Cuando Liam me preguntó si quería almorzar con él y sus padres lo primero que dije fue no. Eso lo dejó descolocado por varios minutos hasta que argumentó por qué sería buena idea e intentó convencerme con lo único que le serviría para llevarme como perrito con correa hasta su casa: la deliciosa comida de su mamá. No hubo más que decir, acepté comer más de la celestial comida que comparte conmigo cuando llega su turno de traer el almuerzo a la escuela.
Lo que sí me hubiera gustado haber preguntado antes es la hora en la que él vendría a buscarme. Ahora, por obviar ese importante detalle y dejárselo a él, estoy sentado en una de las escaleras en la entrada de mi casa cuando apenas son las nueve, las diez en punto, no lo sé. Tampoco sé si amaneció porque mis ojos no están del todo abiertos.
Al salir de mi preciosa cama le avisé a Brody que me iría por un rato, pero él estaba tan dormido como yo desearía estar ahora. No tengo idea si me escuchó o no. De todos modos, le d
Realmente no le presté suficiente atención a Liam. Si lo hubiera analizado hasta el último cabello me habría dado cuenta de que la sonrisa ancha y natural, además del carisma, podían asociarse a una de mis primeras chefs favoritas. —Compañero me parece poco título comparado con todo lo que nos has presumido de él —comenta ella, dándome una sonrisa cariñosa. Su hijo dirige la mirada hacia la ventana que da al patio, vista que seguro ya tiene más que memorizada. Iba a decir algo hasta que Liam señala la copa de vino que sostiene su madre. —¿Puedo? —Por supuesto que no. —Ella no le da importancia a la mala cara de su hijo—. Mason, espero que Liam no te haya obligado a venir. Suele ser muy persistente en lo que no debe. El persistente se encoje de hombros y corre hasta el otro lado de la cocina, dejándome a solas con su madre. —No, no lo hizo —respondo, agrandando mi sonrisa. Aria bebe de su copa coloreada a la mitad por el
En la cocina me encuentro con Aria Grace que al parecer me estaba esperando porque extiende hacia mí un delantal de color marfil y sonríe con mucho entusiasmo mientras vate algo en un bol. En medio de la preparación de todo el almuerzo, Aria me pregunta si fue por mi mamá que empezó a gustarme cocinar. A eso tengo que responder de manera superficial; no puedo contarle que me dediqué a preparar cuanta comida pudiera para no volverme loco donde antes vivía. Le expliqué que, como debía preparar mi propio almuerzo, cena y desayuno, decidí que lo mejor sería dedicarme de verdad a ello. Luego de que la mamá de Liam siguiera la conversación hacia otros temas, llevamos la comida hasta el pequeño comedor blanco donde el principito y su padre no sabían qué más hacer para contener el hambre. —Liam, este amigo tuyo es un gran ayudante de cocina. Aria deja la fuente de papas fritas y yo ubico las hamburguesas. Su hijo no contesta, está ocupado atac
En medio de unas cuantas revistas de cocina que no recordaba haber dejado en mi casillero, encuentro apuntes y algunas notas que hice sobre temas que ya fueron evaluados y otro par de auriculares que no sabía que tenía. —¡Mason! —Liam se lanza sobre mí con tanta fuerza que casi me arroja hacia un costado. Observo por todos lados por si acaso alguien venía persiguiéndolo. —¿Qué pasa? —Estoy emocionado porque vamos a entrenar juntos. Ayer, antes de que te fueras a dormir, me dijiste que podríamos entrenar hoy en la tarde. Cierro mi casillero casi vacío y me coloco la mochila al hombro. —¿Yo dije eso? ¿Estás seguro? Intento contener la risa porque él ya no sonríe como antes, ahora se ve como un niño a punto de soltar un berrinche. —No nos han molestado —habla por fin—, por favor, que siga pacifico el día. —Está bien, ¡vamos a ver el ninja que llevas dentro! —Rodeo sus hombros con mi brazo y le doy unas suaves
El gimnasio del señor Hundson es el sueño de todo ser humano que entrena por placer o pura dedicación. Se puede pasar horas del día aquí encerrado disfrutando la luz natural que llega desde los jardines y no tener necesidad de pagar una cara membresía porque este lugar está equipado con todo lo necesario para hacer casi cualquier entrenamiento. Me muerdo los labios para que no se me escape una lágrima. —No vayas a llorar —se burla el principito. Liam subió a su cuarto para cambiarse de ropa mientras yo inspeccionaba nuestro lugar de entrenamiento. —Quiero golpear a tu padre por no usar nada de esto nunca. Cuando me doy vuelta me encuentro con el principito usando un karategi con un cinturón negro. —Debes atarte el cabello —sugiero. —Eso no creo que sea… —Es necesario —lo interrumpo antes de que me convenza de lo contrario—. Será más cómodo para ti. El principito vuelve a apartar la mirada, acción que no parece
Mientras acomodo latas de cerveza en los stands del fondo de la tienda de Kiwk Fill y con mis orejas ocupadas por los auriculares, recuerdo todo lo que hice en este tiempo de tranquilidad. Lo mejor de todo, en primer lugar, es que los Sídorov se mantuvieron alejados de mí, cosa que también me parece extraña pero que por ahora voy a ignorar. Liam no tuvo problemas y se nota que los demás chicos que se juntan con él han superado esa estupidez de preguntarle acerca de su relación fugaz con el idiota de Angus. Al no haber tensión y estrés por tener que huir de los problemas y buscar un lugar tranquilo donde no ser molestados, pudimos ocuparnos de otros asuntos. Almorzar en su casa, en la mía, hacer tarea o comida juntos fueron algunas cosas que hicimos. Siempre hacíamos tiempo para pelear como si fuéramos enemigos mortales. Liam se divertía tratando de derrotarme más de una vez mientras que yo aprovechaba de usar todo cuanto podía del gimnasio de su padre. Solo una vez e
Tardé una mañana entera en encontrar más ropa entre las cajas que todavía no había desarmado desde que me mudé a la casa de Brody. Mal hecho de mi parte. Ahora no sé cómo quitarle el olor a naftalina a las pocas cosas que hallé ahí. Me reproché varias veces a mí mismo por haber dejado olvidadas estas cosas. Ahora la mayoría de lo que tengo bien puede servirme para disfrazarme de mendigo. Pensándolo bien, tuve suerte de que quedara algo de mis cosas cuando volví a la casa donde antes vivía después de salir del hospital. Sabía que hallaría destrucción, pero esos idiotas se tomaron la venganza muy en serio. La mayoría de mis chaquetas negras fueron reducidas a cenizas, los jeans terminaron con fluidos corporales de dudosa procedencia, y lo peor fue ver que mi cuarto se había convertido en un nido de ratas con aroma a prostíbulo. Observando la poca ropa que me queda, pienso que no fue buena idea querer ir a una fiesta cuando la mitad de lo que tengo no me sirve para una
En el camino hacia Five Guys, el lugar de comida rápida más cercano a la casa de Clover, pienso muy bien qué hacer con lo que de repente está pasando entre Liam y yo. Es obvio que ya no tiene la intención de solo ser mi amigo, incluso fingí no darme cuenta de la forma en la que un simple acercamiento se fue transformando en algo más, pero ya va siendo hora de que establezca límites. No estoy listo para dar ese paso, aunque él sea un buen chico y en serio me interese conocerlo mejor. No puedo. Siento que todavía hay cosas muy retorcidas dando vueltas por mi cabeza, además de que mi temperamento suele ser un poco complicado de controlar en ciertas circunstancias y debería añadir el hecho de que sigo teniendo pesadillas que me dejan bastante mal al día siguiente. A decir verdad, estos días no he tenido casi ninguna, pero tampoco me confío. Un día volverán y cuando eso suceda mi cuerpo y mi mente serán un desastre. Después de una hora, llegamos a mi casa con comida, cans
Desde esa noche en mi cuarto, ninguna de las siguientes ha sido buena para mí. Las pesadillas volvieron a ser tan fuertes como de costumbre y no pude soportarlas como otras veces. Tuve que tomar algo que me ayudara a dormir porque no quería despertar con mis ojos a punto de explotar por el sueño perdido y hablando con bostezos en vez de palabras. Durante el día anduve como pude, sin Liam, quien ni siquiera se daba cuenta de que lo miraba de vez en cuando. Por supuesto, no se fijará nunca más en mí si ya dejé claro que no quiero nada con él. Al menos, las veces que me levantaba temprano por no poder dormir sirvieron para dedicarme a preparar las recetas que venía posponiendo hace rato. Lo hubiera hecho en otro momento, pero no tuve mucho tiempo ni ganas de hacer algo esta semana. Otra cuestión que debo tener en cuenta es que pronto van a comenzar los exámenes. Tengo que arreglar algún que otro horario de estudio, ordenar mi escritorio que no entiendo cómo es q