Capítulo 8 ¡Adelante!
Después de que los dos pesados se hubieron marchado, Estrella se levantó, almorzó y se dirigió al centro comercial.

La zona comercial más concurrida de Ciudad Norte estaba justo al lado del hotel donde ella se alojaba, y las distintas tiendas de lujo se repartían por todas partes, presentado una escena próspera y bulliciosa.

Estrella entró en una tienda de ropa y le pidió a la dependienta que le envolviera lo que le pareciera bien, sin fijarse en el precio. Una vez comprada la ropa, volvió al hotel para empezar a maquillarse.

Realmente, Estrella estaba muy guapa y solo llevaba un maquillaje ligero con delineador y sombra de ojos, haciendo que sus ojos ingenuos y puros más sexy, y un ajustado vestido rojo perfilaba su perfecta figura.

Estrella salió del hotel y tomó un taxi directo al Club Imperial.

Nada más entrar, ella atrajo muchas miradas de los hombres, las ignoró, tomó asiento y pidió un cóctel de un color precioso.

Poco después de sentarse, varias personas se acercaron con objetivo de entablar conversación con ella. —¿Estás solita, señorita? —Un hombre vestido con un traje burdeos se acercó a Estrella, con el pelo repeinado hacia atrás, se quedó y mostró deliberadamente su caro reloj de esmeralda que llevaba en la mano.

Estrella lo echó un vistazo con indiferencia, permaneciendo inmutable. ¡Qué tonto era este tipo! No tenía ganas de hacerle caso.

La expresión de suficiencia del hombre se endureció en su rostro antes de decir: —Señorita, tengo una sala privada reservada dentro, ¿quieres tomar algo conmigo? —Intentó alcanzar el dorso de la mano de Estrella.

Como resultado, se oyó un sonido de fractura, y el hombre dio un paso atrás con un grito y miró a Estrella con una mirada despiadada de mucha rabia: —Es un honor para ti que me gustes, ¡no seas ignorante!

Estrella sonrió, y movió lentamente la muñeca y los dedos, —Si no quieres que te rompa la mano, apártate de mi camino.

El hombre iba a seguir diciendo algo cuando un agudo cosquilleo recorrió sus dedos y señaló a Estrella con cara seria: —¡Ya lo veremos!

Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo.

Los otros hombres que querían acercarse se echaron atrás.

Estrella estaba bebiendo su vino como si no le hubiera pasado nada, era tan fría y orgullosa que nadie se atrevería a acercarse a ella.

Mientras tanto, en la primera planta del Club Imperial.

Incluso en su silla de ruedas, el aura de Claus seguía siendo inconfundible. La luz parpadeaba sobre su rostro perfecto como una obra de arte, dándole un aspecto escalofriantemente siniestro.

Sentado en su silla de ruedas, mirando por la ventanilla VIP...

Javier estaba esperando a su lado, con la mirada severa escrutando el piso de abajo. De repente, su mirada vaciló, varias figuras oscuras que se movían abajo, y sus ojos también miraban en esta dirección.

Javier hizo una pausa, con ojos fríos: —Parece que el otro señor Burgos realmente está inquieto con usted, le sigue a todas partes, si no se hubiera hecho pasar por discapacitado todos estos años y no representara ninguna amenaza para él, ¡me temo que ya le habría matado!

Claus agitó la mano, sin darle importancia a esta gente. Su voz era grave, pero su tono era extremadamente frío: —Bueno, no hace falta que prestes tanta atención a ellos, el objetivo de esta noche es el chip, que contiene el sistema OI más avanzado del mundo de un valor incalculable, que debe caer en nuestras manos.

Javier asintió con la cabeza levemente y mientras hablaban, un hombre entró en la sala privada que tenían a la vista. Nada más entrar, miró a su alrededor, exactamente, era el hombre al que estaban esperando.

Claus levantó la cabeza y dio un golpecito con el dedo índice: —Adelante, que no se enteren los de abajo.

—Sí, señor. —Javier se dio la vuelta y se marchó.

Estrella también se fijó en aquel hombre e inmediatamente dejó su vaso y le siguió lentamente...

En la sala privada se estaba realizando una transacción de fichas. El negocio fue realizado nada menos que por el traidor Águila Roja, y un comprador no identificado.

Estrella llegó fuera de la sala privada secretamente, jugando con dos orbes de cristal en las manos sin preocupación, eran sus armas, en cuanto pulsaba los botones a ambos lados, se convertía en largos látigos.

Sonrió con una sanguinaria intención.

¡Bum!

Justo cuando ella iba a pulsar los botones situados a ambos lados del orbe de cristal, sintió que todo el suelo temblaba, seguido de un fuerte estallido procedente de la sala.
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