¡Ring! ¡Ring!Abrí mis ojos somnolienta y miré el despertador:5:00 amApagué ese maldito despertador, ese horrible sonido no me dejaba descansar, además mi cuerpo aún no se había recuperado así que pensé que me perdería la primera clase para descansar un poco más.Me dormí nuevamente. ¡Ring! ¡Ring!—Pero, vamos ¿no te cansas de estar molestando cada mañana?— le grité al despertador.Miré que ya eran las 9:00 am.Comencé a estirarme en la cama, me llevaba la mano a la boca mientras bostezaba, me sentía un poco mejor.No era para menos, tuve una noche que pareció película de terror. Acomodé la almohada para comenzar a analizar las cosas que había visto y escuchado, tenía que al menos hacer un esquema de cómo se estaba tornando la situación.En primer lugar Travis, Laura y Nathaly están metidos en algo extraño, pensé para iniciar; Y en segundo lugar también está Damián. —¡Damián!—Exclamé un poco sorprendida.Este chico toda la vida que lo he conocido ha sido un simple Nerd, ni siqui
—¿Por qué haces esto? —Emma se acomoda sus gafas y me mira tímida. —¿Qué tiene de malo? —me encogí de hombros. Afuera, sentadas en la banca, veía pasar a Daphne a lo lejos; ella hablaba con Travis. Achiqué los ojos en su dirección mientras también le ponía atención a Emma. —Es solo que me defendiste de Daphne y ella es... —ladea su cabeza de un lado a otro. Al parecer ella le tiene mucho miedo— Bastante intensa. En especial cuando alguien la reta. —Créeme: Daphne es uno de mis menores problemas ahora. —Gracias de nuevo. —Emma hizo el amago de levantarse, pero la detuve. —¿Si? —ni siquiera sabía por qué lo había hecho, así que la solté: —Nada. Ve tranquila. Ella me dio una ultima sonrisa para después irse. Daphne y Travis seguían hablando; respiré profundo y tomé mi teléfono celular. Tenía dos llamadas perdidas, las dos eran de un número desconocido. Seguramente era el mismo que me había llamado hace días. Me puse de pie y me dirigí al salón. Cuando salí de la universidad no mir
—Silvia, Silvia, hija querida, despierta—escuchaba hablar a lo lejos. Era mamá, me tomaba del hombro agitándomelo.Abro mis ojos frunciendo el ceño y veo a mi alrededor pues todo apuntaba que había sido una mala pesadillaUf, pero qué alivio que era una pesadilla. Aunque todo había parecido tan cierto. Sentí demasiado real ese sueño, que por poco muero en el piso mientras miraba a Marcos acercándose, pero aún no entiendo ¿por qué sueño o tengo recuerdos con Marcos? Me quedé pensando. —Mamá, —me llevé una mano a la cabeza. Mi voz sonó rasposa—¿cómo te fue en el trabajo? — pregunté somnolienta. —Bien, hija, te he dicho que no te quedes durmiendo en la sala, además te veo muy cansada, ¿por qué no vas a tu habitación? y descansas mejor, mañana será otro día, además tengo una invitación para ti —me acarició la mejilla.¿Invitación? —Esta bien, mamá—me puse de pie, despidiéndola con un beso. Me dirigí a mi cuarto entre dormida y despierta, aperezada, caminando lento.A lo lejos escuch
Me removía en la cama una y otra vez, había un extraño sonido que no me dejaba conciliar el sueño. Abrí los ojos soñolienta mientras trataba de averiguar qué era lo que me molestaba. En la mesita de noche mi celular estaba encendido, al parecer alguien me llamaba. Me senté en la cama con algo de dificultad y tomé mi teléfono. Tenía tres llamadas perdidas de Laura. Una cuarta llamada entrante sonó, así que me apresuré a contestar. —Laura, ¿qué pasa? —Silvia —respiración— ¿Donde estas? —respiración. Sonaba agitada, como si hubiese estado corriendo. —En mi cama —respondí obvia— ¿qué hora es? ¿Por qué llamas a esta hora? —quité el celular de mi oreja solo para ver la hora: 3 de la mañana. Volví a ponerme el celular—Son las tres de la mañana, Laura. —Me pasó algo. Tienes que venir a ayudarme por favor —su voz se quebró en la última oración. Eso me puso un poco en alerta. —¿Qué pasó? ¿Travis terminó contigo? —fue lo primero que se me ocurrió. —No, ¿por qué haría eso? Estoy atrapada
Las luces de los focos apuntaban hacia todas las direcciones, buscando a todos los que nos encontrábamos en el cementerio. Estoy segura que el sujeto que está detrás de mí es Marcos, su voz sonaba muy clara, se podía distinguir ese tono, pero el mismo nervio que tenía no me dejaba moverme ni un centímetro más, sentía como mis labios estaban pesados.—Acá estarás a salvo, Silvia —escuchaba en mi oído. Era una sensación paralizante que me impedía moverme. El miedo, el hecho de que un fantasma estuviera aquí era... aterrador. —¡Alto ahí! Las manos sobre su cabeza, pónganse de rodillas y no se muevan. —los policias detenían a Travis y a otros dos chicos de la universidad. Tragué grueso, incluso se podía escuchar como mi saliva pasaba mi garganta hacia el estómago.—No tengas miedo, jamás podría hacerte daño —una voz que se mezclaba con la oscura y fría noche le hablaba a mi oído. De pronto un luz me encandiló la cara, achiqué mis ojos casi cerrándolos por tal resplandor, llevé mi mano
—¡Es hora de levantarse! Un extraño bulto se lanzó hacia mi cama, aplastándome. Abrí los ojos soñolienta y con algo de malhumor porque me moría de sueño y odiaba cuando alguien me interrumpía. —¡Laura! —hice puchero, cubriéndome la cara con la sábana— Déjame dormir. —Tu mamá me dejó pasar. Es domingo y no dejaré que te quedes sola en esta casa todo el día. Así que levántate. —Me quedaré con mamá. Y para ser sincera no quiero terminar en la cárcel de nuevo. —me removí. —Silvia, ya me disculpé por eso. Fue un error. Por favor acompáñame, Travis irá pero no quiero ir sola. Y Nathaly actúa muy raro últimamente. Di una respiración profunda para después quitarme lentamente la sábana de mi cara. Me restregué los ojos y la miré con ganas de asesinarla por haberme hecho eso hace unas horas. Laura usaba una chaqueta de cuero negra y un vestido negro también. Aún estaba de luto. —¿A dónde quieres que te acompañe? —me sobé la sien. Ni siquiera había comido y me moría de hambre. —Me vas a
La habitación de una chica aterrada era el único testigo que presenciaba tal aparición, el hombre misterioso acechaba estrechando cada vez más el espacio, ese espacio en donde se definiría la verdad de la mentira —Desconocido.Restregaba mis ojos, intentaba ver con más claridad, mi respiración me fallaba, pero no podía aceptar que ese hombre que se estaba acercando a mí era Marcos.—Silvia, no tienes escapatoria, esta vez no podrás escapar de mi —respondía con esos ojos brillantes.—Por favor no me hagas nada, te lo suplico, toma todo el dinero que está en mi ropero —murmuré, poniéndome de cuclillas con mi cabeza hacia abajo.—¡Mírame! Estaba frente a mi, pero no quería elevar mi rostro, solo podía ver sus zapatos de cuero; el pánico había entrado en mi. Me sentía frustrada porque no complete mi preparatoria, me sentía frustrada porque no viví al máximo mi vida, tenía pendiente muchos años, muchas metas, mamá moriría ver el cadaver de su hija en su propia habitación.—Silvia Sulliva
Estaba un poco confundida, demasiado desorientada para pensar con la cabeza fría. A Marcos lo habían asesinado, ya no había dudas; los policías lo creían, yo lo creía ¿y qué hay de los demás? ¿Qué hay de sus padres? Respiré profundo una y otra vez para poder tranquilizarme un poco. El chico que estaba sentado en el borde de mi cama me miraba expectante. —¿Cómo puedes hacer eso? —pregunté después. —¿Qué cosa?—Creí que traspasabas las cosas —respondí dudosa. —Lo sé, también me sorprendí pero me alegra que pueda hacerlo porque estaba harto de estar todo el tiempo en el piso.—¿Todo el tiempo? A pesar de que estaba muerto aún se miraba con sentido del humor, y supongo que era algo que caracterizaba a Marcos: siempre alegre. —Sí, llevo días estando aquí contigo —se rascó la nuca nervioso—Era deprimente, pensé que me quedaría así para siempre. También era demasiado estresante el querer hablarte y que no escucharas. Sentía que me volvería loco. Me compadecí de él, no era fácil su situ