerte y hasta de pólvora. El campo de batalla, sembrado de cuerpos inertes y lamentos ahogados, era un testimonio mudo del caos que acababa de consumarse. Brad, con el ceño fruncido y la mirada fija en el horizonte, gritaba órdenes con voz autoritaria, a diestra y a siniestra.—¡Ustedes, recojan a los caídos! ¡Y tú, lleva a los heridos a las tiendas! ¡Rápido! —su voz barítona resonaba sobre el murmullo de la desesperación.Los hombres se movían como una marea agitada, obedeciendo sin titubeos. En cierta forma, sus comandos eran el faro en la tempestad, imponiendo orden al desorden. Se mantenían ocupados, recogiendo los cuerpos de los lobos caídos en combate y preparándolos para una sepultura digna. La noche era un torbellino de actividad, con miembros de la manada ocupados en diferentes tareas, tratando de restaurar la normalidad después de la batalla.Entretanto, Yara se unió a las mujeres de la manada que estaban ocupadas cuidando a los heridos
El médico parpadeó varias veces, sorprendido por la confesión de Brad y la furia que emanaba de él. El ambiente se puso tenso ante el enfrentamiento inminente. Brad, con los puños cerrados y la mirada fija en el médico, sabía que algo andaba mal, que ese hombre guardaba más secretos que su falsa cordialidad dejaba entrever.—¿Qué es lo que ocultas, doctor? —preguntó Brad, escrutando los ojos del hombre frente a él.—Brad, —replicó el médico con una sonrisa torcida—, no hay nada que ocultar.Pese a sus palabras, su voz tenía un matiz que Brad no podía ignorar, un tono que le erizaba la piel.—Entonces, ¿por qué huelo la mentira en tu aliento? —Brad dio un paso adelante, sus instintos lobunos agudizados por la sospecha.Pero antes de que pudiera responderle, Brad se lanzó sobre él, sus garras se extendieron, y con un movimiento rápido, cortó el aire e hirió al médico en el pecho. El impacto lo lanzó hacia atrás, haciéndolo caer al suelo con fuerza.El médico soltó un grito de dolor mie
La cámara iluminada por la luna palpitaba con una tensión depredadora, las sombras danzaban como si presagiaran el inminente enfrentamiento. Yara respiró entrecortadamente, con los ojos muy abiertos por el terror, fijos en la amenazadora figura del doctor, cuya garra era un susurro contra su garganta.—Piénsalo bien, Brad —siseó el médico, con los colmillos brillando y acercándose a la piel temblorosa de Yara —Una mordida, y tu compañera, será mía para siempre.El corazón de Yara latía con fuerza, un feroz tamborileo contra el silencio. Pero en su interior, la brasa del desafío se convirtió en llama. La mirada del médico se encontraba fija en ella, sus colmillos amenazadores a solo centímetros de su cuello. La mano del médico pasó por su garganta, y Yara sintió el frío y el filo de sus garras rozándola. El miedo y la ira se mezclaron en su interior, pero sabía que no podía quedarse quieta y ser una carga en esa situación.Fue así que reaccionado y con un repentino estallido de fuerz
Brad, con su pecho subiendo y bajando por el esfuerzo reciente, con el corazón latiendo con fuerza, observó el cuerpo sin vida del médico inerte en el suelo, una mezcla de alivio y satisfacción se apoderó de él. Había vencido a un enemigo poderoso y protegido a su manada y a Yara.—Recojan el cuerpo y quémenlo —ordenó a sus hombres, quienes asintieron y se acercaron para cumplir sus órdenes.Los lobos se apresuraron a recoger el cuerpo del médico y se lo llevaron. Brad sabía que no podía permitir que quedara ningún rastro de ese peligroso híbrido. Una vez que el cuerpo fue retirado, Brad se giró hacia su padre, quien aún se encontraba parado detrás de él. Las palabras se atascaron en su garganta, no sabía qué decir. Había pasado tiempo desde que lo exilió de la manada, y ahora aparecía para ayudarlo en su momento de necesidad.—Gracias —fue lo único que Brad pudo decir en ese momento, su voz llena de gratitud y confusión.Su padre asintió, bajando la mirada en señal de sumisión.—Es
El anciano rey, con la autoridad aún palpable en su voz quebrada por los años, hizo un gesto con la mano. —Llévenselo —ordenó con un susurro cargado de poder. De inmediato, Los guardias obedecieron sin cuestionar, avanzando con determinación hacia Izan. El hombre se mantuvo erguido, sus ojos oscuros fijos en el pequeño que dormitaba en los brazos de su hijo. —¿Es mi nieto? —preguntó, una sombra de vulnerabilidad atravesando su semblante severo. —Lo es —asintió Brad, sosteniendo a Harvey con un cuidado infinito. Pero antes de que pudiera añadir una palabra más, los soldados tomaron a Izan por los brazos y lo comenzaron a arrastrar fuera del salón del trono. Brad y su abuelo, caminaron al salón y allí se quedaron en silencio. —Abuelo... La voz de Brad cortó el silencio que se había asentado como un manto pesado sobre la sala. La figura del rey se desplomó en una silla, su edad haciéndose más evidente con cada segundo que pasaba. —Hay cosas que no entiendo, ¿por qué no