Barbra.Decido subir por la escaleras y detrás de mi lo hace la chica. Castaña. Al estar ya dentro admiro lo elegante del Jet. Todo es color beige y caoba. Asientos de cuero fino. Tv, y me es imposible no ver a Travis. Usando una camisa blanca mangas largas con un pantalón negro. Se encuentra sentado en un sofá de dos puestos y frente a él, su laptop que reposa sobre una mesa. —Ya estas aquí —eleva su mirada hasta mí y de inmediato si rostro fruncido se suaviza ocasionando en sus labios una sonrisa pequeña. —Aquí estoy —sonrío y me acerco hasta su lugar para tomar asiento a su lado. —Genial —esboza una sonrisa coqueta—. Me da gusto verte. Miro a mi alrededor y luego vuelvo a posar mis ojos sobre los de él. —Es muy lindo ¿Es tuyo? Cierra su computadora y asiente lentamente. —Si. —Me lo imaginé. Justo en ese momento se acerca la Azafata, para dar la información de que va dar inicio el vuelo. Así que procedemos hacer el protocolo de seguridad. Y después de unos minutos ya el avi
Barbra. Me despierto por mi propia cuenta. Estaré en Italia y todo lo demás, pero aún así ya desde que tengo responsabilidades, mi cuerpo y mente están programados. La verdad no sé que hora sea. Así que busco por debajo de la almohada y al lograr tocarlo lo tomo y enciendo para mirar la hora. Me doy cuenta de que ya va ser la hora de iniciar mi recorrido por Roma. 06h30. Me levanto de la cama, y al sentir que mi cuerpo está prácticamente desnudo, nada más que con una bikini. Me levanto rápidamente y me voy camino al cuarto de baño, para arreglarme allí mismo. Al estar totalmente lista, y con un vestido de cuadros rojo y blanco. Me encuentro lista para dar una caminata por la ciudad de Roma. Justo cuando voy a salir veo que en la puerta se encuentra una nota color azul pegada a esta. “Buenos días, hermosa. Estaré todo el día en una conferencia. Mario te sacará a pasear por la ciudad como te dije. A las 16h Mario te llevará a un lugar donde te esperará una mujer llamada Fiorella (con
Barbra.La dejo donde mismo y decido iniciar a arreglarme. Me pongo el lindo vestido—que la verdad es uno de los más hermosos que he podido escoger—, después los zapatos. El peinado que traigo es recogido y algo flojo ocasionando que unos mechones sobre salgan. El maquillaje combina a la perfección con el atuendo. Ya que es algo así como un maquillaje rosa y tierno. No soy de usar esos colores pero admito que me quedan bien. Por último los aretes, la medalla y el brazalete con un toque de mi perfume. Y estoy lista dos minutos antes de que Travis llegue. Mientras lo espero me conecto a mis redes sociales y miro a los mensajes que Ricardo me envió. Y dando un corazón en todas la fotos que le envié. Mi concentración en un chisme que leo sobre mi en las redes y la información que han filtrado de que ya no volveré al programa, es interrumpido por la bocina de un coche. Enseguida me levanto de la cama y me acerco al balón de la habitación, abro las puertas y salgo para ver si es Travis. Y
Nora. —¿Crees que la cuna debería ir allí? —inquiere Emmanuel, el chico que se está encargando de decorar la habitación para la pequeña Adeline. Por motivos de su venida y que pronto Travis y yo nos vamos a divorciar. Preston y yo optamos por comprar una casa más grande y al aire libre. Además para el año que viene pensamos casarnos. Todo ya está decorado en colores rosa oscuro y claro. La decoración la elegimos entre Preston y yo. Mientras que todo lo regaló Travis. —Si, me gusta ese lugar —afirmo acariciando con delicadeza mi pancita sobre el vestido largo azul cielo que uso. Está tan grande que siento lo tanto que pesa, estoy casi que cumplo los nueve meses y no es nada fácil. —¿Entonces justo en el centro? —inquiere Emmanuel. Asiento. —Si. Emmanuel hace lo que le ordeno y luego de rodar la cuna blanca con lindos detalles dorados. Los dos nos quedamos en silencio mirando. —Si. Allí me gusta. —Entonces ya está listo —comenta Emmanuel sonriendo con satisfacción—. La habita
Barbra. Siempre me han gustado los pasteles de piña y hoy hice uno para invitar a Scarlett y a Naomi a mi casa. También hice un rico espagueti italiano para almorzar el día de hoy. Es su día libre en el restaurante y las invite para compartir un rato. Hubiese preferido en la noche, pero iré a la inauguración de Travis así que no se puede. Al ver como Nutella sale del pasillo y corre en dirección a la puerta, y con alegría comienza a ladrar. Me supongo que se acerca la única persona del grupo que falta. Aunque estaba segura que no iba venir. Pero al parecer si se decidió. —¿Quién más viene? —inquiere Naomi, quien está de otro lado del mesón y luego deja la copa de vino sobre la barra. —¡Estaremos todos! —espeta, Scarlett con alegría. Todas miramos como Ricardo se adentra al apartamento y Nutella comienza a dar saltos mientras mueve su cola de un lado a otro. —Tantas mujeres juntas son un peligro —dice, Ricardo colocándose en cuclillas y agarra a Nutella de su pequeño cuerpo, para
Barbra.—¿Dime? —se puede escuchar el sonido de voces y los utensilios a través de la llamada. Se nota que está justo en el área de la cocina. —Estoy en tu oficina —le aviso. —Voy para allá —avisa. —Bien. Cuelgo la llamada y me quedo allí esperando y mirando el lindo lugar. No pasa mucho tiempo cuando la puerta se abre y veo a Travis entrando. Usa una camisa blanca y un pantalón negro. No negaré que le queda ceñida y muy agradable a su cuerpo. Me levanto y lo miro detenerse frente a mí. Sujeta con ambas manos sus caderas y posa sus ojos azules sobre mí. —Hola —suelta un suspiro cansado y luego acomoda su cabello a un lado. —Por lo que veo tú día no ha sido tranquilo. —En lo absoluto —camina en dirección a su escritorio y yo lentamente lo sigo. —Todo está muy lindo —miro nuevamente a mi alrededor—. La fachada llama mucho la atención. Travis se detiene y se recuesta del escritorio y se da la vuelta completa para mirarme. —Ese es mi objetivo. Y al parecer la obtuve —alza una ce
Barbra. Han pasado varios días desde aquella noche en la cual una vez más se burlaron de mí y mi corazón. La verdad es una de las que me gustaría olvidarme por completo y para siempre. Trato de mantenerme firme, aunque algunas veces sólo quiero llorar. Porque así soy yo. Doy todo de mi sin pensar en las consecuencias. Realmente pensé que era con él. Pero no. Y así es esto. El amor te hace débil y feliz. Es la combinación perfecta de una agridulce destrucción. Dicen que el amor es buscar en otra parte lo que no encuentras en ti. No lo sé. Me gustaría saber qué es lo que me hace falta. Y quizás la respuesta es. Qué sólo al final debería enamorarme de mi y de nadie más. Soy la única que me va a amar de verdad y no se romperá el corazón. Nunca he optado por esa técnica y creo que ya es la hora. Me he pasado la vida intentando relaciones en las que yo quiero que lleguen a un futuro, pero terminan en fracaso. Y al final soy yo quien entrega todo, para después no obtener nada. Sólo un cor
Barbra. Al terminar de poner mis botas negras largas de cuero, pongo mi gorro de lana blanco, me doy la vuelta y me voy camino al espejo para mirar mi atuendo. Lo que mayormente me coloco cuando es invierno. Ropa abrigada. Por último, me coloco mi Bléiser largo y grueso color blanco que hace una buena combinación con mi gorro y guantes negros. Acomodo mi cabello suelto y coloco mi pintalabios rojo como de costumbre. —¡Bri, estoy listo! —exclama Ricardo desde la sala. Sin perder más tiempo agarro mi teléfono y lo dejo dentro de uno de los bolsillos del abrigo. Para después salir de mi habitación y ver a Ricardo completamente listo, vestido y abrigado de pies a cabeza en rojo y negro. —Ya nos podemos ir —anuncio mirándolo. —Andando, señorita Evans —refiere, acomodando una bufanda negra alrededor de su cuello como toque final. A veces pienso que tiene mejor estilo que yo. Al salir por la puerta principal de la edificación, los suaves rayos del Sol de la mañana tocan la piel de mi r